La ronda de clasificación para Roland Garros ya comenzó. El tercer Grand Slam del año abrió sus puertas, con la intención de completar el cuadro de los 128 tenistas que durante dos semanas pelearán por la Copa de los Mosqueteros, la última de las cuales, y otras 13 más, están en poder del español Rafael Nadal, ausente esta vez por problemas físicos continuados.
El próximo domingo arrancará el torneo con los inscriptos oficialmente: los preclasificados, y los que accedieron a través de las rondas previas, con la intención de llegar al partido por el título, previsto para dos semanas después, en una superficie que suele ser traicionera para los ubicados en la parte alta del ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP).
En la capital francesa puedes ser el primer cabeza de serie o el primero en el escalafón de la ATP, que eso no te garantiza salir con la Copa de los Mosqueteros. La tierra suele ser engañosa, incluso para aquellos que son considerados leyendas en el mundo del tenis. Si lo duda, busque en el currículo de Roger Fereder, uno de los jugadores más grandes de la historia y se dará cuenta de cuántas veces logró ganar en la Phillipe Chatrier.
¿SOLO PORQUE ESTUVO NADAL?
Federer fue un coloso del tenis. Tal vez el más caballeroso y elegante de cuantos jugadores saltaron alguna vez a una cancha a disputar un torneo profesional. El de Basilea era bueno en todas las superficies, pero era mejor en la hierba. Por eso ganó tantas veces en Wimbledon. En las otras estuvo por años entre los tres mejores, pero en la tierra sufría, a pesar de que llegaba una y otra vez a las finales.
Solo después de perder en tres finales consecutivas ante Nadal, de 2006 a 2008, pudo al fin ganar su único título en el Abierto de Francia. Aquel día, 7 de junio de 2009, no era el español el rival, sino el sueco Robin Soderling y el helvético necesito solo de tres sets para coronarse campeón y sumar el Grand Slam que faltaba en sus vitrinas. Y de paso, romper la hegemonía del español.
Soderling había eliminado a Rafa antes, quien no justificó el revés, aunque mucho después se supo que llevaba muchos días con angina de pecho. No lo dijo él, sino sus amigos franceses en el circuito profesional. Al año siguiente, Soderling volvió a la final, ahora contra Nadal, y otra vez perdió. Nunca más se recuperó de las dos derrotas en la Phillipe Chatrier.
Federer tampoco logró ganar nunca más. Jugó otra final y jamás alcanzó el partido por el título, aunque dominaba en otras superficies. De hecho, luego de Federer, solo otros dos nombres aparecen entre los que algunas vez ganaron en Francia, Novak Djokovic en dos ocasiones y el suizo Stanislas Wawrinka. El serbio se impuso en 2016 y 2021, y el helvético en 2015.
En 2021, Nole eliminó a Nadal, aunque no fue en el partido por el título, sino en semifinales, en un choque que llegó a cuatro sets, y en el que el ibérico abrió encima por 6-3, pero después su físico mermó y el rival no desaprovechó la oportunidad, Rafa nunca perdió una final en Roland Garros: las 14 veces que se plantó en el partido decisivo, lo ganó, en un ejemplo tremendo de dominio en un torneo.
¿DJOKOVIC O ALCARÁZ...?
Rafa Nadal abdicó hace unos días. Convocó una conferencia de prensa para decir que el físico no lo acompañaba, que lo había intentado, pero no pudo ser, y que necesitaba tiempo para recuperarse, con la intención de competir el próximo año, que podía ser el último de su carrera profesional. Y si él no está en Francia, hay que pensar en el otro hombre que más ganó en los últimos 20 años: Djokovic.
El hombre que más semanas acumula como número uno del mundo siempre es favorito. Es bueno en todas las superficies. Su tenis y su mentalidad ganadora lo convierten en una máquina en las pistas, a pesar de que ya no es el joven impetuoso de antes, sino un veterano mucho más cerca del adiós definitivo que de seguir soñando con grandes triunfos, a pesar de que lo ha ganado todo, desde la gloria hasta dinero.
Dicho esto, se me antoja pensar que el actual número uno del mundo, y último ganador del Abierto de Estados Unidos, el español Carlos Alcaraz, tendría muchas opciones de levantar la Copa de los Mosqueteros. Hizo una buena temporada en arcilla, aunque fue eliminado temprano en el Máster 1000 de Roma. La derrota ante un desconocido en tierras italianas, para muchos, lo benefició, porque le dio el tiempo necesario de descanso y recuperación.
Tiene 20 años, es joven, impetuoso, sabe lo que es ganar, porque ya acumula 10 trofeos como profesional, y eso lo convierte en un enemigo temible para cualquier rival, a pesar de que va por la parte dura del organigrama. No puedo decir lo mismo del número dos de la ATP, el ruso Daniil Medvedeev, a quien no se le da nada bien la arcilla, con eliminatorias tempraneras en la mayoría de las lides, aunque en 2023 ha mejorado.
Hay otros nombres, como el finalista del año anterior, el noruego Casper Ruud, cuarto del mundo, o el griego Stefanos Tsitsipas, quinto, además del peligroso italiano Jannik Sinner, que ha sido un hueso duro siempre para Alcaraz, o el canadiense Felix Auger-Aliassime, a quien entrena Tony Nadal, el tío que hizo grande a Rafa. También el danés Holger Rune, sexto del mundo, incluso el ruso Andrey Rublev. Hay muchos aspirantes, pero un solo trono, cuyo rey abdicó.