Todos los días me juro no escribir más de Kylian Mbappé y su futuro. No hacerme eso de las versiones de la prensa, ni de las conjeturas de uno u otro lado sobre el futuro del que tal vez es el mejor jugador del mundo y el que pudiera marcar mejor las diferencias entre un equipo u otro. Pero cada día aparecen en escena nuevos protagonistas, revelaciones nuevas, pronunciamientos de este o aquel, que obligan a volver sobre el capitán de la selección de Francia.
La medianoche del 31 de diciembre dejó a la estrella del PSG libre para negociar con quien se le ocurra, sin que la contraparte esté obligada a hacerlo antes con el Paris Saint-Germain. Basta solo con comunicarle al equipo de Naser Al-Khelaifi que van a contactar con su delantero para intentar un acuerdo de cara a la siguiente temporada, toda vez que el crack dijo en junio pasado que no haría válida la opción de permanecer un año más en el equipo de la capital francesa.
Cuando Mbappé renovó contrato con el PSG en mayo de 2022, lo hizo por dos años, con opción a una tercera, sobre la cual tendría potestad solo él. A pesar de eso, cuando se presentó en el Parque de los Príncipes, llevaba una camiseta en la mano con un letrero detrás que decía 2025. Eso significaba que, desde este enero, el jugador podría decidir su futuro, algo así como que renovaría, de nuevo, con el PSG o se iría a otro club, fuera el Real Madrid o cualquier otro.
EL EFECTO BELLINGHAM
Luego de ganar el Trofeo de Campeones al Toulouse, el jugador francés compareció ante la prensa y mandó un mensaje a su estilo, de esos que parecen encriptados y que hay que buscar claves ocultas para poder entenderlas. Solo quedó medio claro algo: que las partes estarían protegidas en caso de cualquier determinación. El resto de sus palabras parecieron tan etéreas que uno no sabe, incluso ni se imagina, qué puede pasar en los próximos días, semanas y meses.
Sin embargo, desde el entorno del Real Madrid han comenzado a salir cosas que apuntan a que ya el club no está tan dispuesto a tirar la casa por la ventana con el goleador francés. Y uno se preguntaría los motivos que han llevado a Florentino Pérez a cambiar su opinión, teniendo en cuenta que el mandamás blanco es partidario absoluto de llevar a su club a los mejores jugadores del mundo, y esa condición la tiene ahora mismo el galo, a pesar de que no ha ganado aún su primer Balón de Oro.
Sin embargo, en los últimos meses ocurrieron cosas interesantes en torno al club que entrena Carlo Ancelotti. La junta directiva le trajo al italiano al inglés Jude Bellingham y el técnico le dio galones desde el primer día, que el jugador aprovechó para elevar su valor, según Transfermarket hasta 180 millones de euros, la misma cantidad que le da al noruego Erling Haaland y al francés. Y eso pudo, o puede, condicionar al presidente blanco.
Con Bellingham instalado en la cima del fútbol, aunque la corona la compartan tres jugadores, Florentino Pérez pudo haber cambiado de opinión. Ya tiene una estrella, como esas que siempre le gustaron. Y para colmo, idolatrada por la afición desde el primer día que se puso la impoluta camiseta del Real Madrid. ¿Por qué tendría que ir a por otra estrella, si ya tiene a una en el club? ¿Por qué jugársela con alguien de fuera, cuando tienes la perla adentro?
El efecto Bellingham ha sido determinante, o podrá ser en los próximos días. Y encima de eso, además del inglés, están las otras estrellas del club, como Vinicius, Rodrigo, Valverde, Camavinga, todos muy jóvenes y con un gran futuro por delante. El establecimiento de todos en la élite del fútbol podría condicionar la llegada de Mbappé, a quien la afición le tiene ojeriza por haber dejado plantado al Madrid en dos oportunidades.
LOS TÍTULOS Y EL EFECTO ENDRICK
El Madrid ganó una Champions hace dos años y medio. Lo hizo con una plantilla similar a la que tiene ahora. Solo Bellingham y Antonio Rüdiger no estaban en aquella nómina entre los titulares. Además de los mencionados, el equipo blanco solo ha hecho algunos retoques. Incluso, a pesar de dos graves lesiones de rodillas de dos de los cuatro centrales, el equipo se ha negado a fichar a sustitutos, porque cree que con lo que tiene Ancelotti es suficiente.
Sin embargo, el Real Madrid tiene fichado a un jugador importante para la línea de ataque: el brasileño del Palmeiras Endrick, toda una estrella en su país y en quien tiene el club cifradas todas las esperanzas. Quiere decir que la Champions de hace solo unos meses y la gran estrella de Brasil para el verano, el Real Madrid no tiene la necesidad de darle a la afición un galáctico, porque el aficionado cree que el brasileño lo será.
Encima de eso, con la plantilla actual, diezmada y todo, lideran la Liga -igualado con el Girona- con siete puntos de ventaja sobre el Barcelona y 10 sobre el Atlético de Madrid. Y encima de eso, el equipo se metió, invicto, en los octavos de final de la UEFA Champions League. Esa sensación se puede reforzar si el Madrid gana la Supercopa de España, que se jugará la próxima semana en Arabia Saudita, con partido de semifinales ante el equipo del Cholo Simeone.
Todo eso conspira contra la llegada de Mbappe, sin embargo, hay algo que no se puede olvidar: a Florentino Pérez y al aficionado madridista le gustan las grandes estrellas. No podemos olvidar que en la primera etapa del presidente al frente del club, trajo en años consecutivos a Luis Figo, Zinedine Zidane, Ronaldo Nazario, Michael Owen y David Beckham, entre algunos otros. Y luego, inició su segunda etapa con Cristiano Ronaldo, Kaká y Benzema, de una tacada.
Eso quiere decir que a Florentino no le tiemblan las piernas a la hora de abrir la billetera por un Balón de Oro, o por un candidato, pero esta vez puede tener sus escrúpulos, porque Mbappé lo dejó plantado en un par de ocasiones, por las condiciones que hayan sido, y no sabemos cómo actuará el mandatario en los próximos días, semanas y meses. Quedan unos días tremendos, eso sí.