En 2009 los Yankees de Nueva York fueron por última vez a una Serie Mundial y la ganaron en seis partidos a los Phillies de Filadelfia. Menos de un año después fallecía en Tampa George Steinbrenner, el padre de los actuales dueños de los llamados Mulos de Manhattan, y el equipo del Bronx dejó de ser la maquinaria todopoderosa que se las arreglaba para ganar cada cierto tiempo y se convirtió en un equipo más, en uno vulgar.
En 2014 se cumplirán tres lustros sin ver a los Yankees jugar una Serie Mundial, después de un 2023 desastroso, en el que estuvieron durante la primera parte de la temporada en puestos clasificatorios, pero después del Juego de las Estrellas cayeron en barreno y permitieron que otros los adelantaran, Al extremo de que llegaron a ser últimos de la fortísima División del Este de la Liga Americana.
Por nómina, los Yankees parecían el mejor equipo, pero con eso no se gana en el béisbol y a un staff de abridores con problemas físicos, se sumaron lesiones de varios de los más importantes jugadores de campo, comenzando pro el capitán y gran figura del equipo, Aaron Judge, que se perdió muchas semanas por molestias, lo cual influyó sobremanera en el actual del equipo.
MUCHAS LESIONES, RENDIMIENTO BAJO
Cuando Judge salió al campo los Yankees jugaron bien. El porcentaje de victorias con él en el terreno fue muy superior a cuando no estuvo, y hubo un momento, en los meses de julio y agosto, que los bates del equipo parecían congelados, y llegaron derrota tras derrota, sin que nadie en la alineación sacara la cara. Los reveses con marcadores cerrados, sin apenas batear, se multiplicaron.
A la ausencia esporádica de Judge se sumó la baja ofensiva de Giancarlo Stanton, un hombre importante en el centro de la alineación y que apenas batea para .189, con 24 cuadrangulares y 58 carreras impulsadas, además de participar solo en 98 partidos, con 117 ponches y 40 bases por bolas. Con un cuarto bate así, es difícil que puedas ganar, más allá de que el manager Aaron Boone es de esos que cambia la alineación cada día.
Otro que aportó muy poco hasta que el equipo lo dejó libre fue Josh Donalson, el tercera base, otrora ganador de un premio al Jugador Más Valioso, y quien tuvo una temporada decepcionante, lastrado por lesiones y una baja ofensiva considerable, al extremo de que terminaron por liberarlo, cuando aún le quedaba tiempo de contrato y todo por enseñar. Fue otra de las causas del bajón del club.
Entre los jugadores de renombre que tampoco aportaron mucho, estuvieron Anthony Rizzo, quien arrancó muy bien, luego se fue apagando poco a poco, y terminó por lesionarse y perderse el final de la temporada, una situación diferente a la de D.J. LeMahieu, quien comenzó frío y al final justificó un poco su salario, uno de los más altos de la plantilla.
Para tener una idea de lo mal que estuvo el ataque de los Yankees, solo hay que tomar como referencia que Judge, que apenas jugó hasta el momento 102 partidos, algunos de ellos con dolencias físicas, es el jugador con más carreras impulsadas de la plantilla, con 71, y el de más cuadrangulares con 35. Creo que él, Gleyber Torres y Anthony Volpe son los únicos que se pueden excluir de la desastrosa temporada.
EL PITCHEO POR EL MISMO CAMINO
Gerrit Cole fue el salvador de los Yankees. perdí la cuenta de las veces que dejó el partido arriba y el bullpen lo estropeó, incluso el cerrador, una posición en la cual los Yankees no tuvieron acierto alguno, porque los 22 salvados de Clay Holmes no me dicen nada, sobre todo, porque estropeó muchas victorias al final, algunas de las cuales mediante walk off espectaculares.
Cole trabajó para ganar el Cy Young. Aparece entre los primeros en la Liga en varios departamentos, y lideró en salidas de calidad, hasta el momento, además de ganar 14 juegos y solo perder cuatro, y lanzar 200 entradas, más las que pueda sumar en los próximos días, pero estuvo solo, salvo alguna aparición de calidad esporádica de Domingo Germán, Nestor Cortes o Clarke Smidt. El resto estuvo mal.
El dominicano Germán, luego de conseguir un juego perfecto y cuando todos pensaron que enderezaría el rumbo, fue apartado del equipo por consumir bebidas alcohólicas, pero la tapa al pomo se la puso su compatriota Luis Severino, de quien muchos esperaban más tras regresar de una lesión prolongada y terminó por ser bombardeado en cada salida al box, al extremo de exhibir un altísimo 6.65 de efectividad.
Los que llegaron después, como Carlos Rodon o Thommy Kahnle, tampoco las tuvieron todas consigo, y perdieron más de los que ganaron, sin darle poder a un staff que contó hasta con 30 lanzadores en la temporada, incluyendo alguna aparición esporádica de Isiah Kinner-Falefa o Josh Donaldson, en partidos que los Yankees tenían perdidos y el manager no quería utilizar a otro lanzador.
De cualquier manera, ya el mal está hecho, y los Yankees solo pueden pensar en la próxima temporada para la cual, según sus propias palabras, ni el manager Aaron Boone, tiene el puesto seguro. Y no puede ser de otra manera, porque su estadía al frente del equipo no ha facilitado los objetivos que los hijos del viejo Steinbrenner se trazaron cuando lo contrataron. Eso sí, no será el dirigente el único que dirá adiós, en caso de que lo despidan: otros seguirán sus pasos, porque las culpas no son solo suyas.