Novak Djokovic parece que va a jugar para siempre y que su físico no tiene fecha de caducidad aparente, porque ni rivales ni lesiones se oponen en el camino de un tenista que ya alzo su trofeo de Grand Slam número 24 y parece que tiene para ganar, al menos una decena más, por la forma en que se presenta en la pista, pro las cosas que hace, y el dominio que impone a sus contrincantes.
En Flushing Meadows no fue diferente. Desde el mismo arranque del último Major del año, dejó claro que iba a por el título y se encargó de dejarlo claro en cada una de sus presentaciones en la cancha. Sabía que por la otra parte del organigrama caminaba Carlos Alcaraz, con quien había perdido la final de Wimbledon, pero ni eso le preocupaba. Lo suyo era hacer su trabajo y punto.
Cuando Alcaraz cedió ante el ruso Daniil Medvedev se alegró, porque sabe que el español se crece en las grandes citas, y que le ha ganado en alguna oportunidad y siempre creerá que puede volver a hacerlo. Eso sí, el balcánico tampoco iba a darle tregua alguna en el partido decisivo, como no hizo con el ruso, que no por gusto es tercero en el escalafón de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP).
MEDVEDEV, Y ESO DE COINCIDIR
Daniil Medvedev tiene 27 años y siete meses exactos. Desde que entró al circuito se le veían dotes de gran tenista, de competidor tremendo, de esos que no se dan por vencido en ningún caso, y de los que resulta complicado vencer porque sus 1.98 metros de estatura no solo lo ayudan con el saque, sino que le facilitan cosas a un lado y otro, en esos golpes que otro cualquiera tendría que moverse mucho.
En toda su carrera, ha ganado 300 partidos y perdido 123, hasi do número uno del mundo, sin embargo solo ha podido ganar un Grand Slam, el Abierto de Estados UNidos en 2021, porque la mayoría de las veces se ha encontrado con estos colosos del tenis que han sido Rafael Nada o Novak Djokovic, incluso con Carlos Alcaraz, con quien ha perdido en más de una ocasión, pese a los 20 años del español.
La primera vez que Medvedev alcanzó una final de Grand Slam fue en Estados Unidos 2019. Y vale aclarar que al ruso le van mejor las superficies en las que se juega en Australia y Estados Unidos, que la arcilla y la hierba de Roland Garros y Wimbledon, por ese orden, sedes del segundo y tercer major de cada temporada, donde nunca ha estado en las instancias decisivas.
En el US Open 2019 se encontró con Nadal en la final, y el español lo venció luego de cinco sets y un partido antológico, en el cual el ruso estuvo a punto de remontar dos parciales en contra y llevarse la victoria. pero un Rafa, muy mermado físicamente, reaccionó a tiempo y ganó. Contra Rafa volvió a caer en Australia 2022, otra vez en cinco sets, y uno de los mejores partidos de la historia, después de ganar dos parciales al inicio.
Djokovic, que le pasó por encima este domingo en Flushing Meadows, también lo había derrotado con facilidad en la final de Melbourne Park, en 2021. Casi no le dio opciones el servio a su rival. Para la historia pueden quedar las palabras del moscovita, cuando, tras recibir el trofeo correspondiente al subcampeón, le pidió que se retirara. Sabemos que fue en broma, pero a los tenistas del momento se les antoja que solo con el serbio fuera tendrán opciones.
NO TIENE COMPETENCIA EN LA HISTORIA DEL TENIS
En la centenaria historia del tenis, lo de Novak Djokovic no tiene comparación. Nunca hubo nadie como él, y es posible que tampoco vuelva a salir un jugador igual, No hay que recordar que ha jugado 36 finales de Grand Slam, de las cuales ha ganador 24, ni que ha estado más tiempo que ningún otro jugador como número uno del mundo. NO, nada de eso, basta con buscar en su pedrigrí para darse cuenta.
Djokovic puede que no tenga la elegancia del suizo Roger Federer, o que no tenga la caballerosidad de Rafa Nadal en la pista. Incluso, puede que en algunos lugares su forma de actuar, eso de c alentarse y romper raquetas a golpes contra el piso no caiga bien, pero eso no es suficiente como para dejar de admirarlo. Es un ganador nato y nadie lo va a cambiar por más que intenten encontrarle algún defecto.
Hasta hace unos 15 años, tal vez un poco más, todos hablaban del estadounidense Pete Sampras como el mejor tenista de la historia, porque se había impuesto en 14 ocasiones en torneos de Grand Slam. Cuando Djokovic, Federer y Nadal igualaron con 20 grandes per cápita, fui de los que pensé que mejor se iban los tres, porque los recuerdos podían ser injustos. Pensaban en el suizo y el español.
El año anterior, sin embargo, el hombre que más veces ha ganado en Roland Garros, volvió a llevarse el trofeo de los mosqueteros, como le dicen al título de Roland Garros, para llegar a 22 coronas máximas, solo unos meses después de imponerse en Australia. Parecía definitivo, porque le sacaba dos títulos a un Djokovic al que el no vacunarse contra el covid-19 lo limitaba.
Pues un año después es el serbio el que le saca dos a Nada y cuatro al retirado Federer. Y ahora mismo a mí se me ocurre pensar que si alguien puede llegar a 30 títulos de Grand Slam es solo él. Tal vez no lo ha dicho nunca, pero de seguro le ha pasado por la cabeza, y cuando a se propone algo no para hasta conseguirlo. Muy bien han de jugar Medvedev, Alcaraz o cualquiera de sus rivales para impedirlo, porque va disparado.