Los partidos entre el Real Madrid y el Barcelona no son enfrentamientos cualesquiera, choques intrascendentes, juegos en los cuales basta con ganar, o sumar, en última instancia. Los clásicos son desafíos duros, que afincan a los ganadores y dejan golpeados a los perdedores, más allá del discurso que pueda haber a posteriori, por aquello de si jugaron bien o mal, o de si merecieron ganar o no.
El Barcelona se adelantó pronto en el Olímpico de Montjuic, pero se conformó. En esos momentos posteriores al gol, el Real Madrid estaba tocado, pero los jugadores y el técnico creyeron que era suficiente, que bastaba con ese gol, y renunciaron a ir por más. Tuvieron opciones, oportunidades, pero la zaga blanca y hasta los palos, las malograron siempre, y el choque ya a su fase crítica con ventaja mínima para los de casa.
Y ante el Madrid, cuando los partidos llegan a ese momento, es muy peligroso. No es de este año con la llegada de Jude Bellingham, sino desde siempre. El blanco suele ser un equipo que no se da por vencido jamás, y que tiende a meterle el miedo en el cuerpo al contrario, a medida que se acerca el pitazo final. El rival lo sabe, lo sufre y hasta lo presiente. Y entonces ocurre.
UN BARCELONA TOCADO, PESE A XAVI
Xavi Hernández, el entrenador del Barcelona, cree que mereció ganar, que su equipo jugó mejor, y piensa que con ese fútbol le basta para proclamarse campeón de La Liga cuando llegue a mayo del año próximo. Su discurso se parece mucho a otros escuchados con anterioridad, incluso cuando eran eliminados en la fase de grupos de la UEFA Champions League. Pierde, pero está en el camino correcto.
Ese discurso no cambia. No se sabe si viene de arriba, de la junta directiva del club o el de su propia invención, pero lo cierto es que encaja en el culé promedio, que sigue creyendo que tal cual dice el técnico. Y olvida que en el más universal se gana con goles, y que importa poco el control que tengas del partido en una cantidad de minutos más o menos grande, porque al final pesan los goles.
Estableciendo una comparación con el boxeo: un púgil puede controlar 11 de los 12 rounds del combate, esquivar a la perfección, ir delante en las boletas de los jueces, y lucir un estilo más vistoso, pero si en el asalto de despedida permite que lo dejen fuera de combate, de nada habrá servido todo lo que hizo hasta el momento. El otro, con los ojos medio cerrados y la cara magullada, fue mejor, ganó y se llevó el botín.
Igual sucede en el fútbol. Xavi no lo entiende, o no lo quiere entender, pero uno que llegó desde fuera, que viene de ganar la última Champions y la Premier Liga, Ilkay Gundogan, se lo recordó. El internacional alemán hablo de demasiada complacencia en el vestuario pese al revés. Se mostró extrañado de que hubiera tanto conformismos en unos profesionales que acaban de perder un clásico, que no es cualquiera, sino el más visto del mundo.
Las palabras del exjugador del Manchester City suponen un varapalo para el entrenador y un mensaje a todos los que desde adentro creen que todo está bien, que basta con tener un poco de posesión sobre el rival, hacer algunas triangulaciones y ya. Al final, ahora mismo, están cuartos en La Liga, no solo por detrás del Real Madrid, sino del Girona y el Atlético de Madrid, por muy joven que parezca la temporada.
UN MADRID LÍDER, PERO CON PROBLEMAS
Tres puntos se llevaron lo del Madrid del Olímpico de Montjuic. Sumaron de a tres gracias a Jude Bellingham, como dicen los detractores, quienes olvidan que Florentino Pérez fue quien lo fichó y no otro club. Y pagó más de 100 millones de euros por él para que fuera decisivo, sobre todo en los grandes partidos, en esos en los cuales las estrellas tienen la obligación de brillar y tirar del carro.
El inglés igualó con un trallazo enorme desde fuera del área, y luego, en la prórroga, apareció por allí, por donde aparecen los goleadores y empujó la pelota a las redes para el segundo tanto, el de la remontada. Lleva 13 goles en la misma cantidad de partidos con la camiseta blanca, y hasta ahora tiene enamorados a sus compañeros, la afición y al cuerpo técnico, sobre todo a Ancelotti.
Con el partido en la Ciudad Condal, el Real Madrid resuelve otro escollo lejos del Santiago Bernabeu, porque ya jugó lejos de casa ante el Athletic de Bilbao, el Atlético de Madrid, Sevilla y Barcelona, los rivales más complicados de la Liga, los cuales, en la segunda vuelta, tendrán que visitar el feudo blanco, que no es inexpugnable, pero al menos ofrece un poco más de tranquilidad.
Sin embargo, a las bajas por lesión casi definitivas de Thibaut Courtois, el partido ante el Barcelona sacó de escena por ocho semanas a Aurelién Tchouaméni, por fractura del segundo metatarsiano. La baja del francés no es caótica para el cuerpo técnico, porque tiene sustitutos de garantías, entre ellas la de Eduardo Camavinga, quien clama sobre la cancha un puesto de titular garantizado.
Más allá de eso, queda claro que David Alaba no atraviesa su mejor momento y que cada vez que la defensa encaja un gol, él sale en la foto. A pesar de eso, Ancelotti le mantiene toda la confianza, mientras Nacho, que suele hacerlo muy bien en cada oportunidad, permanece en el banquillo. Y por si fuera poco, Rodrigo Goes no ha tenido su mejor arranque de temporada y el equipo lo va a necesitar.