Algunos pensaron que el culebrón Shohei Ohtani se extendería en el tiempo y que duraría más que aquella novela japonesa de nombre Oshin, que acaparó la atención de los televidentes en medio mundo a finales del siglo pasado y que parecía que no tendría fin. Sin embargo, el jugador de dos vías no demoró mucho en decidirse por uno de los pretendientes y se aseguró el contrato más alto de la historia del deporte a largo plazo.
Ohtani no quería irse da California. Las personas cercanas al jugador lo dejaron caer en algún momento durante la pasada campaña, con lo cual quedaban al margen los poderosos del Este, como los dos equipos de Nueva York, incluso los Medias Rojas de Boston, que tienen la misión de hacer un equipo competitivo para pelear en la más difícil de las divisiones de la Liga Americana, en la cual quedaron últimos en 2023, muy lejos de los ganadores, Orioles de Baltimore.
Esa posición de Ohtani le daba ventajas a los Gigantes de San Francisco y a los Dodgers, a pesar de que, en algún momento, en los últimos días, salió a relucir el nombre de los Azulejos de Toronto, pero cuando eso ocurrió el fenomenal pelotero japonés lo tenía decidido y seguramente solo necesitaba informarlo al mundo, en una noticia que corrió como la pólvora, porque se convirtió en el dueño del contrato más alto de la historia.
POR MUCHO EL BEISBOLISTA MEJOR PAGADO
Esos 700 millones que cobrará por lo que haga en los próximos 10 años, hasta que tenga 39 primaveras cumplidas, son superiores a todo lo visto anteriormente y es más dinero que todo lo que ganó un fenómeno como Alex Rodríguez, por ejemplo, quien firmó acuerdos monumentales con los Rangers de Texas y los Yankees de Nueva York, donde terminó su carrera con números bestiales, pero sin la opción de llegar al Salón de la Fama, algo que Ohtani parece tener seguro.
El pacto Ohtani-Dodgers, dobla, por ejemplo, lo que cobrará Manny Machado en 11 años con los Padres de San Diego. Y no hablamos de un jugador menor, ni de una estrella de ocasión, no. Machado es el mejor defensor de la tercera base en todas las Grandes Ligas y aunque no ha podido llevar a su equipo a una Serie Mundial, los fanáticos entienden que no es solo culpa suya, porque en la nómina estuvieron Juan Soto, Fernando Tatis Junior y Xander Bogaert, entre otor, y nada.
Aaron Judge, el capitán de los Yankees, ganará 360 millones en nueve temporadas, a razón de 40 millones por cada año en la Gran Manzana, y ese acuerdo lo consiguió al año siguiente de haberse convertido en el recordista de cuadrangulares de la Liga Americana. Y Mookie Betts, quien alineará con Ohtani en los Dodgers, recibirá unos 365 millones, pero en una docena de años, a un promedio de poco más de 30 por cada campaña.
Quien más se le acerca es su otrora compañero en los Angelinos de Anaheim, Mike Trout, quien tiene un pacto por 426. 500 millones por una docena de años, a poco menos que 40 por temporada, mientras el japones recibirá 70, tal vez como premio a su doble condición de gran bateador y de lanzador estrella, aunque se perderá todo 2024 desde el box por su segunda operación de Tommy Jones de su carrera, algo que a algún seguidor de los Dodgers no le gustará mucho.
Ohtani es una bestia, un jugador con un físico impresionante y una preparación mental increíble para jugar al béisbol. Es de esos jugadores a los que solo tienes que ver para darte cuenta de que es una estrella, porque hasta cuando camina del dogout al box o a la caja de bateo, impresiona por su comportamiento, su serenidad y la confianza que destila en sí mismo. Los Dodgers, en fin, van a pagar lo que se ganó el japonés. Ni más ni menos.
¿UNOS DODGERS INVENCIBLES?
El desembarco del lanzador-jonronero japonés en el equipo que dirige Dave Roberts convierte a los de Chávez Ravine en candidatos a ganar la División del Oeste de la Liga Nacional, a ser primeros del llamado Viejo Circuito y a pelear la Serie Mundial con cualquier rival. Solo hay que mirar la alineación que pueden presentar en el primer día de trabajo de 2023 para darse cuenta de que meterán miedo, aunque, por supuesto, ya no tendrá más a JD Martínez, porque su puesto será de Shohei.
Hablar de un line up a estas alturas es una locura, pero los Dodgers tendrán a la mayoría de los siguientes nombres: Mookie Betts, Freddie Freeman, Wlii Smith, Max Muncy O Jason Heyward, y lo de que JD Martínez salga no lo tengo tan claro, porque podrían buscarle acomodo y mantenerlo en la formación de ataque, donde casi seguro Ohtani entraría como segundo, detrás de Betts, o tal vez como tercero, después de Betts y Freeman.
Si yo fuera el manager, le tendría reservado el tercer turno en el orden por los próximos cinco o seis años, incluso en esos días que lanza, pero eso, sin embargo, y con favoritismo incluido, no garantizará que los Dodgers vayan a llegar siempre a la Serie Mundial, aunque parece improbable que no dominen la División del Oeste. Solo tienen que darle un poco de forma a su cuerpo de lanzadores y encomendarse a Dios para que sus estrellas no se lesionen.
Eso sí, si por esas causalidades que tiene la vida, si Ohtani no puede volver a lanzar o su habitual forma física no llega a tope, como hasta ahora, los Dodgers, en lugar de ser el quipo más envidiado ahora mismo en todo el deporte estadounidense y tal vez del mundo, se pueden convertir en objeto de burla. Todo está en manos de Ohtani y de lo que sea capaz de hacer en los 10 años que tiene pactados con su nuevo equipo, que tiene un nombre parecido, pero colores y aspiraciones diferentes.
Por cierto, los 700 millones de dólares del acuerdo se los ganará en 10 años, pero no los recibirá en su cuenta en una década. Ese momento entrará poco a poco, hasta muchos años después, para permitirle a los Dodgers manejar con el límite salarial y poder darle los retoques a una nómina que centrará la atención de los fanáticos desde antes de lanzarse la primera pelota de la próxima temporada. Todo por culpa del fenómeno Shohei Ohtani y sus 700 millones de salario.