Para muchos, el final de la carrera de Marcelo Vieira llegó con el título que levantó en el Stade de France, en el verano de 2022, como capitán del Real Madrid. Era el capitán del equipo blanco, pero no tenía lugar en el campo. Tuvo que vivir los mejores momentos de esa temporada desde el banquillo y aunque tuvo apariciones esporádicas, la inmensa mayoría de sus seguidores creía que era el adiós.
Marcelo, que finalizaba contrato y veía que el club no daba un paso al frente para ofrecerle la renovación, aunque fuera por una temporada más, no se sintió bien. Incluso, alguna vez lo dijo en el banquillo y las cámaras de alguna televisora lo notaron. Pese a eso, mantuvo su postura y cuando su contrato se acabó, se despidió por todo lo alto del equipo que puso su nombre en el firmamento del fútbol mundial.
Aquello de que todo lo que comienza, tiene que acabar, se cumplió con el brasileño, que, muy a su pesar, hizo las maletas y dejó Madrid. Para seguir en el fútbol de primer nivel, llegó a un acuerdo con un año con el club griego Olympiakos, pero el lateral izquierdo no se adaptaba ni a la ciudad ni al juego del equipo y unos meses después las partes decidieron poner fin al pacto, y entonces miró a Brasil.
DOS AÑOS CON FLUMINENSE
Lejos de su mejor forma, con añoranza aún por el Real Madrid, después de fracasar en Grecia, uno de los mejores laterales izquierdos de la historia del fútbol decidió volver a casa, al club de sus amores. Y firmó por dos años con Fluminense, al que acaba de convertir en campeón de la Copa Libertadores, el título más importante de su carreras, como dijo poco después de alzar el trofeo al vencer por 2-1 a Boca Juniors en el Maracaná.
Marcelo está lejos del jovencito que cautivo al mundo con sus controles y sus gambetas, con esa vocación ofensiva que siempre tuvo, pero la experiencia adquirida al más alto nivel ayuda mucho, sobre todo cuando regresas a una liga de la cual se han ido los mejores jugadores para buscarse su futuro en otra parte. Al Fluminense le vino de maravillas, y al jugador también.
El ex del Real Madrid tuvo protagonismo. Su presencia en el banquillo y en la cancha fue de suma importancia para el entrenador y sus compañeros, porque sabían que si él estaba en el campo algo haría cuando el partido se pusiera cuesta arriba, como ocurrió en la final de la Libertadores, después de que Boca Juniors igualara 1-1 el marcador. La experiencia se paga y eso lo puede aportar Marcelo como nadie, porque sabe lo que es jugar en esas condiciones.
Al final le tocó levantar la Copa Libertadores. Estaba exultante de felicidad y dijo que era el trofeo más importante de su carrera, aunque mandó un mensaje al madridismo, algo así como una disculpa, al asegurar que los seguidores del equipo blanco lo iba a entender. Y claro que lo entendieron y hasta se lo perdonaron, porque el ya veterano Marcelo le dio muchas alegrías al once de la capital española, en el que jugó por 15 años.
El lateral brasileño aterrizó en el Santiago Bernabeu en 2007 y para la temporada 2021-2022, tras la salida de Sergio Ramos, se convirtió en el primer capitán. Ese año fue el encargado de levantar los trofeos de La Liga y la Uefa Champions League, con fotos que quedarán en la imagen de la afición por los tiempos de los los tiempos y que a él lo llenan de orgullo.
MARCELO, LA ALEGRÍA DEL FÚTBOL
Los que vieron jugar a Marcelo, saben que era la alegría del fútbol. A pesar de ser un jugador de carácter fuerte. Por las redes ha corrido como el viento un vídeo suyo y de Cristiano Ronaldo, cuando aquel encontronazo antes de juntarse para defender al Real Madrid. Luego, se hicieron grandes amigos y las bromas entre ellos se convirtieron en habituales. También los saludos, las celebraciones, y hasta los goles de uno y otro con asistencias de la contraparte.
Marcelo no abrió como titular en la final de 2014. Fabio Coentrao estaba en la banda izquierda, pero cuando Ancelotti lo necesitó, apareció el brasileño, quien aprovechó el cansancio de la zaga del Atlético de Madrid para llegar hasta el área y marcar el tercer gol del Real Madrid, el que encarrilaba todo y convertía un partido que estuvieron a punto de perder en una derrota glamorosa.
Dos años después, en la final del Giuseppe Mezza, otra vez frente al Atlético de Madrid, el brasileño anotó uno de los penales de aquella tanda en la que los blancos estuvieron intratables y se llevaron el primero de tres títulos europeos consecutivos a casa. Un año después, en Cardiff, tocó medirse a la Juventus de Turín, y los blancos se impusieron por 4-1, con Marcelo como titular, y goles de Cristiano Ronaldo (2), Casemiro y Marco Asensio.
Habría más, al año siguiente, en Kiev, volvió a alinear como titular en la final ante el Liverpool. Y de sus botas nació la asistencia para la fenomenal chilena de Gareth Bale que adelantaba al equipo español. Por 3-1 ganó el Real Madrid. Bale hizo dos goles y Karim Benzema, de pillo, marcó el otro. Fue la final de Bale y la de los errores que marcaron negativamente la carrera de Loris Karius, quien regaló dos goles al Real Madrid.
Por último, en la Champions de 2021-2022, estuvo casi todo el tiempo en el banquillo, pero como capitán levantó los trofeos y desde allí, fuera de la cancha, aportó, transmitió la confianza y la alegría que necesitaban sus compañeros. Ahora, con Fluminense volvió a sentirse importante, como si el tiempo no hubiera pasado por él y sus botines no sintieran el cansancio de casi dos décadas al máximo nivel.