El inicio del Roland Garros 2023 está a la vuelta de la esquina y el tenista que dominó el torneo desde 2005 hasta la fecha con mano de hierro no ha regresado al circuito, ni siquiera para demostrar que pudiera estar para el 28 de mayo, cuando se abran las imaginarias cortinas de la lid parisina. Hasta ahora se ha perdido toda la temporada sobre arcilla y nadie sabe si se perderá el resto.
Lo cierto es que después de abandonar en Wimbledon 2022, antes de la semifinal con el australiano Nick Kyrgios, Rafael Nadal no ha vuelto a ser el mismo, y su estado de salud le ha pasado la cuenta una y otra vez, al extremo de que muchos de sus seguidores, y hasta algunos conocedores a fondo de su carrera, creen que el final del mejor deportista español de la historia está llegando al final.
Pero Nadal es Nadal, uno de esos deportistas al que muchas veces han dado por terminada su carrera y ha resucitado como el ave Fénix para regresar de nuevo a los primeros planos. Y no solo a eso, sino para ganar torneos importantes, tal como hizo la temporada anterior, donde se alzo con títulos en los abiertos de Australia y Francia, además de los cuartos de final del de Inglaterra.
LAS LESIONES Y LA CAÍDA EN EL RANKING ATP
Nadal abandonó recientemente el top ten del ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), y ahora mismo ocupa el puesto 14, además de ser el segundo español mejor clasificado, por detrás de Carlos Alcaraz, quien ocupa la segunda plaza, muy cerca del líder mundial, el serbio Novak Djokovic, a quien también lo han afectado los problemas físicos en las últimas semanas, aunque menos que a Rafa.
El entorno del nativo de Manacor, en Mallorca, advirtió que el rey de la tierra batida no forzará nada, como hizo para jugar a principios de años el Abierto de Australia, y advierte que solo volverá a las canchas cuando esté plenamente en forma, aunque a todos, jugador y equipo, quisiera que eso ocurriera para Roland Garros, solo que el tiempo se acaba y la lid está a poco más de cuatro semanas.
Su tío Tony Nadal, con quien entrenó durante casi toda su carreras, antes de cambiarlo por Carlos Moyá, dejó claro que su retorno solo será posible si está al ciento por ciento, porque es la única forma que ve de ganar un torneo tan exigente y difícil como el que se juega en las pistas de arcilla de Roland Garros, donde, incluso, han levantado una estatua en su honor.
Sin embargo, aunque Nadal recupere su físico en los días que faltan para el 28 de mayo, tendrá muy poco rodaje de cara a la lid, lo cual lo colocará en desventaja con el resto de los aspirantes al título, entre los cuales estaría Djokovic, quien ya advirtió que Roland Garros se convirtió en su próximo gran objetivo, tal vez porque da por hecho que le será mucho más fácil ganar en la hierba de Londres que en la tierra de París.
Todos saben, sin embargo, que en ocasiones anteriores el español llegó a la capital francesa casi sin opciones, o con muy pocas, y con el paso de los días fue mejorando su juego, avanzando en el organigrama y terminó por ceñirse la corona de campeón. ¿Por qué esta vez no puede ocurrir lo mismo? Se lo preguntará él propio jugador y también sus rivales, quienes saben que en arcilla no tiene iguales.
LA DURA CARRERA POR LOS GRAND SLAM
Rafa, ganador de 22 torneos de Grand Slam en su carrera, 14 de ellos en las pistas de arcilla de Rolando Garros, ha dejado un reguero de marcas durante su larguísima carrera en la cúspide del tenis mundial, una historia que ha estado matizada por la rivalidad con el suizo Roger Federer y el serbio Novak Djokovic, que no solo lo benefició a él, sino a sus otros dos compañeros de profesión.
El español se lesionó en el Abierto de Australia y, además de perder muchos de los puntos que defendía por su condición de campeón del año anterior, permanece lejos del circuito desde entonces, con lo cual ha ido cediendo posiciones en el escalafón mundial de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), hasta dejar el top 10 por primera vez desde que entró en él, el 25 de abril del lejano año de 2005.
En el tenis, estar en la parte alta de la clasificación no es solo cuestión de rango, sino que facilita los enfrentamientos con los grandes rivales solo en las rondas finales. De lo contrario, fuera de ese grupo, podría tropezarse con cualquiera, incluido el propio Djokovic, incluso desde cuartos de final, una situación que todo el que aspira a ganar un torneo intenta evitar siempre.
Nadal puede retirarse mañana y aún así dejará marcas casi imposibles de romper en un futuro, entre ellas los 14 trofeos de Roland Garros, o las 912 semanas entre los 10 mejores del mundo. Cualquiera de las dos marcas parece muy difícil de alcanzar o superar, aunque en el deporte, dicen, los récords están para ser superados y no hay motivos para pensar que en un futuro no aparezca un competidor con su mismo ADN e igual capacidad de resiliencia.
Lo que sí es seguro es que se hablará de Nadal siempre, y su nombre aparecerá junto a los de las grandes leyendas del llamado deporte blanco, como Roger Federer, Djokovic, Pet Sampras, Joe McEnroe, Ivan Lendl y Jimmy Connors, entre algunos otros que dejaron una estela gloriosa en las pistas. A mí, que soy seguidor del español, me duele solo de imaginar la cercanía de su final.