Después de los primeros 10 partidos, la División del Este de la Liga Americana dejó claro que los Yankees de Nueva York vuelven a ser favoritos para llegar a la postemporada, y también que n se pueden olvidar a los Medias Rojas de Boston, que marchan segundos de los Mulos del Bronx, con apenas juego y medio de diferencia.
Hay otras cosas que tampoco se pueden obviar, entre ellas que la relación entre Vladimir Guerrero y los Yankees está rota para siempre, incluso desde antes de haber comenzado, porque nunca hubo acercamiento entre el inicialista quisqueyano y el más ganador de todos los equipos de la historia del béisbol profesional.
En la temporada baja anterior, en unas declaraciones a un influencer dominicano, el padre de Vladimir Guerrero Jr., el Salón de la Fama Vladimir Guerrero, dijo que le había aconsejado a su hijo no sentir remordimiento por ninguna afición ni por ningún club, que al final lo importante era hacer el trabajo lo mejor posible para quien pagara por él.
GUERRENO NO PERDONA A LOS YANKEES, LA AFICIÓN TAMPOCO A ÉL
La falta de química entre el equipo neoyorquino y el pelotero dominicano es de larga data. Según el propio jugador, una vez, siendo niño, lo maltrataron en el club house donde se encontraba su padre y le dijeron que allí no podía estar. Desde entonces, el entonces prometedor jugador tuvo en cuenta aquella situación y no pierde la oportunidad de cobrar cuentas.
Vlady Jr. se ha vanagloriado una y otra vez de machacar a los Yankees cada vez que se enfrentan, ya sea en el Rogers Centre de Toronto, o en el Yankee Stadium, aunque él prefiere que sea en el campo rival, para que la herida duela más. Cuando eso ocurre, lo disfruta al máximo, como sucedió en la pasada subserie entre ambos equipos.
En los primeros tres partidos entre ambos equipos en la presente temporada, los Yankees ganaron dos y cayeron en el primero por lechada de 3-0. En el segundo, cuando iban delante por 9-2, Guerrero bateó un cuadrangular a la banda derecha. Pudo haber sido un batazo más, pero no ocurrió así. Sus gestos tras el batazo desataron la ira rival.
Aún con seis carreras abajo -el partido terminó finalmente 9-8 a favor de los Yankees- Guerrero Jr. hizo una especie de paradita entre el campo corto y la tercera base, con algún gesto de silencio a la grada, que terminó por despertar viejos rencores, o tal vez solo devolver a la luz cosas que estaban guardadas y que ya era hora de que quedaran olvidadas. Pero no fue así, a pesar de lo intrascendente de la conexión.
Para John Schneider, el manager de los Blue Jays, lo que hizo su primera base forma parte de su rutina cada vez que pega un cuadrangular, aunque recordó que en el Yankee Stadium la afición no abuchea a nadie, así que tampoco se pueden buscar motivos para, supuestamente, provocar. Todo debería quedar ahí, pero no es tal cual.
GUERRERO Y SUS MOTIVOS PARA AMBAS COSAS
Vladimir Guerrero tiene sus motivos para celebrar los jonrones ante los Yankees. Incluso, puede que sea justo aquello de que prefiere jugar en el Yankee Stadiun y castigar a los rivales, que hacerlo en cualquier otro lugar, frente a otra afición, y en otro parque, a fin de cuentas, a los grandes se les suele odiar más que a los pequeños.
Esa puede ser una razón. Si se sintió humillado alguna vez por los Yankees, es justo el motivo, tanto como decir que nunca vestiría el uniforme a rayas de la novena neoyorquina, porque eso forma parte de las decisiones de cada uno y nadie mejor que uno mismo para decidir sobre esos temas, pero tiene que tener cuidado con las celebraciones y los gestos.
El béisbol, sobre todo el profesional, tiene sus reglas claras, y también esos códigos no escritos que algunos hacen respetar más que otros. Y hasta el momento, el dominicano no ha tenido problemas con su comportamiento, pero nadie sabe si en el futuro algún lanzador contrario quiera tomarse la justicia por su mano y hacerlo cumplir.
Él no es el único que tenía claro que no jugaría nunca para el equipo del Bronx. Antes que Vladimir Guerrero Jr., el Salón de la Fama Ken Griffey Jr., también había jurado no vestir la franela rayada, casi por motivos similares: porque no lo dejaron estar con su padre en el dogout, con el argumento de que no era para niños, pero había hijos de peloteros de los Yankees en el campo.
Griffey Jr. nunca tuvo problemas con la afición de Nueva York, ni tampoco con los jugadores rivales. Jamás fue por ahí pregonando su condición de antiyanqui a ultranza. Pero Guerrero actúa y luego habla. Todo eso puede ir a más entre dos rivales condenados a enfrentarse muchas veces a lo largo del año, incluso en partidos más calientes que estos de inicio de temporada, en los cuales uno y otro solo intentan demostrar que todo arrancó bien, y nada más. Pero mejor tener cuidado, ¿verdad?
