Más de dos meses después de que Sergio Ramos dijera que quería volver al Sevilla, el club en el que se formó como futbolista, incluso con el mercado cerrado, en Nervión dan una vuelta radical y contratan al tal vez mejor jugador que haya vestido los colores del equipo. Justo lo hicieron cuando ya tenía medio acuerdo cerrado con el Al-Ittihad de Arabia Saudita, el mismo donde juega Karim Benzema.
Ramos, que finalizó dos años de contrato con el Paris Saint-Germain y no tuvo oferta de renovación, o no aceptó alguna propuesta, decidió volver a España. Le hubiera gustado volver al Real Madrid, e incluso albergó alguna esperanza cuando se lesionó para toda la temporada Eder Militao, pero el Sevlla estaba en su cabeza, porque de allí salió hace 18 años para hacer una carrera impresionante.
Desde que salió del club donde comenzó todo, siendo aún lateral derecho, Ramos no paró de crecer. Ganó dos veces la Eurocopa, una Copa Mundial, cuatro veces fue campeón de Europa con el Real Madrid y coleccionó más de 20 títulos con el club blanco, con el que llegó a ser capitán y gran líder. Además, también fue capitán de la selección y se adueño del récord de más internacionalidades con La Roja.
UNA RELACIÓN DE AMOR-ODIO
Ramos no se fue del Sevilla de la mejor manera. Se fue en el último día del mercado de 2005, y si es cierto que el jugador quiso cambiar de casaca, no lo es menos que el Real Madrid pagó su cláusula, con el beneplácito de la directiva sevillista, que se embolsó 27 millones de euros, una cifra nada despreciable para un futbolista y mucho menos si jugaba en demarcaciones defensivas.
Ese paso lo enemistó con la radical afición del Ramón Sánchez Pizjuán, que nunca le perdonó aquella salida. Y mucho menos algunos gestos al regresar ocasionalmente a la que fue su casa con la casaca blanca. La gota que desbordó la copa del odio mutuo, supuestamente, fue el gol a lo Panenka y aquella celebración en la cara de los ultras. Al parecer, la relación se había roto para siempre.
Por años, la grada pitaba a Ramos. Y por años también, el hombre que salió de casa como lateral derecho y regresó como central, se esmeraba cada vez que chocaba contra el Sevilla, un club al que el nombre Real Madrid le produce escozor, todo lo contrario a lo que sucede con el Barcelona, que ha fichado de allí a Dani Alves, Ivan Rakitic, Jules Koundé, y hasta Ansu Fati y nunca pasó nada.
Pues Ramos hizo su carrera en el Madrid. Se convirtió en una referencia para el club blanco, en un gran capitán, y hace dos años, por desacuerdos con la presidencia con los años de renovación, se marchó al PSG, a jugar con Lionel Messi, Kylian Mbappé, Neymar Junior y compañía, con la intención de ganar una UEFA Champions League, pero no pudo ser, ese título siguió lejano.
El primer año apenas jugó por las secuelas de una molesta lesión de rodillas que lo obligó a permanecer mucho tiempo parado, pero en el segundo tuvo protagonismo, demostró liderazgo y dejó claro que, a pesar de su edad, 37 años, aún tenía fútbol en sus botas y podía aportar a cualquier equipo. Entonces, tras terminar su acuerdo, se ofreció al Sevilla, cuyos dirigentes dijeron todo el tiempo que tenía las puertas cerradas.
NUNCA DIGAS NUNCA
Pero los mismos que dijeron que sería imposible que volviera, fueron víctimas de sus palabras. Los dirigentes, por temor a la grada, le cerraron las puertas a Sergio cada vez que su hermano y representante los llamaba, hasta que arrancó la competición y en el Sánchez Pizjuán se dieron cuenta de la realidad del club, que volverá a jugar Champions por su condición de campeón de la UEFA Europa League.
El Sevilla sufrió de mala manera la temporada anterior con Julien Lopetegui y Jorge Sampaoli en el banquillo. Solo la llegada de José Luis Mendilibar logró la recuperación ansiada, la salida de los puestos de descenso y la coronación en Europa, pero entre una cosa y otro el equipo coqueteó durante meses con la pérdida de la categoría. Y en la temporada 2023-2024 no ha sido muy diferente.
Tres partidos jugó el Sevilla hasta ahora en La Liga y no sumó ningún punto. Los tres encuentros los saldó con derrota y ocupa el puesto 20 de la clasificación, el último, con cinco goles a favor y ocho en contra, además del partido suspendido de este fin de semana ante el Atlético de Madrid por la falsa amenaza de tormentas y lluvias torrenciales sobre el Madrid, que hizo que la competición aplazará el enfrentamiento.
A pesar de eso, de los errores en la defensa, de las improvisaciones forzadas de Mendilibar, la directiva se mantuvo reacia a traer a Ramos, que seguía sin equipo, hasta que comenzaron a filtrarse señales de una posible salida hacia Arabia Saudita y entonces todos se pusieron a correr. Con Sergio como primero en hacer concesiones y rebajarse enormemente su salario, porque no cobrará ni un cuarto de los 40 millones en dos años que le ofrecía el Al-Ittihad.
Ahora falta ver el recibimiento en el Sánchez Pizjuán, el morbo de verlo enfrentar al Real Madrid y, sobre todo, su regreso como rival al Santiago Bernabeu, donde de seguro será ovacionado antes de arrancar el partido por haber dejado su impronta y ser leyenda del equipo blanco, pero también lo pitarán cuando ruede el balón. Nada de eso, sin embargo, opacará su condición de regreso del año en La Liga.