Este domingo veía los festejos del Real Madrid por la conquista de La Liga Española, la número 36 de su historia, y me llamó la atención algo muy común en la mayoría de los discursos o las declaraciones: en lugar de centrarse en el disfrute de un trofeo ganado con buen fútbol, con diferencia sobre los rivales, y también con sacrificio, todos hablan de ir a por la decimoquinta, en referencia a la final de la UEFA Champions League.
El equipo blanco se medirá el sábado 1 de junio, en Wembley, al Borussia Dortmund, en un partido que, de ganarlo, representaría su título 15 en la competición de clubes más importante del mundo, algo que mantiene a los jugadores, al cuerpo técnico y hasta el presidente muy ilusionados, y no es para menos, porque sería su sexta Copa de Europa en las últimas 11 ediciones.
El Madrid, tras ganar en 2014, se convirtió en dominador absoluto de la lid. Ha ganado tanto como el resto de los equipos en ese lapsus y está a punto de consumar una hazaña más, y todo eso lo manifestaron jugadores e integrantes del club durante sus declaraciones en el festejo, que incluyó la Alcaldía, la Comunidad y la plaza de La Cibeles, centro tradicional de festejos del Real Madrid.
GANAR, GANAR Y GANAR
El Real Madrid es un club en el que solo vale ganar. En territorio blanco siempre pasan de otras posiciones, porque lo más importante es triunfar. Si el equipo gana, la afición está satisfecha. Incluso, la continuidad del entrenador solo la garantiza la victoria. Hay que recordar ligas con cifras astronómicas de puntos, sin títulos, que han provocado el cese del técnico, como le sucedió a Manuel Pellegrini, por ejemplo.
No presumen en la Casa Blanca del fútbol de toque, ni de pases, como ocurre en la acera del frente, en referencia al Barcelona. En el Bernabeu hay que ganar, pelear hasta el final, dejarse la piel en la cancha, de lo contrario, la afición blanca, que es muy exigente, exigirá cuentas, y lo hará de la manera tradicional, con una pitada a un jugador o a todo el once, sobre el propio césped.
Además, los blancos y la Champions, aunque pasen generaciones, tienen un idilio muy especial con la competición europea, al extremo de que los rivales tienen temor a enfrentarlos, sobre todo en eliminatorias directas, y una muestra fueron las expresiones de descontento de los representantes del Manchester City cuando el sorteo, en Nyon, los emparejó con el Real Madrid.
El argentino Jorge Valdano tal vez conoce como nadie cómo funciona el club, porque fue jugador, entrenador y directivo, algo que rara vez ocurre, y con el conocimiento que dan todo esos pasos, dice que es el club más difícil del mundo, porque gana y ya está pensando en el próximo torneo, y lo hace desde la misma celebración. En este caso, la temporada no se ha terminando, aún hay un trofeo en juego, pero es igual.
Lo cierto, el equipo de Carlo Ancelotti, tiene una gran oportunidad de ampliar su reinado europeo, en un año en el que ya dejó en el camino a dos equipos alemanes, el RB Lepzig, y el Bayern de Múnich, este último en las semifinales, luego de una remontada espectacular en el Santiago Bernabeu, el pasado miércoles, en otra de esas escenas que conmueven a los seguidores en medio mundo.
UN GRAN AÑO, QUE PUEDE SER MEJOR
Todos los equipos del mundo, y de España por supuesto, firmarían la temporada del Real Madrid hasta el momento: título de la Supercopa, campeones de La Liga y la condición de finalistas de Champions. En Europa lo filmarían todos los entrenadores, sin pensarlo dos veces, porque el hecho de levantar el trofeo local hace buena la campaña y si a eso agregas la disputa del título continental, mucho mejor.
Sin embargo, el Real Madrid tuvo que sobreponerse a momentos duros y rivales difíciles, aunque en todo el año solo ha perdido dos partidos, ambos ante el mismo rival, el Atlético de Madrid. Las dos derrotas ocurrieron en el Civitas Metropolitano, una de ellas en la primera ronda del torneo doméstico, y la segunda en la Copa del Rey, que le costó la eliminación.
Fuera de eso, no importó que el equipo no contratara una gran estrella como 9 para sustituir a Karim Benzema, porque el resto de los delanteros, entre ellos Joselu Mato, de quien algunos se burlaron cuando la directiva lo trajo cedido del descendido Espanyol, suplieron al francés y sus goles. Y tampoco la presencia de Jude Bellingham provocó ningún choque de egos con Vinicius Junior, como algunos agoreros pronosticaron.
Encima de eso, en los mismos albores de la temporada, el equipo perdió a su arquero titular y al mejor de sus zagueros hasta entonces, Thibaut Courtois y Eder Militao, y el cuerpo técnico optó por apañárselas con lo que había en la plantilla para la defensa y solo comprar a Kepa Arrizabalaga para reforzar el arco. Y cuando cayó, también por rotura de ligamento cruzado, David Alaba, la posición fue la misma: la plantilla da.
El Madrid se sobrepuso a cada contratiempo y aunque ya se puede dar por muy buena la temporada, si consigue el título de la Champions, será aún mejor, sin embargo es posible que cuando acabe el año digan los jugadores, entrenadores y directivos que hay que pensar en la Liga 37 y la decimosexta Champions. Así funcionan en el equipo blanco y tal vez por eso llegan tan lejos habitualmente.