El Barcelona y el Real Madrid son los clubes que más veces ganaron el Balón de Oro, el más prestigioso de todos los trofeos individuales que se entregan en el mundo del fútbol. En buena medida porque la mitad de esos premios en zona culé corresponden a un solo jugador, el argentino Lionel Messi, quien fue la gran estrella de la mejor época de la institución y lo ganó en seis ocasiones, antes de hacerlo en otras dos fuera.
Por el Madrid, Cristiano lo levantó en cuatro ocasiones, para ayudar a alcanzar la docena, aunque después de su marcha de territorio blanco, el croata Luka Modric y el francés Karim Benzema también se alzaron con el trofeo. El mediocampista se alzó con él en 2018, tras ganar el Madrid la decimotercera Champions, y el galo luego de ser la gran estrella de la decimocuarta, con actuaciones descollantes en aquellas remontadas que ya sin parte de la historia.
Sin embargo, la prensa de un lado y otro no pierden la ocasión de entregar el premio a cuanto joven llega al club, sobre todo si sale de La Masía, la academia donde se forjan los futuros jugadores del primer equipo catalán. Cada día, luego del debut de uno u otro, aparecen titulares en los medios hablando del crack del futuro, el nuevo Balón de oro, y no se sabe cuántas cosas más, que al final terminan en nada, porque desde 2005, solo Messi logró triunfar.
LOS QUE LE IBAN A QUITAR EL PREMIO A MESSI
Ante todo quiero dejar claro que la cantera del Barcelona ha dado buenos futbolistas. De allí emergieron, entre otros, Carles Pujol, Gerard Piqué, Sergio Busquets, Andrés Iniesta, Xavi Hernández y el propio Messi. De hecho, alguno de los balones de Oro que ganó el argentino mientras defendía los colores blaugranas pudo ser de alguno de los mencionados, como el de 2010, cuando los votantes pasaron sobre el título mundial de España en Suráfrica.
Pero eso es otra historia, y ya no se podrá reescribir. Toca entonces referirnos a aquellos que debutaron con el club catalán, mostraron un regate o anotaron un gol y, de pronto, ya le iban a arrebatar el premio de mejor jugador del mundo a Messi. Esos artículos, esas charlas, los vi en decenas de ocasiones, para no decir cientos. Y al final, nada de nada. No hubo un jugador de aquellos que se metiera entre los 10 mejores en una temporada.
Entre esos fenómenos que acunó el Barcelona estuvieron Marc Bartra, un defensa central de medio pelo, que algún día le sacó un balón a alguien dentro del área y ya bastó para encumbrarlo. o aquel pivote nombrado Sergui Samper, incluso Carles Aleñá, que la última vez que lo vi andaba por el Getafe, un equipo que no tiene nada que ver con lo que propone el Barcelona en el campo, o al menos con lo que dice la prensa catalana que propone.
Munir era otro de los superdotados que emergieron de La Masía, pero se quedó ahí, como pasó con Eric García o con Ricky Puig, a quien la prensa catalana le hizo tanto la pelota que las gradas del Camp Nou coreó alguna vez su nombre, sin haber demostrado nada dentro del campo, cuando no hubiera sido algún regate algo vistoso, la mayor parte de las veces con los partidos decididos.
La lista de promociones al Balón de oro no terminó ahí. Luego llegaron los Ansu Fati, Pedri, Gavi, y una camada que parecía ir para más, sobre todo porque también recibió respaldo desde la selección, en tiempos de Luis Enrique, que apostó por ellos, los convocó a la absoluta y les dio protagonismo cuando aún no habían acumulado un partido completo en primera división y sin más méritos que algún buen pase y más intensidad.
PEDRI, GAVI, ANSU, YAMAL Y AHORA CUBARSÍ
Ansu parecía que iba para más. llevaba el gol en las botas, pero ser grande incluye otras cosas, entre esas un físico privilegiado, que te ayude a sortear todos los escollos que se te pueden presentar al jugar una temporada tras otra. Y a Fati no lo acompañó el cuerpo. Tampoco a Pedri, que fue mejor jugador joven del mundo, pero al que apuraron con la escuadra culé y con la selección española, hasta que terminó por jugar un día y parar al otro.
Gavi, también mejor joven del mundo, tiene más físico, pero menos fútbol. Es menos técnico, pero más intenso. NO tiene la visión de Pedri, pero pelea cada balón, y para él todas las causas valen. Ahora mismo arrastra una larga lesión. Sin embargo, me acuerdo que para algunos Aleñá era el nuevo Maradona, y que Ilaix Moriba solo necesitaba que le dieran juego para ser Balón de Oro. La propaganda funciona así y el fútbol no es ajeno.
Esos no son los últimos casos. Mira que me he saltado nombres, como Bojan Krkic, Oriol Romeu, Sergi Roberto, Thiago Alcántara y su hermano Rafinha, de quienes dijeron que iban a cambiar el fútbol, Cristian Tello, Isaac Cuenca, Gerard Deulofeu y Adam Traoré, a quien trajeron de vuelta a casa para que revolucionara la delantera y al año siguiente lo tuvieron que dejar ir de nuevo. Así de sencillo. Y todos, según los medios, iban para cracks.
Ahora la gran estrella es Lamine Yamal. El chico, que cumplirá 17 años el 13 de julio, ha aprovechado la baja en el juego culé y alguna lesión de las estrellas para hacerse un hueco. Incluso, ha sido convocado a la selección, como ocurre siempre y su nombre ha ganado relieve. Ese puede ser grande, pero desde el Camp Noy intentan vender en ese paquete a Marc Guiu, un espigado atacante de 18 años que salió y marcó un par de goles en primera y nada más.
El último, sin embargo, ha sido Pau Cubarsí, otro de 18 años recién cumplidos y un físico impresionante, al que la posición de central le queda muy bien, pero al que ya apuran y dicen que es el relevo de Pujol o que está para grandes cosas, cuando aún no suma 400 minutos en primera división. Ya sé, el que no se anuncia no vende, pero no hay que insistir tanto, porque el Balón de Oro tiene dueño, por lo menos por 10 años y no veo a nadie del Barcelona como candidato de verdad a ganarlo.
