Llega el fin, o al menos eso parece, de una generación de futbolistas que tantas alegrías dieron a millones de personas. Jugadores que año con año, temporada tras temporada, mundial tras mundial, eran esperados por todos los fanáticos al fútbol para admirar sus genialidades. Hoy, esa generación que, a consideración de varios, aún podría rasgar el Mundial del 2026 (poco probable), ha entrado en su ocaso.
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No cabe duda de que esta edición del mundial es diferente: otra fecha, controversias, reglas, acusaciones, y el fin de varios iconos del fútbol en su participación como jugadores de mundiales.
Y sí, hablamos de la generación de Messi y Cristiano, pero también de Lewandowski, Modrić, Neymar, Benzema y Silva. Y claro, ellos pertenecen a la llamada “generación millennial”, esos nacidos a finales de los ochentas y los noventas que hoy están o rondan los 30 años o más, y es que el fútbol es injusto, pues a pesar de ser jóvenes en cuanto a edad, el deporte no perdona y hoy son almas viejas pisando una cancha. Duele a ellos, duele a los aficionados, duele a todos.
En redes sociales es común ver videos de aficionados que son de la misma edad que estos cracks, donde se muestran tristes por la irreparable despedida de sus ídolos, pero a la vez marcan una generación que disfrutó las glorias de CR7 en el Manchester United, o las de Messi con el Barcelona.
Además, las figuras antes mencionadas son líderes en sus equipos, son referentes, las selecciones ya no saben tan bien sin ese ingrediente que ese mismo liderazgo impregna. Será difícil ver a una Croacia sin Modrić, o a Polonia sin Robert.
El fútbol es cíclico, y no podemos aferrarnos al pasado ni sufrir el futuro, pero lo que es cierto es que hay que aprovechar Qatar 2022, aún con sus controversias, pues estamos ante la última oportunidad de ver a los mejores en acción. Precisamente hoy, Lionel Messi lo aceptó, es su último mundial, y bueno, argentinos y no argentinos están a la espera de que La Scaloneta, como ahora se le llama a la albiceleste, se corone para que el enigmático 10 se vaya como los grandes, consagrándose como lo hiciera Diego Maradona en su tiempo.
Tenemos a un Benzema que, ante la lesión, prefirió hacerse a un lado, y es alguien a quien seguramente no volveremos a ver en 2026, por eso es que me refiero a que el fútbol, así como nos brinda las alegrías más maravillosas del mundo, también tienen momentos de dolor.
Hoy, esos aficionados millenials lloran anticipadamente, en lugar de vivir el momento, de vivir las últimas hazañas de los grandes, de esa generación que deja huella para los nuevos futbolistas, quienes ya traerán la escuela de esos que nos dieron tantas alegrías.
Sus historias quedarán plasmadas en los libros, tatuadas en los corazones no sólo de sus connacionales, sino también del mundo entero. ¿Recuerda usted a ese niño de la guerra que usó una bolsa de plástico, le dibujó un 10 y con ello creó su playera de Argentina? O aquel niño mexicano que murió durante el terremoto de 2017 en la Ciudad de México, fiel admirador de Cristiano. El mismo portugués llamó a la familia para darles consuelo.
Y es eso lo que hace grande a un futbolista, su parte humana. Podrán ser casi unos robots creados en otra galaxia, pero detalles como estos les dan una visión más propia de lo que es ser atleta profesional y del compromiso social que tienen ante la opinión pública.
Este es un llamado que yo le hago a usted, lector, soy una mujer que creció viendo a estos jugadores, que decidió comprar libros para conocer sus orígenes, que dio seguimiento a sus carreras y que al final hizo a estos personajes parte de las charlas entre amigos, con la familia, en Navidad, en las fiestas.
Pero, ¿y tú llamado? ¡No se pierda estos encuentros! Disfrute cada instante que estos jugadores estén sobre el terreno de juego, grabe en su memoria el liderazgo que distingue a cada uno, pues después será muy tarde. Y si usted es de esa generación llamada millenial, esa que dicen que “es de cristal”, “que se queja de todo”, pero que a la vez es la más preparada de la historia, pero con menos oportunidades, me entenderá lo que se siente decirle adiós a nuestros ídolos.
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