Si pensaste que en la temporada de las Grandes Ligas solo se hablaría de Shohei Ohtani por los jonrones, las carreras impulsadas o las bases robadas, en espera de que llegara el próximo año para verlo de nuevo como el mejor jugador de dos vías que ha pasado por la historia de las Grandes Ligas, por encima incluso del genial Babe Ruth, posiblemente estés equivocado. El escándalo alrededor del fenomenal beisbolista japonés lo ha puesto en el disparadero.
Mientras Los Dodgers jugaban partidos oficiales en Corea del Sur ante los Padres de San Diego, se destapó la caja de Pandora y el nombre del recio toletero nipón salió a escena, vinculado a su traductor y las apuestas deportivas, para dar inicio a declaraciones contradictorias e investigaciones que podrían enterrar para siempre al tal vez más grande de los jugadores extranjeros en la historia de la llamada Gran Carpa.
Habitualmente tranquilo, alejado de toda polémica, caballeroso, callado y cortés, Ohtani se metió en un bolsillo a la fanaticada nada más aterrizar en Estados Unidos, pero su hipotético vínculo con las apuestas podría echar por tierra todo eso y troncharlo todo. Los que creen en él, creen que ha dicho la verdad, a pesar de las contradicciones y esperan que su imagen quede lavada de una vez, pero presiento que costará trabajo.
¿CÓMO EMPEZÓ TODO?
Volvamos al principio. Los Dodgers y los Padres jugaban en Corea del Sur y el equipo angelino decidió despedir al traductor de su mejor pelotero, Ippei Mizuhara. Lo cortó de raíz, a pesar de que sabían que era amigo personal del jugador desde hacía muchos años, pero en realidad todo había comenzado unos dos días antes, cuando la prensa tuvo noticias de una transferencia de 4.5 millones de dólares desde la cuenta bancaria de Ohtani.
La salida a la luz de a transferencia puso a trabajar a los medios, alertó a la opinión pública, mandó al disparadero al beisbolista japonés y dio paso a miles de conjeturas desde cualquier parte sobre lo que pudiera pasar en el futuro con la carrera de Ohtani, aunque ahora mismo lo que menos hay es claridad sobre el asunto y, por lo tanto, nadie puede decir con certeza lo que pasará en los próximos días, meses o años.
Aquella primera versión de que el pelotero abrió su billetera con la intención de ayudar a un amigo en problemas, al parecer, le echó más leña al fuego y no convenció a casi nadie, y entonces apareció una segunda, también salida de sus manejadores, relacionada con un posible robo por parte de Mizuhara, sin que el bateador designado de los Dodgers supiera nada, ni tuviera idea alguna de a dónde iba esa plata y con qué objetivos. Igual parecía raro.
Eso de que el pelotero ayudaba al amigo con una suma cuantiosa para pagar su deuda de apuestas ilegales sonaba feo, pero también lo del robo en las tarjetas del jugador. Sin embargo, el entorno del sluggfer y lanzador aseguró que el japonés, de conducta intachable, no solo en Estados Unidos, sino también en su país, jamás apostaba, y mucho menos en el béisbol. Y eso tratarán de demostrarlo, con la intención de salvarle el pellejo.
En primera instancia, según trascendió, ni la Oficina de Investigaciones de California, ni el Buró Federal de Investigaciones, está envuelta en la investigación del ya llamado Caso Ohtani, lo cual deja entrever que se trata de un asunto federal y que serán esas instancias las que se inmiscuyan en la pesquisa para saber hasta dónde está involucrado el pelotero en toda la trama, que puede terminar con su carrera en Grandes Ligas.
SE PARECE EL CASO OHTANI A OTROS ANTERIORES
Cada vez que salen a la luz rumores sobre algún caso de apuestas en los deportes en Estados Unidos, aparece en escena un nombre, el de Pete Rose, un fenomenal jugador que dejó su nombre grabado para siempre en la historia de las Grandes Ligas, pero que unas apuestas lo convirtieron en poco menos que un paria en el deporte, al extremo de que le negaron el ingreso al Salón de la Fama.
Nadie bateó más hits en la historia del mejor béisbol del mundo que Rose, un jugador de un contacto privilegiado y unas habilidades enormes para alcanzar la primera base con sus conexiones, pero lo de apostar, aunque sea por su equipo, como hizo Rose, terminó por ensuciar una carrera fenomenal y excluirlo, tal vez para siempre, del recinto de los inmortales, donde están los grandes de verdad del béisbol.
Tal vez Ohtani no haya jugado, que sea cierto que solo apostaba su traductor y buen amigo. Puede que el beisbolista le haya dado dinero para que cubriera sus deudas, porque cinco millones parece mucha plata para cualquiera, pero no lo es tanto para alguien que recibía más de una decena de millones por temporada desde hace tiempo y que terminó por firmar el contrato más grande de la historia del deporte.
Para tener claras las consecuencias, sin embargo, hay que ir al acápite 21 del reglamento de Major League Baseball, el cual sostiene que 'cualquier jugador, árbitro, funcionario o empleado del Club o la Liga que realice apuestas con apostadores ilegales, o agentes para apostadores ilegales, estará sujeto a la penalidad que el Comisionado considere apropiada a la luz de los hechos y circunstancias.
Si Ohtani transfirió el dinero, estará en problemas y su futuro dependerá de lo que crea la Oficina del Comisionado. Si fue un robo masivo, como dice la segunda versión, y se puede probar, el que estará en rollos será Mizuhara, pero se habrá salvado la cabeza de la estrella japonesa, aunque el fantasma de las apuestas lo rondará siempre y creará dudas en el futuro a la hora de tomarlo en cuenta para cualquier elección, incluso el Salón de la Fama.