Hay un viejo refrán español, cuyo origen nunca me he preocupado por averiguar, que dice que la necesidad hace parir jimaguas. No tengo ni ideas de porqué surgió, ni dónde, como todos esos proverbios que han perdurado en el tiempo, pero se me antoja que le sienta muy bien a lo que ocurre con el Fútbol Club Barcelona, una institución sumida en problemas económicos serios, que no ha tenido más opción que tirar de la cantera.
No es un asunto de ahora, de la Era Xavi, por el nombre del actual técnico. Eso viene de hace unos años, cuando el gobierno de Josep María Bartomeu y aquellos salarios estrafalarios que le pagaban a las estrellas, sobre todo a Lionel Messi, y que terminaron por dejar el club al borde de la bancarrota. Ante esa situación, que se agravó aún más cuando la pandemia del coronavirus, los entrenadores de turno no tuvieron más opción que ir a por La Masía.
La Masía le dicen al lugar donde se forman los jugadores de la cantera culé. Es como La Fábrica del Real Madrid. Allí se forman los futuros jugadores de la primera plantilla y también otros que van a parar a otros equipos de primera división y que siempre dejan algo de dinero en las arcas. La Masía es como una industria, solo que de formación de jugadores y en ellas se prioriza lo que en Cataluña han dado en llamar ADN Barca.
KOEMAN REVITALIZÓ LA CANTERA
Cuando Bartomeu fichó al holandés Ronald Koeman para entrenar al Barcelona, le prometió reforzar la plantilla, hacerla competitiva y darle posibilidades de luchar en Europa con posibilidades, pero luego la Junta Directiva no cumplió su promesa con el entrenador, lo dejó casi que tirado, y el técnico, ante la necesidad, no tuvo más remedio que apelar a la cantera. Y hay que reconocer que con la mayoría de los jugadores tuvo éxito.
Pedri, por ejemplo, explotó al momento. Cuando aún no había jugado tres partidos completos en primera división, ya se le veían modales de gran futbolista: trato exquisito del balón, vista periférica envidiable, capacidad para romper líneas y, sobre todo, habilidad para el último pase y encontrar a un compañero en la mejor posición. No solo se hizo de la titularidad con el Barcelona, sino también con la selección española. Había nacido un crack.
Koeman necesitaba un acompañante para Pedri en el mediocampo. Necesitaba alguien con pulmones enormes y piernas resistentes para hacer en el mediocampo lo que no harían jamás Pedri y el ya veterano Sergio Busquets, y entonces el técnico miró a la cantera y apuntó a Gavi. Sucedió como con su compañero: el chico mostró modales, carácter, y poco a poco se ganó un puesto en el equipo blaugrana y también con la selección.
Cuando hizo falta goles, también hubo soluciones en La Masía. Un chico de nombre Ansu Fati le entró por los ojos a todos. Koeman le dio juego, libertad, regularidad y el chico explotó. Tenía lo más importante para triunfar en el fútbol: goles. El Barcelona, parecía, tenía una cantera envidiable, y parecía que cada vez que necesitaba a un crack, solo tenía que ir a buscarlo al lugar donde formaba a sus jugadores, pero a veces las cosas se trastocan.
Algunos otros, de esos que pensaron mucho que serían estrellas, se quedaron en el camino. Oscar Mingueza no dio la talla, tampoco el recuperado del Manchester City Eric García, ni Ricky Puig, quien terminó marchándose a la Major League Soccer, en Estados Unidos. Ese mismo camino tomaron otros que no estuvieron a la altura de Pedri, Gaby y Ansu Fati, que fueron los mejores exponentes de esa generación, pero…
SIEMPRE HAY PEROS
A veces, esas explosiones tempranas suelen pasarles la cuenta a los jugadores y con las tres promesas del Barcelona, a las que muchos daban como futuros ganadores del Balón de Oro, pasó lo peor que podía pasar. Primero cayó Ansu Fati, por problemas en una rodilla, que nunca terminó de resolverse y que terminó con una sesión, esta temporada, al fútbol inglés, donde tampoco ha podido afianzarse, sobre todo por las lesiones.
A Pedri le iba espectacularmente bien. Pero en el Barcelona lo sobreutilizaron, lo mismo que en la selección y el físico no le acompañó. Las lesiones llegaron una tras otra y ahora mismo hay incertidumbre con su futuro, porque pasa más tiempo lesionado que activo. Y para colmo, Gavi sufrió una lesión gravísima en una rodilla y se perderá toda la temporada, pero Xavi Hernández también apeló a la cantera y le ha salido bien.
Un día, el técnico necesitaba un atacante y llamó a Lamine Yamal. El chico, con un físico endeble aún, demostró clase y carácter y pareció que había jugado toda la vida en el primer equipo. Había nacido una nueva estrella. Un poco antes se había consagrado Alejandro Baldé, pero también se lesionó de larga duración, y tuvieron destellos de clase Marc Guiu y Fermín. Parecía que el Barcelona podría resolver los problemas de jugadores con la cantera.
Pero había más. Los centrales del equipo no están a la altura. A veces ni el uruguayo Ronald Araújo, el mejor de los centrales, estaba a la altura. Y ni hablar de Joules Koundé, Íñigo Martínez o Andreas Christensen. Entonces a Xavi se le ocurrió mirar de nuevo a La Masía y, cual si sacara un conejo de una chistera, se encontró con Pau Cubarsí, un defensor central con una pinta y una proyección tremendas. El fútbol base del Barcelona seguía siendo importante.
Ahora mismo, Yamal y Cubarsí son fijos. Nadie duda que formen parte del equipo titular para el partido del martes ante el Nápoles por la vuelta de los octavos de final de la UEFA Champions League. Puede ser un partido duro para ambos, con mucha presión, pero hasta ahora la cantera del Barcelona ha dado la cara cuando los a veces fastuosos fichajes del club no han podido. A estos chicos, solo resta cuidarlos, porque futuro tienen.