El deporte siempre genera polémica. Las discrepancias y las opiniones altisonantes en una u otra dirección constituyen la comida diaria de los medios para vender, para incentivar el morbo y despertar el interés por una pelea de boxeo, un partido de béisbol, o uno de fútbol, aunque muchas veces afloran posiciones extremas, racismo o actitudes intolerables.
Durante la última semana, la prensa española y la del fútbol se ha centrado en los bailes de Vinicius jr., el joven y talentoso atacante del Real Madrid. Unos defienden a ultranza lo que hace y otros lo critican cual si hubiera cometido el más grande de los pecados o el mayor desatino, solo por darle rienda suelta a la alegría luego de anotar un gol. Vinicius baila cuando anota, gesticula... cosas normales en el deporte, por más que algunos lo censuren.
Sus defensores, entre los que se incluye buena parte de los grandes jugadores brasileños, incluso el mítico Pelé, le piden que no deje de hacerlo, porque consideran que bailar y disfrutar cada tanto que anota forma parte de la idiosincrasia del futbolista brasileño, habitualmente alegre, sociable, presto a involucrarse en fiestas, carnavales y en cualquier actividad donde la música parte pautas.
¿FESTEJAR ESTÁ BIEN O ESTA MAL?
En el deporte, el que gana festeja. Y el que pierde se muerde la lengua y resiste. Si hubiera ganado, habría hecho lo mismo. Son dos posiciones diametralmente opuestas ante un hecho cualquiera y el fútbol no es el único que tiene una especie de reglas no escritas, que supuestamente obligan a unos jugadores a actuar como otros establecieron en algún momento o en alguna circunstancia.
En el béisbol, por ejemplo, hay unas antiquísimas reglas no escritas que impiden a un bateador festejar luego de batear un jonrón. Luego de conectar la pelota más allá de las cercas, el slugger tiene que dar la vuelta a las bases con total sobriedad, porque si hace algún gesto fuera de lugar, el lanzador puede tomarla con él y golpearlo en la próxima vez al bate.
Estas escenas constituyen el pan de cada día en las Grandes Ligas de Estados Unidos, donde se juega el mejor béisbol del mundo, y donde, sin embargo, los lanzadores muchas veces hacen unos rituales tremendos, con alardes incluidos, cuando logran ponchar, o solo poner out, a cualquiera de los bateadores. Hay un doble medidor: unos pueden y otros no, porque los pitchers tienen cómo castigar, pero los bateadores no.
Las llamadas reglas no escritas son muchas más e incluyen otras actuaciones sobre los diamantes, como no tocar bola con ventaja excesiva o no robar bases en una situación similar, en unas situaciones que a muchos de los seguidores de ese deporte les parecen absurdas, porque al final es solo un juego y por más que sean profesionales del máximo nivel, y ganen salarios enormes, no le hacen mal a nadie.
EL MAL PERDER DE ALGUNOS
De vuelta al fútbol, a la Liga Española, y a Vinicius, es bueno recordar que algunos deportistas y aficionados tienen muy mal perder. Y es hasta lógico, pero eso no basta para impedirle a alguien que disfrute de las cosas que hace, que de seguro las hacía desde que era un niño y jugaba al fútbol en las calles de Río de Janeiro, cuando lleno de sueños ni pensaba en que alguna vez sería un profesional con salario millonario.
Es lógico que a un defensor le moleste que un delantero -Vinicius o cualquier otro- le tire un caño, se le vaya con un regate, o lo encare una y otra vez. Pero es que Vinicius, o Neymar o muchos otros juegan así. Ese es su talento, por eso pagaron sus equipos y de esa forma entienden el juego, y así lo quiere su afición. Si los defensores no quieren que triunfen en sus particulares duelos, deben mejorar sus artes y nada más.
Vinicius no ofende a nadie. No golpea. Pide la pelota una y otra vez, y una y otra vez encara a los rivales, que se las arreglan de una forma u otra para pararlos, pero a veces no lo consiguen y la pelota termina en las redes de la portería rival. Y entonces, cuando baila, no se está burlando del defensor, incluso ni del publico contrario, aunque a veces sí, porque las provocaciones previas, los insultos racistas, condicionan su accionar.
Es cierto que algunos equipos, con fondos limitados, que equivale a decir con una plantilla escasa de talento, y otros que no lo son tantos, plantean sistemas defensivos para parar a jugadores como Vinicius que incluyen la provocación, las faltas constantes, a veces con entradas duras que pueden lastimar o lesionar a los atacantes. pero estos temas los pueden controlar los árbitros y el novedoso sistema de vídeo que aplica la Liga.
EL DERBY DE MADRID, CALENTÓN Y SECUELAS
El partido del domingo entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid, el llamado derby de la capital española, se calentó desde mucho antes de que el árbitro diera el pitazo inicial, por culpa de la prensa, que sacó a escena lo que ocurrió con Vinicius en el partido ante el Mallorca, con media zaga enfrentada al jugador, en constantes rifirrafes sobre la cancha, incluido uno con el técnico Javier Aguirre.
Según versiones de prensa, Vinicius encaró a Aguirre, porque este le dijo a sus jugadores que le pegaran, algo que hicieron algunos desde el mismo momento de saltar a la cancha. Las cosas no fueron a más, pero la sensacionalista prensa del fútbol, sobre todo la española, se atrincheró a un lado y otro y comenzó la defensa -o el ataque- de Vinicius, con lo cual ganó calor el derby.
Koke, el capitán del Atlético, habló de lío si Vinicius celebraba un gol con un baile, y tanto Carlo Ancelotti como Diego Simeone no le quitaron hierro al asunto en sus respectivas conferencias de prensa previas al choque dominical. Y el brasileño fue objeto de burlas y gritos racistas desde antes de entrar a la cancha, y también una vez dentro de ella. Al final, el Madrid ganó 1-2.
Vinicius no marcó, aunque estuvo a punto, al estrellar un balón en uno de los palos, que aprovechó Valverde para hacer el segundo gol del Real Madrid. Si anotó Rodrigo, el otro brasileño de la delantera blanca, y se fue a la esquina a bailar con su amigo y compatriota. Del público cayeron fosforeras, pomos plásticos... y hasta en dos ocasiones el árbitro tuvo que detener las acciones del partido y pedir respeto.
ES HORA DE PARAR
Luego de lo vivido en el Cívitas Metropolitano, queda claro que es hora de parar, de frenar ya con la cacería de un jugador que está entre los mejores del mundo y que da alegría verle sobre la cancha. Y la voz cantante en el intento de ponerle freno la deberían tener siempre los medios de prensa, sobre todo los televisivos, en cuyas tertulias se calientan demasiado los partidos.
Esta vez fue en la previa del partido ante el Atlético, pero pronto será cuando esté cercana la llegada al Santiago Bernabéu del FC Barcelona. Y así será una y otra vez, hasta que un día ocurra algo de lo cual haya que arrepentirse. Todo eso sin incluir que cualquier comentario racista desde los medios es tan intolerable como esos que se gritan en los campos.
Al final, Vinicius seguirá siendo como es. Nadie le va a quitar el baile, aunque sí deberían aconsejarle no entrar siempre al trapo, porque puede pesarle e ir en contra de su carrera, como ya algunos le han advertido, porque cualquier día un defensor violento puede ir demasiado fuerte a por él y provocarle daño. Aunque para mí esta bien que baile, que disfrute, que el fútbol es un juego, solo eso: un juego.