El mundo del deporte se vio envuelto en una polémica durante los pasados Juegos Olímpicos de París 2024, cuando la boxeadora argelina Imane Khelif fue cuestionada sobre su género, pues se dijo que era hombre.
Recordemos que durante la justa olímpica tuvo como rival a la italiana Angela Carini y que el combate sólo duró 47 segundos, pues ésta última ya no podía continuar debido a los golpes recibidos de parte de la argelina.
Hoy la controversia se abre pues el periodista francés Djaffar Ait Aoudia reveló un informe que muestra que la boxeadora Khelif padece un trastorno que afecta exclusivamente a individuos masculinos. Los estudios indican que Khelif tiene testículos internos, un cariotipo XY (cromosomas masculinos) y un nivel de testosterona de 14.7, cuando en mujeres el máximo permitido es de 3. Este informe ha reavivado las dudas sobre su género y ha generado críticas entre sus rivales.
Según el informe, Khelif padece una deficiencia de 5 alfa-reductasa, un trastorno del desarrollo sexual que afecta exclusivamente a individuos masculinos. Esta condición implica que, aunque fenotípicamente pueda presentar características de ambos sexos en la niñez, genéticamente es masculina. El estudio también señala que Khelif posee un cariotipo XY —es decir, cromosomas masculinos— y un nivel de testosterona en sangre de 14.7 nmol/L, un rango que supera el límite establecido para mujeres en competiciones de alto rendimiento, donde el máximo permitido es de 3 nmol/L.
El cariotipo humano, representado por la configuración de los cromosomas sexuales, desempeña un papel crucial en la determinación del sexo biológico. Los hombres típicamente poseen un par de cromosomas sexuales XY, mientras que las mujeres suelen tener un par XX. La deficiencia de 5 alfa-reductasa, el trastorno que padece Khelif, se presenta en hombres genéticos con cromosomas XY, pero afecta el desarrollo de los genitales, lo que puede llevar a diagnósticos erróneos en la infancia y la asignación inicial del sexo femenino. La pubertad revela entonces signos como el aumento de la masa muscular y la ausencia de menstruación o desarrollo de tejido mamario, lo que llevó a un diagnóstico más preciso en el caso de Khelif.
Desde su aparición en el escenario deportivo internacional, la boxeadora argelina ha sido objeto de críticas y especulaciones por parte de otras atletas y medios. Su rendimiento excepcional y su aspecto físico han suscitado dudas sobre si debería competir en categorías femeninas. A pesar de los éxitos de Khelif en el ring, estos cuestionamientos no han cesado, y el informe médico publicado recientemente ha añadido nuevos elementos a la controversia.
Para sus rivales, el hecho de que presente un nivel de testosterona significativamente más alto que el de otras mujeres en competencia y un cariotipo masculino representa una ventaja competitiva considerable. En deportes de contacto como el boxeo, donde la fuerza y resistencia son fundamentales, estos factores genéticos y hormonales podrían influir directamente en el desempeño y el resultado de los combates.
La situación de Khelif no es un caso aislado en el ámbito deportivo. En los últimos años, las políticas y regulaciones sobre la participación de atletas con variaciones genéticas o niveles hormonales atípicos han sido objeto de intensos debates. Organizaciones como el Comité Olímpico Internacional (COI) y la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) han implementado normativas para regular la participación de atletas con niveles elevados de testosterona en competencias femeninas. Sin embargo, estos casos son complejos y plantean dilemas éticos y médicos difíciles de resolver, ya que involucran la identidad de género, la inclusión y la equidad.
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