Los dirigentes del béisbol en Estados Unidos siguen introduciendo cambios a un deporte que lleva siglo y medio en la preferencia de algunos países, pero que en otros se torna poco menos que aburrido y demasiado extenso, una situación que intentan enmendar con las últimas transformaciones, las cuales se prueban en los partidos de pretemporada para aplicar ya en la campaña regular.
El uso de relojes para controlar el tiempo entre lanzamientos entrará por fin, oficialmente, en la máxima categoría del béisbol mundial, y casi seguro que dejará secuelas en torneos menores, los cuales, habitualmente, copian después los cambios y los introducen en otros torneos nacionales, hasta que se generaliza en el mundo, incluidos los torneos internacionales de cualquier nivel.
Por ahora, las Grandes Ligas establecerán un límite de 15 segundos entre lanzamiento y lanzamiento, cuando no haya corredores en bases, y de 20 cuando haya jugadores del equipo contrario en las almohadillas. Si ese tiempo se viola, automáticamente el árbitro decretará una bola para le bateador en turno. Pero no todo el mundo coincide en que esas determinaciones sean buenas para el béisbol.
MÁS CAMBIOS
El conteo del tiempo lleva reajustar otras cosas, y los directivos de la Major League Basseball piensan en todo eso y, por ejemplo, ya establecieron que los pitchers podrán abandonar dos veces la lomita de lanzar, ya sea por intento de sorprender a un corredor o simplemente para sacar el pie. En esos casos, el reloj comienza de cero de nuevo, pero en una tercera ocasión el cronómetro no se detendrá.
Las normas de tiempo no solo tendrán que cumplirla los lanzadores. También los bateadores tendrán que moverse con rapidez, y no podrán demorar más de 30 segundos en llegar a la caja de bateo luego de haber terminado su antecesor. Si no está a tiempo, automáticamente el árbitro le marcará un strike. Igual sucederá si demora más de ocho segundos en colocarse en posición de batear entre lanzamiento y lanzamiento.
Por ahora, luego de los primeros juegos de pretemporada, en los cuales se ha probado el novedoso sistema, los partidos han transcurrido a mayor velocidad, con ahorros de tiempo superiores a los 20 minutos por partido, como promedio, aunque siempre habrá choques largos, sobre todo aquellos en los cuales tanto un equipo como el otro anotan muchas carreras.
Con estas modificaciones, más algunas de temporadas recientes, se terminan los partidos que se extendían hasta por seis horas, sobre todo si se jugaban 15 capítulos o más, algo que la llamada Regla Schiller, la cual establece que más allá del noveno capítulo, el equipo a la ofensiva coloca un corredor en segunda base, con lo cual cambia la estrategia por completo y hace que los juegos rara vez pasen del undécimo inning.
Tanto el control de tiempo como la regla de colocar al corredor en segundo tuvieron y tienen defensores y detractores, porque afectan un poco la esencia del béisbol, pero son parejas para un equipo u otro. Y nadie puede decir que está en desventaja. Pudiera estarlo en un juego, pero cuando se mira un campeonato en general, sobre todo si es el de 162 juegos de las Grandes Ligas, funciona parejo.
¿EL FIN DE LAS FORMACIONES ESPECIALES?
Ted Williams es tal vez el más grande bateador que haya habido. La estrella de los Boston Red Sox tenía unas habilidades increíbles bate en mano, pero disfrutaba sobre todo el conectar hacia la parte derecha del campo, porque su condición de zurdo lo ayudaba. Con el tiempo, los contrarios se dieron cuenta de eso y le hacían formaciones especiales, con casi toda la defensa del infield hacia esa parte.
Alguien, que lo conocía bien y que sabía que podía empujar la pelota hacia la parte izquierda del campo, le sugirió una vez que intentara sacar ventaja de aquella situación, pero la propuesta no le gustó mucho al recio toletero, que lo miró de arriba a abajo y le dijo: "todos esos que están ahí -en referencia a los fanáticos- vienen a verme batear por donde siempre. No cambiaré por nada".
Puede ser cierta o falsa la anécdota pero lo cierto es que las formaciones, que antes eran esporádicas, terminaron por hacerse tradicionales y las Grandes Ligas decidió tomar cartas en el asunto y ponerles coto de una vez. Y ese será uno de los nuevos cambios para la temporada 2003, según la oficina del Comisionado: ahora la regla establece que los cuatro infielders estén en su zona, con al menos dos a cada uno de los lados de la segunda base.
Así que se acabaron las formaciones especiales, en tanto aumentarán de 15 a 18 pulgadas los lados de las almohadillas, con la intención de evitar encontronazos entre los jugadores a la defensa y los que corren por las bases. pero la transformación es solo para primera, segunda y tercera bases, porque el home plate mantendrá sus medidas de siempre, lo cual hará que se mantenga la zona de strike inalterable.
Antes de aplicar estos cambios, el sistema del béisbol decidió probarlos por un año en las ligas menores y, según los informes, rindieron sus frutos, porque los juegos se acortaron 25 minutos como promedio, aumentó en dos puntos -de .247 a .249 el average ofensivo, y disminuyeron notablemente los encontronazos en las almohadillas, que en un deporte tan rudo como el béisbol, a veces pueden representar lesiones duraderas.