Quiero pasar del fútbol un día. Escribir unas líneas de las Grandes Ligas del béisbol estadounidense. Analizar el tremendo arranque de Shohei Ohtani tras descartarse que estuviera involucrado en escándalos de apuestas ilegales, o del buen momento de los Yankees de Nueva York. Incluso, le debo unas líneas al Inter de Milán y su título en el Calcio italiano, pero es que siempre ocurren cosas en España.
Cuando piensas que el artículo de mañana se lo dedicarás a uno de esos temas, el fútbol español revive uno de sus sainetes, y Xavi Hernández, que había anunciado hace casi cuatro meses que se iba, da un paso atrás y pide quedarse. Y dice que se queda sin aquellas condiciones que filtró alguna vez para aceptar seguir al menos un año más al frente del banquillo blaugrana.
Y Joan Laporta, el presidente que había dicho que perder tendría consecuencias, también frenó en seco y comenzó su marcha atrás. El equipo no ganó nada, pero no habrá consecuencias. ¿Por qué? Ya lo analizaremos acá, pero todo pasa por dinero y porque la directiva necesita de alguien que actúe como niño de azotes y en eso nadie le gana a Xavi, por su ascendencia entre la afición.
Quiero anunciar que el 30 de junio no seguiré como entrenador del Barcelona. Lo tenía decidido hace unos días, pero creo que es el momento. El club necesita un cambio de dinámica.
CUANDO XAVI DIJO QUE DEJABA EL BARCELONA
El 27 de enero de 2024, sábado, luego de caer por goleada de 3-5 en el Olímpico de Motjuic ante el Villarreal, en la jornada 21 de La Liga, el entrenador blaugrana adelantó que el 30 de junio terminaba su vínculo con el Barcelona y que lo hacía por el bien del club y de los jugadores, Admitió, incluso, que la plantilla necesitaba otras motivaciones, aunque aclaró que le hacía ilusión lo que quedaba de Champions.
Para tomar la decisión, recalcó, pesó como culé, como hombre de club, y prefirió dar un paso al lado que le evitaría al Barcelona rescindir su contrato y desembolsar la parte correspondiente al año que aún le quedaba y le queda, acordado en la renovación acordada en la presente campaña. Así ocurrió: Xavi se despidió poco tiempo después de firmar por otra temporada.
En la junta directiva no causó mucho efecto el anuncio del técnico. Había muchos entrenadores vacantes, algunos de ellos avezados en esas lides por las principales ligas de Europa, y otros con contrato, de los cuales los directivos blaugrana pensaron que nada se supiera del interés del equipo catalán, iban a venir a tocar la puerta a ofrecerse. Y eran varios.
Para junio, el Bayern Múnich había adelantado que no seguiría Thomas Tuchel. Jurgen Klopp también iba a dejar el banquillo del Liverpool para entonces. Roberto de Zerbi podía dejar el Brighton y salir corriendo a Cataluña para firmar un acuerdo con el Barcelona. Lo mismo podía hacer el seleccionador germano, Julian Nagerlsmann, después de la Eurocopa.
Como culé, pensando en el club, en los jugadores... Los futbolistas estarán más tranquilos. Pensando como culé, como hombre de club, me marcho el 30 de junio. Creo que es una situación de sentido común. De pensar en el club, más que en mí
Incluso, el elegido podía ser Hansi Flick, quien estaba -y está- sin trabajo. Laporta y su directiva sondearon al entorno de cada uno de ellos y en cada caso la respuesta siempre fue la misma. Ninguno estaba por ponerse al frente del equipo culé, por varias razones, entre ellas que no tenía dinero para reforzar la plantilla, hacerla competir en Europa, y colocarla en condiciones de disputarle La Liga al Real Madrid.
Y XAVI SE QUEDÓ EN EL BARCELONA
Luego de aquella rueda de prensa en la que anunció su adiós, la plantilla se citó en casa de unos de los capitanes. Disfrutaron de un asado e hicieron piña con el entrenador, con la intención de que sus últimos meses al frente del equipo fueran los mejores posibles, Por entonces, el Barcelona estaba vivo en Champions y andaba a 10 puntos del Real Madrid. Algunos soñaban.
La semana anterior, el Barcelona cayó en cuartos de la competición continental ante el Paris Saint-Germain. Dos goles de ventaja llevaba el blaugrana a los parisinos, cuando el árbitro expulsó a Ronald Araújo. Se jugaba el minuto 30 del partido de vuelta, y el Barcelona no fue capaz de aguantar los 60 minutos restantes con un hombre menos y preservar la nada despreciable renta de dos goles a favor.
El equipo encajó una goleada. Y si fuera poco, unos días después se encontró con el Real Madrid en el Santiago Bernabeu. Estaba a ocho puntos, y si ganaba, se colocaba a cinco, con seis partidos por jugar, por lo que tendrían alguna opción, incentivos, motivaciones, para las semanas finales de la temporada, pero el Madrid les remontó en los últimos 20 minutos y de ir 1-2 delante, cayeron por 3-2.
Ambas derrotas dejaban mal parados a Laporta y a la directiva. El presidente lo sabía y comenzó a mover sus hilos, a dejar caer cosas en los medios, entre ellos la posibilidad de que Xavi continuara un año más. Si no tienes nada que darle a tus votantes, al menos dale noticias, véndele ilusión, y en eso Laporta es un mago, y sin sacarse conejos de la chistera, lo logró con Xavi, que ahora se queda.
La presencia del técnico le protege las espaldas al presidente. Pero la jugada fue rocambolesca, y rara, y demuestra que las arcas culés andan mal de plata, porque si seis o siete de los técnicos disponibles hubieran dado el visto bueno, Hernández ya estaría camino a casa. Eso sí, entre Rafa Márquez, el otro que opositaba al puesto, y Xavi Hernández, era preferible este último. Laporta lo entendió y hasta lloró. Y el flamante entrenador más feliz que si hubiera ganado la Champions.