Los fanáticos le dan vida al deporte en general, pero los del fútbol suelen ser diferentes. Incluso, muchas veces son violentos, como hemos visto en muchos campos, y fuera de estos, incluso en los últimos días. Para esos que atestan las gradas en cada partido, o que los ven desde su casa, un par de acciones, unos goles, una parada o un título, pueden convertir a alguien de un jugador normal en el mejor del mundo.
La presente temporada europea lleva seis o siete partidos, si incluimos el de las competiciones europeas, y aquellos que parecían jugadores incomparables al terminar la temporada pasada, ya tienen competencia. Otros, cuyas carreras amenazaban con perderse en los banquillos, por los deseos expresos de un entrenador, se han relanzado en otro sitio y vuelven a acaparar portadas y a llenar horas de vídeos en youtube.
Así es el fútbol, y el que lloró en junio porque Karim Benzema dejó el Real Madrid para irse a Arabia Saudita, ya pasó de eso, porque las primera victorias del equipo blanco lo hicieron olvidar al crack francés y mirar ahora al inglés Jude Bellingham, que está quemando la competición española, con cinco goles en apenas cinco encuentros, como diciendo que para ganar no hace falta un nueve. Es fútbol, es pasión.
UN BARCELONA SIN DEMBELÉ, PERO CON NUEVOS ÍDOLOS
Cuando Ousmane Dembelé decidió dejar el Barça y aceptar la oferta del Paris Saint-Germain, los fanáticos culés de todo el mundo, y no solo los de Cataluña, vieron como el mundo se les venía encima. El internacional galo era el jugador más desequilibrante de la plantilla, y fue, tal vez, el mejor del club el años anterior. Al final, la decisión estaba tomado, el PSG pagaba más, y a él le apetecía volver a su país. Nada que hacer.
Por un momento, el mundo culé estaba de capa caída, pero vinieron los primeros amistosos de pretemporada, y luego los choques iniciales de La Liga, y un chama de nombre Lamine Yamal comenzó a acaparar protagonismo. Un par de jugadas electrizantes, desparpajo por arrobas, disparos al poste, y la afición blaugrana se olvidó de golpe y porrazo de Dembelé, porque ya tenía nuevo ídolo. A rey muerto, rey puesto.
Pero no todo quedó ahí. En los estertores del mercado, el Barça se hizo con la cesión del extremo portugués Joao Félix, quien apenas necesitó unos minutos y un par de titularidades para echarse en un bolsillo a fanáticos, medios de prensa, youtubers y a cualquiera sabe cuántos más. Goles, asistencias, juego vistoso y efectivo, y triunfos para su equipo. No se podía pedir más.
Hasta Yamal pasó a un segundo plano con la irrupción de Joao Félix, quien llegó en compañía de otro coterráneo de mismo nombre, Joao Cancelo, quien desembarcó en Barcelona para suplir la falta de un lateral derecho de garantías, y darle más poderío al actual campeón español, además de reforzar las líneas para intentar ir más allá de la fase de grupos de la UEFA Champions League, de donde no pudieron pasar en las dos últimas temporadas.
Así de voluble es la afición, y así también son los medios y los influencers. Un día lamentan no tener un ídolo y en apenas unas semanas, por un par de acciones de un jugador, ya dicen que es el mejor del mundo, que está para Balón de Oro y para cualquiera sabe cuántas cosas más. Lo importante es tener a alguien a quien agarrarse y en el Barça el hombre de moda es Joao Félix, y Pedri, Gavi y alguno más ya son parte del montón.
EL MADRID DE BELLINGHAM
La escapada del último Balón de Oro hacia Arabia Saudita dejó al Madrid sin 30 goles por temporada. Y si encima de eso se fue al PSG Marco Asensio, de golpe y porrazo el equipo blanco perdió más de 40 goles, y una buena cantidad de asistencias. Encima, Benzema era el capitán, y el mallorquín uno de esos jugadores que se esperaba su explosión año tras año, sin que nunca terminara por explotar realmente.
El hombre era Vinicius Junior, y el brasileño empezó a hacerlo bien, pero luego de un par de partidos cayó lesionado, y el recién llegado Jude Bellingham tomó el puesto, y de qué manera: goles, liderazgo, clase, apariciones ante los medios para demostrar madridismo, y un amor desmedido de la grada hacia el nuevo fenómeno por el que Florentino Pérez pagó 103 millones fijos, una cifra que pudiera aumentar en dependencia de los títulos.
El mediocampista inglés, reconvertido en mediapunta y jugando más cerca del área que como lo hacía en Dortmund con el Borussia, no solo ha marcado seis goles en seis partidos, incluido el de Champions ante el Union Berlín, sino que ha salvado al Madrid en varios encuentros en los que tuvo que remontar, entre ellos ante el rocoso Getafe, y el martes pasado ante los germanos en el estreno europeo.
Ahora mismo, el jugador más querido del Madrid no es el lesionado Thibaut Courtois, ni tampoco Luka Modric, ni Rodrigo Goes, que relevó a Viny Junior en eso del liderazgo ofensivo. Es Bellingham el nuevo ídolo, porque llegó con liderazgo y goles, y eso alimenta el ego y las pasiones de fanáticos e influencers. Y encima de eso, aparece ante los medios y desgrana madridismo.
El nuevo ídolo del Real Madrid habla de la afición, del estadio, del peso de la camiseta, de lo que es capaz de hacer el equipo y de por qué llegó allí, para ganar títulos. No necesita más. El resto de los jugadores tendrá que ponerse en la fila y esperar a que le dé alguna opción. Pero el Viny vuelve ya, Si no regresa este domingo ante el Atlético en el Civitas Metropolitano, lo hará el miércoles ante el Nápoles en el Diego Armando Maradona, y entonces las cosas pueden cambiar.
