El venezolano Luis Arráez amaneció este jueves como líder de los bateadores de la Liga Nacional con un astronómico .403 de average. El muchacho de 26 años, nacido en San Felipe, ha promediado dos hits por juego en sus últimas siete salidas a los diamantes y amenaza con lograr algo que muy pocos de los vivos recordamos: ver a un bateador terminar sobre .400 en una temporada de las Grandes Ligas.
Hasta ahora, el jardinero y segunda base de los Marlins de Miami ha visto acción en 58 de los 63 partidos de su equipo, con 216 veces al bate y 87 imparables, entre ellos un jonrón, un triple y 15 dobletes, y con solo 11 ponches en su haber, lo que demuestra que es un bateador de mucho contacto, lo cual le facilita conseguir altos promedios ofensivos, habituales en su carrera de cinco años en el torneo más fuerte del mundo.
Desde que arrancó la temporada y los analistas vieron la forma en que se presentó el hitter con su nuevo equipo, luego de cuatro campañas con los Mellizos de Minnesota, muchos se aventuraron a predecir que sería el primero en promediar sobre .400 desde que lo hiciera el mítico Ted Williams por última vez, allá por 1941, en el primero de los seis títulos de bateo que ganó en su carrera.
¿CUÁN DÍFICIL ES BATEAR 400?
Batear .400, o más, no es fácil ni jugando béisbol de placer, ese que de la calle con pitcheos servidos, en los que casi es obligado darle a la pelota. Así que imaginemos cuán complicado será hacerlo al máximo nivel, con lanzadores cada vez más veloces, con más recursos en sus lanzamientos y con una tecnología que permite el estudio de cada uno de los rivales, aunque eso también lo pueden hacer los que batean.
No se trata solo de darle a la pelota, sino de lograr que esta caiga o pase por un lugar donde no haya ningún defensor. Y solo hay que ver la cantidad de grandes bateadores que nunca pudieron hacerlo, a pesar de ganar en muchas ocasiones títulos de bateo. Una razón para pensar que Arráez tampoco lo hará en esta ocasión, por más que algunos crean que es posible.
En la Liga Americana, por ejemplo, a pesar de haber contado con muchos de los más grandes bateadores que pisaron alguna vez un diamante, conectar cuatro hits en 10 visitas a la caja de bateo ha sido raro, y sobran los dedos de una mano para contar los que lo hicieron en más de una ocasión, desde 2001, cuando se fundó el nuevo circuito, hasta la actualidad.
En el mismo año que se estreno el llamado Joven Circuito, Nap Lajoie, de los entonces Athletics de Filadelfia, terminó en .426, pero tuvo que pasar una década para que lo hiciera otro hombre, y este no fue un cualquiera, sino el más grande bateador de contacto de toda la historia de las Grandes Ligas, Ty Cobb, de los Tigres de Detroit, quien llegó hasta .420. Fue su cuarto título de bateo de bateo de su carrera, en la cual dominó ese departamento en 11 ocasiones.
En la campaña siguiente, la de 1912, terminó en .409. Luego, en 1920 y 1922, George Sisler, primera base de los San Louis Browns promedió .407 y .420. Harry Heilmann, que había estado cerca en 1921, llegó a .403 en 1923, y desde entonces a la fecha, en un siglo exacto, solo Ted Ted Williams, de los Medias Rojas de Boston, consiguió tan alto acierto bate en mano.
EN LA LIGA NACIONAL LO MISMO
El año anterior, Arráez jugó en la Liga Americana con los Mellizos y ahora lo hace para los Marlins de Miami, del Viejo Circuito, como llaman a la Liga Nacional, que comenzó en 1876 y donde tampoco fueron muchos los que estuvieron por encima de esa cifra, considerada casi un lujo para cualquier bateador, por grande que haya sido, entre ellos varios de los más virtuosos de todos los tiempos.
El último en hacerlo en la Liga Nacional fue Bill Terry, de los New York Giants, quien llegó hasta .401 en 1930, después de que el fenomenal Rogers Hornsby, de los Cardenales de San Louis, lo hiciera tres veces entre 1922 y 1925, con .401, .424 y .403. Para encontrar un bateador con ese average, anteriormente, hay que ir a los estertores del siglo XIX, cuando Ed Delahanty, de los Philles de Filadelfia, bateó .410.
Entre 1894 y 1897, Hugh Duffy (Boston Beaneaters) Jesse Burkett (Cleveland Spiders) dos veces, y Willie Keeler (Baltimore Orioles) batearon durante cuatro temporadas seguidas por encima de la mítica cifra, y el primero llegó hasta .440. Pero ese era otro béisbol, podríamos pensar, y conseguirlo no debe haber sido tan complicado. Por último, el primer campeón de bateo de la nacional fue Ross Barnes de los Chicago White Stockings con .429.
Luego de ver todo esto, algunos pensarán que Arráez lo tiene casi imposible, y no es para menos, porque basta con repasar todas esas grandes estrellas del bateo que dominaron por años a las Grandes Ligas y nunca pudieron llegar hasta .400. Ahora mismo se me antoja mencionar a Honus Wagner, Stan Musial, Jackie Robinson, Hank Aaron, Roberto Clemente, Pete Rose, Tony Gwynn, Larry Walker o Albert Pujols.
También a Babe Ruth, Jimmie Foxx, Joe DiMaggio, Mickey Mantle, Rod Carew, Wade Boggs o Ichiro Suzuki, entre muchos otros a los cuales les fue relativamente fácil liderar a los bateadores, pero imposible hacerlo sobre .400. Si Arráez lo consigue esta temporada, será una hazaña, tal vez más grande que los 62 cuadrangulares que bateó el año anterior Aaron Judge para quebrar un récord de Rogers Maris que databa de 1961.
