Poco después de que Ilkay Gundogan ayudara al Manchester City a ganar su primera UEFA Champions League, el jugador le dijo a su entrenador, Pep Guardiola, que se quería ir al Barcelona. Al jugador le había encantado el Barça que deslumbró con el ahora técnico del City en el puesto de mando y pensó que con solo vestir de blaugrana se podían revivir aquellos tiempos.
El centrocampista, internacional con la selección alemana, no había renovado su contrato con el Manchester City y tenía las puertas abiertas para salir sin problemas del equipo donde lo había ganado todo. Guardiola intentó convencerlo de que se quedara, pero el técnico no suele ser muy insistente en esos casos, porque tiene claro que quien quiere irse, lo mejor que hace es hacerlo.
Las negociaciones no fueron muy largas: Xavi Hernández necesitaba un jugador de su corte para el centro del campo, y Joan Laporta estuvo de acuerdo en pagarle al germano la cantidad que pedía, sobre los 20 millones de euros brutos, para que jugara en el Olímpico de Montjuic, y con él intentar borrar la pésima imagen de los últimos años en competiciones europeas.
Quiero ser honesto pero sin pasarme, porque no me gustaría decir algo que no debería... Vengo del vestuario y obviamente la gente está decepcionada, pero después de un partido tan importante y de un resultado innecesario me gustaría ver más enfado y decepción
UN AÑO EN BLANCO
Acostumbrado a equipos estables, ajenos a la volatilidad con que se vive todo en Barcelona, sobre todo si el gran rival, el Real Madrid gana, a Gundogan le resultó complicado adaptarse a su nuevo equipo. Tenía fútbol, experiencia y liderazgo, pero hubo cosas que no entendió jamás, entre ellos ese afán por hacerle la competencia en todo al archirrival, aunque supieran que las cosas saldrían mal.
Fue uno de los que vivió con sobresalto la renuncia de Xavi a mitad de temporada, y la promesa de seguir hasta el final de año, y luego de los que se extrañó cuando el técnico dijo que se quedaba porque se habían cumplido los objetivos, todo eso sin haber conseguido título alguno y luego de caer en tres ocasiones ante el Real Madrid, y seguía sin entender mucho todo aquello.
Lo que me gusta del Real Madrid es que nunca entra en pánico, incluso cuando van perdiendo 1-0 en el minuto 85. Es una cualidad mental fuerte que puede frustrar cualquier buen plan
Al final, Joan Laporta y Deco echaron a Xavi, y la contratación de Hansi Flick parecía bueno para el jugador, porque conocía al técnico de cuando fue seleccionador germano. Además, sería su segundo año, la directiva quería reforzar la plantilla, pero comenzaron a llegar señales de alerta para que algunos de los que cobraban más alto salario se fueran, y él se convirtió en uno de los blancos.
Primero enfocaron a Lewandowski, a Ronald Aráujo y a Frenkie de Jong, pero ninguno aceptó marcharse, porque el salario que les pagaba el Barça no lo iban a recibir en ninguna parte. ¿Quién le iba a pagar más de 30 millones de euros brutos al polaco o al lesionado centrocampista francés? El primero por su edad, y el segundo porque muy pocos jugadores en el mundo reciben esos emolumentos.
Y entonces se viraron hacia Gundogan. Ilkay no había pensado en salir. De hecho, imaginó que la llegada de Flick, la madurez de algunos chicos que emergían de la cantera y algún otro retoque que se le pudiera dar a la plantilla alcanzaría para pelear en Europa y para plantarle cara a un Real Madrid que había perdido a Toni Kroos, pero que había fichado a Kylian Mbappé.
TODO SE TRASTOCÓ DE PRONTO
Sin embargo, algún medio filtró que Hansi Flick le había dicho al jugador que no lo veía como titular. Todo el que sabe de fútbol algo se podía preguntar cómo era posible que el nuevo técnico no viera en su once de gala a un jugador como Gundogan, exquisito en la técnica, en el golpeo, con llegada al área rival y gol. Tenía que ser un error, pero parece que no lo fue.
Ante las palabras del entrenador, Ilkay recurrió a su viejo amigo Pep Guardiola y le preguntó si estaba dispuesto a abrirle las puertas y dejarlo regresar. Pep fue claro, y le recordó que aquella era su casa, que consiguiera la carta de libertad y que volviera, que allí tendría un puesto. Y, de pronto, el internacional alemán cambió sus planes y ahora mismo intenta arreglar un pacto con el City.
Con el Barcelona, jugué en todos los lugares donde me necesitaban, así que ha sido un poco caótico, con muchos cambios de posición…He tenido que adaptarme constantemente. A veces, jugar bien también implica saber en qué posición juegas, quién juega a tu alrededor y sentirse cómodo con eso
De más está decir que no ganará lo mismo que en el Barcelona. Muy pocos equipo, para no decir ninguno, ofrece salarios tan elevados como el Barça, aunque después, a mitad de contrato, intente por todas las vías posibles quitárselos de arriba, como sucedió en su momento con Lionel Messi, Jordi Alma, Sergio Busquets, Luis Suárez o Gerard Piqué, entre algunos otros.
Esos fueron en su momento los jugadores con mejores salarios en el mundo. Pique y Alba, dos buenos zagueros, pero nada más, cobraban tanto dinero como los delanteros estrellas de otros clubes, aunque sabemos que el gol es lo que mejor se paga en el fútbol. Y BUsquets, más de lo mismo, y esa fue una de las causas por las cuales el equipo culé atraviesa serios problemas económicos en la actualidad.
Al final, Gundogan, que nunca se ha mordido la lengua para hablar, criticar al Barça, al otrora técnico, o alabar al Real Madrid cuando lo ha creído, saldrá de Barcelona y volverá a un sitio donde el entrenador cuenta con él. Solo falta por ver si como segunda parte funciona, porque en la vida, como dice el viejo refrán, segundas partes no siempre fueron buenas.