El Paris Saint-Germain vuelve a estar en el foco de atención del mundo del fútbol, y no precisamente por lo que ocurre en los campos de juego, sino por aquellas cosas que pasan más allá, y que involucran a las grandes estrellas con las cuales los petrodólares de Qatar han logrado armar una de las plantillas más poderosas de Europa, sin poder llevar su hegemonía más allá de la Liga Francesa.
Un viaje de Lionel Messi a Arabia Saudita, sin permiso del entrenador Christophe Galtier, destapó el escándalo y llenó de titulares la mayoría de las páginas de fútbol de medio mundo, porque el argentino tenía entrenamiento planificado y pasó de él, tomó un avión con su familia y se fue Riad, supuestamente, a rodar unos comerciales, algo que tenía apalabrado desde mucho antes.
Al principio se dijo que tenía el beneplácito del técnico, pero luego salieron a relucir los detalles y la directiva, molesta, sancionó al argentino con dos semanas sin jugar y sin salario, La medida, drástica de por sí, pone al jugador en el disparadero, justo cuando se habla de un regreso a Barcelona o de una salida hacia otros lugares como la propia Arabia o Estados Unidos.
MESSI EN EL CENTRO DEL PROBLEMA
El 30 de junio cumple Lionel Messi su contrato de dos años con el PSG. En esas dos temporadas, el campeón mundial de Qatar 2022 no pudo hacer al equipo parisino mejor en el terreno, y tampoco pudo llevarlo más allá de los octavos de final en la UEFA Champions League, tras dos eliminatorias sonrojantes ante el Real Madrid y el Bayern de Múnich por ese orden. Y los aficionados parisinos le cogieron la matrícula.
Antes de Messi, el PSG ganaba en Francia. El ex del Barcelona llegó al club para ganar la Champions, y no lo pudo lograr. Y eso que la directiva satisfizo cada una de sus demandas, entre ellas un salario altísimo, que lo convirtió en el segundo deportista mejor pagado del mundo en 2023, solo por detrás de lo que gana Cristiano Ronaldo en Arabia Saudita, hacia donde parece tener enfocado su futuro el capitán de la albiceleste.
Luego de los fracasos en Champions, de lo cual no tiene toda la culpa el argentino, por supuesto, el PSG ha ido de bandazo en bandazo, con filtraciones constantes sobre la salida de algunos jugadores, incluso con la posibilidad, latente siempre, de que Galtier abandone el banquillo a favor de otro técnico, que todos en el entorno parisino quieren que sea Zinedine Zidane, aunque este, al parecer, no está por la labor.
Y ahora llega lo de Arabia, que tampoco está muy claro, y que ha terminando con gritos de la afición al siete veces ganador del Balón de Oro, al parecer la cabeza de turco del fracaso, en tanto Neymar Junior, su amigo y compañero desde que jugaron juntos en el FC Barcelona, acudió a las redes sociales para recordar que cuando ambos vestían la casaca blaugrana eran felices.
Messi se irá del PSG y la posición de Neymar, al defenderlo, lo deja también en el disparadero. Solo que el brasileño aún tiene contrato hasta 2027 y para sacarlo del vestuario, el club le tendrá que pagar muchos millones, tantos que es poco probable que Nasser Al Khelaifi decida quitárselo de arriba, y entonces no tendrá más opción que aguantarlo hasta tanto expire el acuerdo entre las partes.
LAS GRANDES ESTRELLAS NO HACEN UN EQUIPO
El sonado fracaso del PSG con sus grandes estrellas, demuestra que no siempre con una constelación de grandes jugadores logras conformar un buen equipo. Los casos de Neymar Junior, Lionel Messi, Kylian Mbappé, Sergio Ramos y algunos otros dejan claro que ganar en el campo va más allá de los nombres que tengan la camiseta en la espalda de los que salten al césped, cualquiera sea su currículo.
Tampoco lo resuelves contratando cada año a un entrenador diferente, por más laureado que sea, porque el técnico representa solo una parte del éxito o del fracaso, y la otra, la más importante, corresponde al accionar de los jugadores sobre el césped. Y era sabido que con Messi, Neymar y Mbappé, el PSG tendría menos efectivos para correr hacia atrás a la hora de defender, porque ninguno de los tres está habituado a estas labores.
Encima de eso, los cracks del once parisino tienen costumbres muy diferentes a las de otros lugares, la cuales llamaron la atención de algunos de los que llegaron a la plantilla en los últimos años. Sergio Ramos, por ejemplo, se sorprendió al saber que los jugadores del PSG entrenaban y después se iban a sus casas, totalmente lo contrario a lo que pasaba en el club para el cual jugó con anterioridad.
Lo normal, creyó siempre el otrora capitán del Real Madrid y de la selección española, era entrenar, y luego quedarse en las instalaciones para recuperar, incluso almorzar o comer, algo que fue siempre una práctica habitual en Valdebebas, el fastuoso sitio donde se entrena a diario el Real Madrid, un sitio que miran con un poco de envidia cada uno de los jugadores que la visitan. O con nostalgia aquellos que la dejan luego de haberla conocido.
Lo cierto, el PSG es ahora mismo un candelero, donde no se sabe quién estará a las órdenes del club el próximo año, ni con qué jugadores contará la plantilla, pero sí hay algo seguro: Lionel Messi no volverá a ponerse la casaca del equipo parisino, aunque su futuro sigue siendo una incógnita, entre los deseos del entorno culé y los cientos de millones de dólares que ponen desde Arabia Saudita para que vaya a jugar a aquella liga.