En el Real Madrid gustan los futbolistas brasileños, sobre todo desde que Florentino Pérez rige los destinos del club blanco. Y mal no le ha ido al presidente, ni al equipo, por más que alguno no haya salido como esperaban, o que algún otro se diluyera luego de unas primeras semanas glamorosas, como en el caso de Robinho, aquel que puso de pie al Santiago Bernabéu al principio y luego se esfumó.
En la llamada Casa Blanca saben que el país más grande de Suramérica es una cantera inagotable de buenos jugadores, para cualquier demarcación del campo, pero sobre todo para las líneas de creación y ataque, aunque en los últimos años hasta los porteros de Brasil triunfan por el mundo. Y si alguien tiene dudas, que recuerde quienes son los arqueros de los dos mejores equipos de la Liga Premier, Manchester City y Liverpool.
También los zagueros brasileños han demostrado su clase en las dos últimas décadas, y no hacemos referencia a laterales de exquisita clase como Roberto Carlos, Cafú o Marcelo, sino a defensores centrales de primer nivel como David Luis, Marquinhos, Thiago Silva o el propio Eder Militao, uno que el Real Madrid no trajo directamente de su país, sino que lo compro desde el Porto portugués.
Ante esta situación, además de la proliferación constante de mediocampistas y delanteros de primer nivel mundial, el Real Madrid mantiene su atención en el mercado brasileño, para intentar encontrar a jugadores similares a Rodrigo Goes o Vinicius Junior, dos que arribaron a la capital española siendo unos niños y que en poco más de tres años se han convertido en titulares en el primer equipo.
Cierto que por el camino alguno no ha cuajado, o no lo ha hecho a la velocidad con la cual lo hicieron Viny Jr. o Rodrigo, a quienes siempre se les vio madera de grandes jugadores, pero buscar allá es algo así como excavar en una tierra donde abunda el oro, porque sabes que más tarde o más temprano te toparas con una pepita o un lingote que termine por resolver tus problemas.
UN NUEVO MADRID
La primera etapa de Florentino en el Real Madrid, a principios de siglo, se caracterizó por la llegada de grandes estrellas. Fue la época de Los Galácticos, cracks que el presidente compraba a cualquier precio desde los clubes más poderosos y que terminarían por enamorar a medio mundo, con aquella política de Zidanes y Pavones que no dio muchos títulos al club pero que lo puso en el foco de atención.
Para entonces, el presidente blanco contrató al portugués Luis Figo, al francés Zinedine Zidane, al brasileño Ronaldo Nazario, y a los ingleses David Beckham y Michael Owen, quienes se sumaron a Roberto Carlos, Raúl González, y otros que ya estaban en la plantilla. Muchos llegaron después de haber pasado sus mejores años como futbolistas, y a los técnicos de entonces les costó controlar aquellos egos y sus costumbres.
Al final, todos cogieron su camino. Unos, como Zidane, el del retiro, y los otros se fueron a terminar sus carreras en otros destinos menos glamorosos. Hasta Florentino renunció un día, pero su adiós no fue para siempre, y solo unos años después volvió con alguna idea más pulida y otra vez apeló a la billetera para devolverle la gloria al Real Madrid, y entonces llegaron otras grandes estrellas.
En su afán por traer a ganadores del Balón de Oro, el mandatario blanco fichó de una tacada a Cristiano Ronaldo y Kaká. Portugués uno y brasileño el otro, aunque Kaká parecía el menos brasileño de todos sus compatriotas, por su juego ajeno a las filigranas, a las gambetas, y esas cosas con las que adornan el fútbol en el país suramericano, donde las primeras academias suelen ser las calles.
SE ESCAPÓ NEYMAR, PERO LLEGÓ VINY
Florentino quiso fichar a Neymar Junior. El futuro crack estuvo en Valdebebas cuando aún era un adolescente, en esas excursiones que los representantes y hasta los padres de los jugadores realizan para que los clubes vean el talento que ofrecen y comience la danza millonaria con la intención de saber quién ofrece más por él. Y en Madrid quedaron encantados, pero no cometieron la locura de quitárselo al Barcelona, que ofreció mucho más.
Ney le dio una Champions al Barça como parte de un tridente en el que estaban también otros dos cracks suramericanos, el argentino Lionel Messi y el uruguayo Luis Suárez, pero después quiso irse. Apareció entonces el PSG con una bolsa enorme de petrodólares y el mejor jugador de Brasil cambió Cataluña por la capital de Francia, donde apenas ha ganado ligas hasta ahora.
El padre y representante de Neymar quiso sacarlo de allí desde entonces, pero unas veces porque el Barça no ha tenido dinero para recomprarlo, y otras porque el Real Madrid no ha querido, a estas alturas aún juega para el PSG, mientras el equipo de Florentino Pérez seguía la búsqueda de alguna otra estrella en los clubes brasileños, y sí que la encontró.
Un día de 2018 llegó a Valdebebas un chaval de 18 años llamado Vinicius que terminaría por poner el fútbol a sus pies. Todo demoró, porque la maduración de un jugador no se produce siempre a la misma velocidad, pero ya en 2022 fue decisivo en varios momentos de la Champions, anotó en el partido decisivo ante el Liverpool, y entró en la decena final por el Balón de Oro.
VINY, RODRIGO Y RENIER
Los ojeadores del Real Madrid sabían que Vinicius iba para grande, y que solo habría que esperar a que se adaptara al fútbol europeo, y a que apareciera un entrenador que le diera la confianza que necesitaba. En ese tiempo también ficho a Rodrigo y poco después a Renier Jesús, a quien cedió primero, por dos años, al Borussia Dortmund, y ahora al Girona de la primera división española.
Renier no consiguió explotar en Alemania y pelea por hacerlo en el equipo catalán, pero lo de Rodrigo es escandaloso. Cada vez que tuvo una oportunidad la aprovechó al máximo, sobre todo en la UEFA Champions League, que ha sido su torneo fetiche hasta ahora, y principalmente como revulsivo, cuando el Real Madrid necesitaba a toda costa darle la vuelta a los partidos.
La temporada anterior, Vinicius se asentó como titular de la banda izquierda del Real Madrid. Anotó más de 20 goles y dio otras tantas asistencias, en tanto Rodrigo ponía patas arriba al Bernabéu una y otra vez en la Champions. Para la historia quedarán los dos goles que permitieron empatar la eliminatoria ante el Manchester City en los octavos de final de la competición continental.
Cuando todo parecía perdido, porque era casi el minuto 90 del partido de vuelta, y el Madrid necesitaba dos goles para igualar la eliminatoria y pelear por el pase a la final, Rodrigo, que había salido desde el banquillo, pegó dos zarpazos y el equipo de Pep Guardiola se vino abajo: empate en tiempo reglamentario, alargue y triunfo de los locales, lo demás es historia.
ENDRICK CONFIRMA EL CAMBIO DE ESTRATEGIA
Al Real Madrid le cuesta cada vez más pelear con los llamados clubes estado por el fichaje de algún futbolista. La muestra más fehaciente ocurrió durante los dos últimos mercados de verano. En el de 2021, ofreció casi 200 millones de dólares al PSG por el delantero Kyllian Mbappé, pero el equipo parisino, de capital qatarí, no respondió ni a la propuesta y el campeón mundial de Francia se quedó en su club.
En la ventana de compra y ventas de 2022 Mbappé terminaba su contrato con el PSG y el mundo del fútbol estaba convencido de que, después de rechazar continuas ofertas de renovación, se iría al Madrid, que le preparaba un jugoso contrato, y que le ofrecía, además, una suculenta prima por quedar libre. Pero ni así, el PSG apeló a los petrodólares y el delantero se quedó en París, por unas cifras que rondan los 600 millones de dólares en tres años.
Ante esta situación es difícil competir, dicen en la llamada Casa Blanca y no queda otro remedio que apostar por jóvenes jugadores antes de que exploten definitivamente. Y ahí siempre estará Brasil, quien ha visto eclosionar a un jovencito de 16 años, de nombre Endrick, que ha puesto patas arriba al país y que ha hecho correr a miles de ojeadores para certificar su clase.
También han ido a observar los del Real Madrid, quienes están convencidos de que el jugador del Pameiras es lo que necesitan los blancos para cuando diga adiós Karim Benzema, cuya carrera parece llegar al final, a pesar de haber ganado hace menos de un mes el Balón de Oro. Llegó la hora entonces de ponerse manos a la obra, porque ha medida que pasan los meses, el precio del jovencito brasileño sube.
Endrick firmó su primer contrato como profesional este mismo año y no podrá dejar su país hasta que no cumpla los 18, para lo cual aún falta, pero los grandes equipos del mundo ya andan a la caza del jugador, porque saben que su precio se puede multiplicar si esperan, o lo que es peor, puede llegar algún otro equipo y llevárselo, como le ha sucedido al Real Madrid con el caso de Neymar junior.
A Endrick se le caen los goles. Lo ha demostrado con las selecciones inferiores de Brasil y con el Palmeiras, y si yo fuera Tite, el seleccionador de la canarinha, me lo llevaba a la Copa Mundial de Qatar, aunque tal vez pasaría como con Ronaldo Nazario (el Ronaldinho del Mundial de EEUU 1994), al que no le dieron ni un minuto para lucir. Sin embargo, esté en Qatar o no, Endrick saldrá caro para cualquier club, incluso para el Real Madrid, si finalmente decide seguir la pauta de comprar brasileños jóvenes.
