Este domingo fue de mucho deporte. De deportes distintos. Tan disímiles como una etapa de montaña en el Tour de Francia, una final de tenis en el mítico Wimbledon, un partido de béisbol en Camden Yards con unos Yankees que se resisten a ganar, y luego fútbol. Final de la Eurocopa entre España e Inglaterra, y más tarde, partido decisivo por el título en la Copa América.
Pocos días en visto con tanto acontecimiento deportivo trascendental, al menos para mi gusto. Por eso, desde temprano, dejé todo listo para llenarme de deportes, sin tener que interrumpir nada, sin que nada me impidiera disfrutar de cada saque, batazo, atajada o gol. Fue un día pleno, pero no todo salió como hubiera querido, aunque no me queda más remedio que rendirme a la evidencia.
La evidencia es España. Y no tengo más opción que admitir que fue, por mucho, el mejor equipo del verano. NO solo fue el que mejor jugó en Europa, sino el de fútbol de más vuelo, de más clase. España fue el equipo de más fútbol y no solo de los que vimos en la Eurocopa, sino también en la Copa América. Ninguno de los de allá, del otro lado del Atlántico, jugó como La Roja.
Creo que España ha sido el mejor equipo del torneo. No hemos sabido controlar bien el balón, pero lo hemos tenido todo en el campo hasta los últimos diez minutos. Estoy destrozado por todo el mundo, de verdad. Los jugadores han estado absolutamente increíbles; estoy muy orgulloso de lo que han hecho. Simplemente nos hemos quedado un poco cortos
NO QUERÍA QUE GANARA ESPAÑA
Me toca admitir que hubiera preferido un triunfo de cualquier selección, menos la española. El equipo de Luis de la Fuente no me ilusionaba. Y ya sé que es un problema mío, pero el fútbol -lo mismo de clubes que de selecciones- es como las mujeres: te gustan desde el primer día, te sacan los ojos, o simplemente son de esas que pasan de largo, sin huellas ni recuerdos.
Sabía que España iba a avanzar por su grupo, por más que algunos insistieran en que era el de la muerte. Una Croacia envejecida y una Italia que no se parece en nada a la de 15, 20, 40 años atrás, no tenían opciones ante el equipo de Luis de la Fuente, a quien le dice la cruz desde que decidió que Sergio Ramos no entraba en sus planes. Tal vez la forma en que lo dijo fue lo que no me gustó.
No entiendo por qué no se tiene en cuenta lo que ocurre con el balón. Si Musiala manda el balón al centro de Stuttgart y Cucurella lo roza con la mano, no diría absolutamente nada. Pero es que el disparo iba a puerta. Tenemos mucha inteligencia artificial y no la aprovechamos. Ese balón iba a portería y creo que hubiese ido dentro, de ahí que no entienda la decisión del árbitro
Para ponerle la tapa al pomo, teniendo en cuenta mis preferencias, De la Fuente mintió con el tema Brahim Díaz. Pensé que estaba loco, porque el ahora ídolo de Marruecos cabía en ese equipo. Aún cabe, porque Brahim es más futbolista que muchos de los que tiene en la plantilla. Pero antes que eso hubo otras cosas, como aquellos aplausos del técnico al expresidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales.
Para mí, nada hacía bien el seleccionador. Tanto que lo puse al mismo nivel que su antecesor, Luis Enrique, tan caprichoso que se llevó al Mundial a un paquete como Eric García, para luego no darle ni un minuto en la lid y tener que improvisar con un centrocampista, el mejor centrocampista -Rodri-, en el centro de la zaga y mantener al culé en el banquillo.
Nunca albergué dudas de que los españoles pasarían sobre Georgia, por más que estuvieron debajo unos minutos y a pesar de que en el arco rival estaría Giorgi Mamardashvili. Ni eso ´frenaría el empuje de España, a la que le veían encima un par de partidos duros antes de llegar a la final. Albergaba la esperanza de que Alemania la apeara. Y si no era así, que fuera el vencedor entre Francia y Portugal.
ESPAÑA FUE LA MEJOR
Cuando Luis de la Fuente dijo que España estaba haciendo el mejor fútbol del torneo, pensé para mis adentros que Alemania se iba a picar. NO podía ser que mi venerado Toni Kroos cayera en cuartos de final y sus seguidores se perdieran la oportunidad de verlos, al menos por una terna de partidos más. Pero España no creyó en los germanos ni en Kroos.
Para mí, De la Fuente se equivoco cuando sacó a sus puntas del campo, pero igual encontró soluciones. Mikel Merino, uno de los jugadores que había mandado al campo para preservar la ventaja de un gol, se encargo, casi en el cierre de la prórroga, de anotar el 2-1 definitivo. No solo jugó mejor ante la anfitriona, sino que tuvo la suerte de su lado. Para ganar, también hace falta suerte.
Si tienen el balón, tenemos que intentar defenderlos. Pero también podemos obligarles a intentar que no reciban, por ejemplo. También podemos limitar su capacidad de ataque dentro del partido. Tienen muchísima calidad y son jugadores que les dan un punto extra. Tienen una física distinta con estos dos futbolistas y dan a España otras posibilidades
Me convencí, entonces, de que la Francia de Kylian Mbappé, sería la encargada de bajarle los humos a los españoles, de hacer que el técnico se retractara de sus palabras. Pero la Euro no fue el torneo del ahora jugador del Real Madrid, y el de España no fue su partido. Al final, los españoles volvieron a remontar un gol en contra y se plantaron en la final. Ya me quedaban pocas esperanzas.
Inglaterra tuvo un camino más fácil, pero hombre por hombre tenía la mejor plantilla. Dos cosas pesaban en contra de la armada inglesa: un entrenador que solo consigue un fútbol de racanería y Harry Kane, el gafe más grande del fútbol moderno. Con uno en el banquillo y otro en la punta de ataque, Inglaterra no podía ganar y así fue. España se impuso en 90 minutos.
Fue mejor siempre, en cada partido, en todas sus presentaciones. Dominó a los contrarios con variedad de recursos. Cuando el rival lo apretaba, los españoles se sacudían e iban a por él. Y cuando se metían detrás, tratando de encontrar un contragolpe ganador, también los de De la Fuente encontraban soluciones. Fue más grande que todos y es justo ganador.
Al final, me convencí: no se vale nadar contra la corriente, no haces nada con negar las evidencias. Lo que pasó antes, con Luis Enrique, con los que se quieren apropiar de la selección y dicen que gana por los jugadores culés, es parte del pasado y de esas historias ridículas de bares y shows de televisión. España ganó por cuarta vez la Eurocopa, tiene más títulos que nadie y hay que aplaudirla.