A Sergio Ramos se le va el tren de Qatar

Sergio Ramos es el mejor defensa de la historia del fútbol español, pero los años no pasan por gusto y su afán de llegar a la Copa Mundial de Qatar, prevista para noviembre y diciembre próximos, están en peligro por los problemas físicos del último año y la más que probable tozudez del seleccionador Luis Enrique Martínez.

El ahora central del PSG apenas vio acción en el último año. Solo jugó unos partidos a final de temporada en la Liga 1 con el club parisino, por molestias recurrentes en una rodilla, que le costaron ser apartado de la escuadra nacional, de la cual era capitán.

Tras su salida, el seleccionador le entregó el brazalete al barcelonista Sergio Busquets y muchos creen que más allá de una situación coyuntural, fue un paso importante para continuar con un relevo generacional que puede terminar con la carrera como internacional del otrora jugador del Sevilla y el Real Madrid.

Ramos ganó todos los títulos posibles a nivel de clubes y de selecciones. Su hoja de servicio es impecable, pero es un jugador ambicioso y ve en la Copa Mundial la posibilidad de despedirse de la escuadra nacional en lo más alto, porque con 36 años es poco probable que pueda estirar su carrera hasta los 40, o al menos hacerlo en condiciones de ser convocado por el seleccionador.

Sería su quinta Copa Mundial, pero lo tiene difícil, porque es un jugador con un liderazgo tremendo, y lo menos que necesita -o quiere- el seleccionador son jugadores con su perfil. Luis Enrique apuesta por un grupo homogéneo, de perfil bajo, que no levante la voz y acepte sus posiciones incondicionalmente.

Y Ramos, en el campo o en la nómina, altera ese ecosistema que tan bien cree que maneja el técnico. Aunque un Ramos en forma, incluso sin estar al ciento por ciento, ofrece más garantías que Eric García, quien no es titular ni en un Barcelona cuya zaga hace aguas todo el tiempo.

Sin embargo, el entrenador llama a García una y otra vez. Y no solo lo llama, sino que le da la titularidad en detrimento de otros jugadores que lo hacen mejor que él durante toda la temporada. El técnico tiene claro cuál es su pareja de centrales: el lesionado Aymeric Laporte y Eric García. Y eso sienta mal en media España, porque ven como Pau Torres, el soberbio zaguero central del Villarreal, pretendido por media Liga Premier, se mantiene en el ostracismo, o como no llama jamás a Nacho Fernández.

No son los únicos casos cuyas prestaciones estarían por encima de las de Eric García, pero esa es su posición, es el que decide y los demás a callar. Y si algún periodista pregunta algo en rueda de prensa, seguro que se lleva una respuesta fuera de tono del seleccionador, así que mejor hacer silencio y esperar al mundial, a ver qué pasa.

España tiene un buen equipo y Luis Enrique no es un mal estratega, pero cualquiera diría que no le dará para levantar su segundo título mundialista. Y lo mismo podría pasar si convoca a Ramos y le da la titularidad, porque un jugador, a menos que sea un supercrack en su mejor momento, no puede inclinar la balanza en un Mundial. Messi es el más puro ejemplo.

Ramos cree que tiene opciones, pero esas pasan por ganarse la titularidad en el PSG, donde tiene por delante al brasileño Marquinhos y al francés Presnel Kimpembe. Solo si consigue hacerse un hueco en el once parisino y demostrar que está tan bien que dejarlo fuera sería un escándalo, Luis Enrique lo llamaría. Aunque algunos amigos vinculados a los medios, creen que ni así.

Sin embargo, Sergio Ramos es de esos jugadores que no se da por vencido tan fácilmente, que se pone metas cada vez más difíciles y peleará hasta el final por hacerse un hueco en la nómina de España para la Copa Mundial. Y solo cuando vea que es imposible, admitirá que su tren pasó, si es que lo admite.

Por ahora, tiene el récord de más partidos con la selección española (181) y es tercero del mundo por detrás de Soh Chin Ann, de Malasia, (195) y del portugués Cristiano Ronaldo (186).

Ramos está lejos del exarquero Iker Casillas, que llegó a 167, récord en su momento, y muy distante de Busquets, que suma 133. La cifra del zaguero podría aumentar y acercarse a los 200, pero no depende solo de sus intenciones, sino de su físico, y sobre todo, de Luis Enrique, quien al final decidirá si lo llama o no de vuelta a la selección nacional.

Además de Ramos, hay otro central histórico que abrió las puertas a la selección, tras haber renunciado después de la Copa Mundial de Francia 2018, el barcelonista Gerard Piqué. El técnico dijo recientemente que todos los jugadores en activo en primera división estaban disponibles, pero también es poco probable que sea tenido en cuenta.

Los problemas físicos, el vedettismo y la jerarquía de Piqué pueden pesar contra sus intenciones, por lo que ya decíamos: el entrenador no quiere líderes, ni en la cancha ni en el vestuario. Y tanto el esposo de Shakira como el de Pilar Rubio halan más cámaras que él. Lo demás está claro.