Luego de la fase de grupos de la presente UEFA Champions League, el PSG, que terminó segundo de su llave tras el Borussia Dortmund, pareció tocado por la varita de la suerte, porque le cayeron los rivales que todos querían. Y le fue bien hasta las semifinales pero alcanzar esa instancia no es suficiente para un equipo que representa a una institución hecha para imponerse en Europa.
Por años, el gobierno de Qatar ha puesto todo el dinero necesario para meter al Paris Saint-Germain entre los grandes de Europa, y una vez dado ese primer paso, hacer que el equipo ganara su primera UEFA Champions League. No escatimó nada el emirato petrolero para que el PSG se pusiera a la cabeza de Europa y relegara a puestos secundarios a los históricos de siempre.
El PSG sacó a Neymar Jr. del Barcelona cuando todos pensaban que sería imposible. Se llevó a Lionel Messi a París cuando Joan Laporta incumplió su compromiso de renovarlo. Contrató a Sergio Ramos, cuando el Real Madrid lo dejó libre. Ficho a Ousmane Démbelé para redondear una alineación tremenda. Incluso, rompió la hucha con Kylian Mbappé, cuando el Real Madrid lo tenía en el punto de mira.
MBAPPÉ COMO CABEZA DEL PROYECTO
A Mbappé le gustó siempre el Real Madrid. De niño tenía su habitación repleta de posters de Cristiano Ronaldo y del Real Madrid. El chico se hubiera ido al equipo blanco en 2017, pero nadie le garantizó la titularidad, como era de esperar, y no tuvo más opciones que intentar hacerse grande en el Parque de los Príncipes, donde se convirtió en ídolo absoluto.
Jugaba para el PSG cuando guió a Francia al título Mundial de Rusia 2018, y casi desde entonces se comenzó a hablar de una posible salida a la capital española, por lo cual no estaba el presidente Naser Al-Khelaifi ni el emir de Qatar, el que verdaderamente cortaba el bacalao en el club, o lo corta aún. Parecía imposible que Mbappé saliera del club antes de la Copa Mundial de 2022.
Unos meses antes, sin embargo, lo tuvo todo hecho con Florentino Pérez, y a solo unos días del cierre de la temporada, justo cuando el Real Madrid iba a jugar la final de la Champions 2021-2022 ante el Liverpool, le dio para atrás. En Madrid se quedaron como las flores y todo preparado, como el novio que espera a su prometida al pie del altar y esta nunca llega.
Supuestamente, el jugador y el club francés habían llegado a un acuerdo por tres temporadas, hasta 2025, pero nada más terminó el primer año, en junio de 2023, le dijo al equipo que se iba al final de la temporada de 2023-2024. Eso le costó, pero Mbappé sabía que los premios que tenía en mente difícilmente llegarían mientras estuviera en París, por más que lo intentara, año tras año.
Al final, luego de dejarlo fuera de los entrenamientos, giras y convocatorias, las partes llegaron a un acuerdo: el jugador saldría, aunque todavía no ha dicho a dónde, pero haría todo lo posible por llevar a su club a la cima de Europa, y lo intentó hasta el partido de este martes en el Parque de los Príncipes frente el Borussia Dortmund, sin conseguirlo, y se llevó todas las críticas de la afición.
DE NIÑO MIMADO A VILLANO
Mbappé fue diferencial ante la Real Sociedad en octavos de final, sobre todo en el partido de vuelta en el Reale Arena, luego de sufrir en la primera mitad de la ida en casa. Volvió a ser el futbolista exuberante, veloz, capaz de dejar atrás a todos los zagueros rivales. Y puso a su equipo en cuartos de final, donde se iba a enfrentar al Barcelona de Xavi Hernández, un equipo que juega bien un día y al otro mal.
El once catalán ganó por 2-3 en París, pero no pudo mantener la ventaja en casa, pese a haberse puesto delante en el arranque del partido. La expulsión de Ronald Araújo al minuto 30 le abrió las puertas del gol al PSG y Mbappé aprovechó y se sumo, con los dos goles finales de un 1-4 que mandaba a casa a los locales y les permitía a ellos seguir con vida, y medirse al Borussia Dortmund.
Volvió a salir favorito el PSG. En el Signal Iduna Park, ante la marea amarilla de los seguidores germanos, no solo no brillo Kylian, sino el resto de sus compañeros aunque el final mandaron dos balones a los palos, aunque en una misma jugada. El local sacó ventaja mínima, de 1-0, que muchos consideraban insuficientes para la vuelta. Pero sobró e, incluso, el Borussia hizo otro gol, este de cabeza de Mats Humels.
Mbappé aportó. Luis Enrique lo colocó a la izquierda, donde supuestamente más le gusta, pero cada vez que picó hacia la portería se encontró una defensa escalonada, de hasta tres jugadores que no le permitieron hacer mucho. Cuando se aburrió del marcaje, intentó ser útil y facilitar el trabajo a sus compañeros, pero ya era tarde, el tiempo se acababa y en 180 minutos no pudo romper el arco rival.
El PSG de nuevo eliminado, justo en el último partido de Mbappé en Champions con la camiseta del PSG. La afición la tomó con él. El culpable no fue Luis Enrique, ni el portero, ni los mediocampistas. Todas las culpas cayeron sobre él, por mucho el jugador mejor pagado del equipo, el que tenía que darle la vuelta y llevar al equipo a una final europea y a un título. Amarga despedida para el considerado mejor jugador del mundo y el hombre con más goles en la historia del club.
