El tiempo para hacer cambios en las Grandes Ligas llega a su fin y los movimientos hasta ahora no han sido muy sorprendentes, sobre todo porque hay muchos equipos con posibilidades aún de entrar en la postemporada y no quieren deshacerse de sus estrellas, en un mercado con mucha demanda de lanzadores, abridores y relevistas, y bateadores capaces de producir carreras.
Las lesiones de muchos pitchers, de bateadores de peso en varios clubes, hicieron que la demanda subiera, pero tampoco se movió mucho el mercado. O al menos no lo hicieron hasta ahora, unas 12 horas antes de cerrar, los clubes más importantes, aunque siempre hubo algún cambio, pero nada del otro mundo, sobre todo por la pasividad de los gerentes generales.
Los cambios siempre tienen condicionantes, entre ellas la resistencia de algunos equipos con oportunidades de ganar y de llegar a la Serie Mundial de dar a sus principales prospectos por algún jugador sobre el cual no van a tener control. Eso lo hizo todo más difícil, aunque hubo escuadras que se adelantaron e intentaron resolver sus problemas desde temprano.
LOS YANKEES SE DURMIERON CON ARRÁEZ
Los Yankees de Nueva York arrancaron la temporada como un tiro, pero la gerencia general quería acomodar al segunda base venezolano Gleyber Torres en algún equipo, y pretendía, a cambio un hombre que encajara como primero en la tanda. Ese jugador lo tenían los Marlins de Miami, y era el también venezolano Luis Arráez, pero los Yankees se durmieron y los Padres de San Diego se lo llevaron.
Arráez, un bateador zurdo que puede jugar en los jardines, pero que prefiere la segunda base, viene de dos campañas con dos títulos de bateo, uno con los Mellizos y otro con los Marlins, y pudo haber resuelto el problema que ha tenido Aaron Boone con su hombre proa, donde ha usado a media docena de jugadores, sin que ninguno lo haya hecho como esperaba el timonel.
Al final, Arráez se fue al Petco Park de San Diego y los Yankees se quedaron con Torres, al menos hasta el momento de escribir estas líneas, cansados de esperar porque el venezolano se convirtiera en el jugador que siempre pareció que iba a ser y que no ha sido. No fue la estrella que parecía, aunque tampoco lo hizo tan mal desde que saltó a las Grandes Ligas desde las sucursales de Nueva York.
Los Yankees movieron algunas piezas para reforzar un cuerpo de pitcheo que arrancó como un tiro, pero que se ha desinflado a medida que se acercó la mitad de la temporada, al extremo de que el equipo invencible de los dos primeros meses, se convirtió en uno convencional, incapaz de ganar dos subseries en línea, a pesar del retorno de su mejor lanzador, el derecho Gerrit Cole.
Para colmo de males, hasta el cerrador Clay Holmes comenzó a hacer de las suyas y a dejar escapar oportunidades, lo cual provocó que los Yankees perdieran la cómoda ventaja que tenían en la División del Este de la Liga Americana y que los Orioles de Baltimore se pusieran primero en el camino a la postemporada, aunque la diferencia de un juego, a estas alturas, no parece insalvable.
LAS LESIONES PARARON A LOS YANKEES
Los Yankees no pudieron contar en los primeros meses de la temporada con Gerrit Cole, pero la rotación funcionó a las mil maravillas. Incluso hasta el bullpen, pero no fue así cuando comenzaron a faltar piezas claves en la alineación, y algunas como DJ LeMahieu regresaron pero nunca estuvieron a la altura, al extremo de que el equipo fue a buscar alguien para la tercera base.
Anthony Rizzo apenas apareció. Cuando estuvo saludable su aporte fue mínimo y para colmo de males, Giancarlo Stanton, que tuvo un arranque mejor que en otras temporadas, se lesionó y se perdió cuatro semanas, que coincidieron con la caída en barreno de los Yankees. Solo este lunes volvió el artillero a la alineación, ocupó el quinto turno pero los Yankees lucieron imponentes a la ofensiva.
Pero en el inicio de la serie ante los Phillies, los Yankees no solo tuvieron a Stanton, sino que por segunda jornada en línea alinearon a Jazz Chisholm Jr., de quien muchos dijeron que no daba el nivel para lo que quería Aaron Boone, pero luego de un primer partido sin nada destacable, en el segundo bateó un par de cuadrangulares, recibió una base por bolas, y remolcó tres carreras.
Lo cierto es que la alineación de los Yankees a comenzado a producir de nuevo y después de la derrota por 12-3 del jueves 25 ante los Mets, han anotado 40 carreras en los siguientes cuatro partidos, con 54 imparables, la cifra más alta para cuatro juegos en toda la temporada, y han ganado tres de esos juegos, dos en casa de los Medias Rojas de Boston y el último en la de los Phillies.
De cualquier manera, queda tiempo -horas- para el cierre del plazo para cambiar jugadores y los Yankees pudieran hacer un movimiento de última hora y nadie sabe si LeMahieu, Torres o Trent Grisham, por ejemplo, toman otro camino y este miércoles desembarcan en el Bronx esas piezas que necesita el equipo no solo para ganar la división sino para alcanzar la Serie Mundial y tal vez ganarla.
