Los Yankees de Nueva York atraviesan su peor momento ofensivo en muchos años. Ese bajón con el bate los ha llevado al cuarto puesto de la División del Este de la Liga Americana, y le costó el cargo al entrenador de bateo, Dillon Lawson, quien fue despedido vísperas del Juego de las Estrellas, que se celebró en el T-Mobile Park de la ciudad de Seattle, en el oeste del país.
El movimiento sorprendió a los seguidores del equipo neoyorquino, sobre todo porque Hal Steinbrenner demostró, desde que asumió como dueño de los Bombarderos del Bronx, tener más paciencia que su padre. Sin embargo, la caída en barreno de la ofensiva lo obligo a tomar determinaciones, y pagó Lawson, quien será sustituido por Sean Casey, un exprimera base que fue compañero de equipo del manager Aaron Boone en Cincinnati.
Casey se encuentra una ofensiva por el piso, que apenas llega a .231 de average y ocupa el puesto 28 entre los 30 equipos de las Grandes Ligas, a pesar de que el cuerpo de lanzadores, sobre todo el bullpen, ha mantenido al club en la pelea por los puestos de postemporada, incluso solo el último juego cayeron a la cuarta posición, dejando la tercera a los Azulejos de Toronto.
SALVO EL JUEZ, TODOS ESTUVIERON MAL
El bateo de los Yankees solo funcionó bien por momentos en la temporada. De hecho, la presencia de Aaron Judge en el line up le dio empuje cada vez que estuvo disponible, pero en la primera mitad del campeonato el patrullero derecho pasó más tiempo fuera que disponible. Y pese a eso, por ejemplo, acumula 19 cuadrangulares, una cantidad que aún lo mantiene quinto en la Liga Americana.
El Juez, que solo participó en 49 partidos hasta el momento, anotó 49 carreras e impulsó 40 y su proyección iba más allá del centenar en ambos indicadores, además de que su average, de .291, es por mucho el más alto de los Yankees, a los que les costó ganar juegos en los cuales solo necesitaban un par de carreras para imponerse, pero la ofensiva jamás respondió cuando el equipo lo necesitaba.
Las decepciones más grandes son las de Josh Donaldson, Giancarlo Stanton, D.J. LeMahieu y en las últimas semanas también Anthony Rizzo. Y esos, además de Judge, formaban la columna vertebral del ataque de los Yankees antes de darse la voz de '¡A Jugar!' a principios del mes de abril, por lo cual es explicable la situación en la que se encuentra la novena, con riesgo de perderse los play off.
Stanton, por ejemplo, apenas batea para .203, con nueve cuadrangulares y solo 23 carreras impulsadas, en otro año más en el que ha permanecido casi todo el tiempo en la lista de lesionados, pero cuando le ha tocado empuñar, no ha estado efectivo. Y ya se corren rumores de que el club podría venderlo aunque para eso tenga que asumir una parte de su salario. La idea, de verdad, no es mala.
Algo similar ocurre con el ex MBP Josh Donaldson, un tercera base de 37 años que ha visto pasar sus mejores momentos en el béisbol y al que los Yankees deberían soltar. Este año, en 31 partidos, solo ha conectado 15 hits, 10 de ellos cuadrangulares, anotó 13 carreras y remolcó 15, además de tener un average de .152, el más bajo de su carrera. Y tanto él como Stanton ocupan puesto de relevancia en el medio de la alineación.
UN DESFILE DE JARDINEROS
Si en la receptoría Kyle Higashioka y José Treviño hicieron casi todo el trabajo, salvo en momentos en los cuales el segundo estuvo lesionado, y en el cuadro interior hubo estabilidad con Rizzo en la inicial, Gleyber Torres en segunda y Anthony Volpe en el campo corto, en el resto de las posiciones no hubo estabilidad alguna a lo largo de la primera parte de la campaña.
Los jardines han sido defendidos por Judge, Isiah Kiner-Falefa -tal vez el que más ha sorprendido a la ofensiva, Oswaldo Cabrera, Stanton, Harrison Bader, el también lesionado Willie Calhoun, Billy McKinney, Aaron Hicks (traspasado a Baltimore), Franchy Cordero y Greg Allen. Demasiados jugadores como para pensar que hubo estabilidad en esa parte del terreno durante los primeros 90 juegos de la temporada.
Los Yankees, sin embargo, pueden sorprender y hacerse con una gran bateador, que pudiera ser un buen jardinero, antes de que termine el permiso de compras, el 1 de agosto. A mí me gustaría ver vestido a rallas al sensacional japonés Shohei Ohtani, porque sería algo así como convertir al equipo, de pronto, en favorito para ganar la Serie Mundial, pero se me antoja que parece poco menos que imposible.
Con Ohtani llegaría un abridor de primer nivel y un bateador espectacular. Sin embargo, hay quienes dicen que el japonés irá a por otros destinos, como Los Dodgers de Los Ángeles, aunque me cuesta creer que dejará una liga para irse a otra y pèrderse la oportunidad de sumar su segundo premio al Jugador Más Valioso de su carrera. NO sería descabellado, por eso, pensar en el Bronx como su destino.
Ohtani termina contrato al final de temporada e irá a por el tal vez más alto acuerdo de todo el deporte, y los Yankees lo podrían asumir. Lo mismo que podrían hacerlo con Juan Soto, quien aún lamenta haber rechazado los 400 millones que le daban los Nacionales de Washington un año y medio atrás. Eso sí, el camino para el equipo neoyorquino será duro y si no llegan refuerzos, puede que se despidan de la temporada más temprano de lo esperado.
