Modric sigue de espaldas al almanaque

 En los últimos 15 años el Balón de Oro fue patrimonio de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo. Solo un jugador logró colarse entre ellos y llevarse el trofeo a casa: el croata Luka Modric, un jugador que olvidó el almanaque y cada día pone sobre la cancha la clase y el vigor de un veinteañero, a pesar de que el venidero 9 de septiembre cumplirá 37 años.

El brasileño Kaká, por entonces gran estrella del Milán AC, levantó el más prestigioso trofeo individual del fútbol en 2007, y ahí se cerró el grifo para cualquier otro que no fueran Messi y Cristiano, hasta que en 2018, después de ganar la Liga de Campeones con el Madrid y convertirse en pilar de la Croacia que llegó a la final de la copa Mundial, tocó el turno de Modric.

Fue un justo reconocimiento a un jugador de un comportamiento ejemplar, aunque tal vez un poco alejado de las cámaras y los flashes, algo que no agrada mucho a los seguidores de las grandes estrellas, o a aquellos medios que se encargan de promocionar a las figuras prominentes del más universal.

Hace una década, en el mercado de traspasos de 2012, Modric quiso llegar al Madrid. El club blanco le hizo una oferta tentadora y el croata intentó negociar con la directiva del Tottenham, que se negó rotundamente a dejarlo salir. Entonces se declaró en rebeldía, hasta que en los estertores de la fecha límite para los cambios, consiguió cumplir lo que llamó su sueño: jugar en el club de la capital española.

Luego de unos años malos, el equipo blanco volvía a semifinales de Champions y plantaba cara al Barcelona, que, con Lionel Messi y una constelación de estrellas, acaparaba protagonismo, tanto en la Liga Española como en Europa.

En 2014 el Madrid ganó su décima Champions, y Modric fue protagonista. De sus botas salió el corner que cabeceó Sergio Ramos al palo derecho de Thibaut Courtois, entonces portero del Atlético de Madrid, en aquella histórica final de Lisboa.

Y la vida siguió, como dice el trovador, y dos años después el Madrid comenzó a eslabonar una cadena de tres títulos de Champions en línea, que terminó con la levantada en 2018 ante el Liverpool, en el estadio Olímpico de Kiev, unos días antes de que Modric, como gran figura, llevara a Croacia a la final de la Copa del Mundo de Francia, ante el poderoso once anfitrión, donde ya era estrella emergente Kyllian Mbappé.

En la final del Mundial Francia fue mejor y ganó, pero para Croacia fue una actuación fenomenal, casi inesperada, y los encargados de votar por el Balón de Oro escogieron a Modric, por delante de Cristiano Ronaldo, que había dejado el Madrid después de ganar la Champions y marchado a la Juventus, los franceses Anthoine Griezmann y Mbappé, y el argentino Lionel Messi, en ese orden.

Un título de Champions, con protagonismo, y una final de Copa Mundial eran suficientes. Se hizo justicia, pero se quebró de momento el dominio del portugués y el argentino, aunque las aguas volverían a la normalidad con otros dos trofeos para Messi en 2019 y 2021, y una vacante en 2019 porque los patrocinadores alegaron que algunas ligas pararon por el coronavirus y no sería justo entregarlo a un jugador específico.

Luego de eso, el Inter de Milán fue a por Modric, pero el Madrid no lo dejó salir. Con el alemán Tony Kroos y el brasileño Casemiro, formó en el Madrid un centro del campo espectacular -la conocida CMK- y terminó por alargar su contrato en el formato de año a año, la condición que pone el presidente Florentino Pérez a quienes renuevan luego de finalizar su pacto con el club.

El año anterior, sin peros, extendió su acuerdo por una temporada y advirtió que su sueño era retirarse en el Madrid, un club que exige estar en el top mundial a cada uno de sus jugadores, al menos a los titulares. Este año, según rumores, sucederá algo parecido.

Modric se quedará, cualquiera sea el resultado de la final de la Champions, que se jugará en París el 28 de mayo. Y estará también en la Copa Mundial de noviembre y diciembre próximo en Qatar, aunque sus posibilidades de repetir un Balón de Oro ya quedaron en el pasado.

La gran estrella del Madrid en este momento es el delantero Karim Benzema, que tiene casi asegurado el Balón de Oro en su nuevo formato, a menos que el senegalés Sadio Mané o el egipcio Mohamed Salah se salgan en la final de la Champions, con actuaciones muy destacadas.

Ambos fueron finalistas de la Copa África, que ganó Senegal, y eso contará, pero lo cierto es que Modric tiene escasas opciones, a pesar de actuaciones descollantes esta temporada, como en los partidos de vuelta ante el PSG y Chelsea en octavos y cuartos de la competición continental, por ese orden.

Lo cierto, cuando cuelgue las botas quedará en la afición un sabor agridulce por haber disfrutado de un gran jugador y por la despedida. Eso sí, su nombre quedará grabado para siempre entre las grandes leyendas de la historia del fútbol, y entre los mejores centrocampistas, sin discusión alguna.

A pesar de no ganar nunca un Mundial, estará en un grupo de grandes jugadores que le dieron lustre al más universal y que destacaron por su elegancia dentro del campo.