Durante años el Atlético de Madrid y el Real Madrid, los dos clubes más poderosos de la capital española, tuvieron un pacto no escrito de no agresión. Unos y otros querían vivir en armonía y evitaron caer en esas acciones que podrían llevarlos a las guerras, a esas batallas de antaño. Era mejor vivir en paz con el vecino, que estar en perenne confrontación. Así lo decidieron.
Las cosas iban bien. El Real Madrid respetaba el acuerdo. No iba a por jugadores de la cantera atlética, ni por estrellas del primer equipo, a pesar de que muchos de los integrantes de la primera plantilla rojiblanca querían saltar del Vicente Calderón, del Wanda o del Civitas Metropolitano al Santiago Bernabeu. Sin embargo, la cúpula blanca mantuvo inalterable su posición y el acuerdo iba viento en popa.
Solo había paz. Nunca buenas relaciones. Se trataban, pero no con cordialidad. Tal vez con hipocresía, mientras el resentimiento por los triunfos de uno, hacían mella en el otro. El Real, para colmo, le ganó dos finales de la UEFA Champions League a sus rivales en tres años, en 2014 y 2016. En el bando rojiblanco hablaron siempre de robo. En una porque el árbitro dio más tiempo del normal y llegó el gol de Sergio Ramos, y en la otra por un supuesto fuera de juego.
BLOQUEO AL REAL MADRID
Aunque había un pacto de no agresión, el Atlético tuvo jugadores cuyo sueño era jugar en el Real Madrid, entre ellos el mejor delantero que tuvieron en los últimos 20 años, el argentino Sergio Aguero, quien una y otra vez dijo que su sueño era vestir de blanco, pero la directiva del Atlético, con Miguel Ángel Gil Marín y Enrique Cerezo a la cabeza, lo impidió.
Al final, Aguero se fue al Manchester City, donde hizo historia, pero hay voces, en los medios de prensa, que aseguran que en su traspaso llevaba una cláusula que le impedía fichar en algún momento por el gran rival. Hasta ese punto llegaron desde la rivera del Manzanares, donde aquello de hacer el papel de segundón no lo han llevado bien nunca, y mucho menos en el presente.
El caso más llamativo, tal vez, fue el de Thibaut Courtois, el belga que pasó varias temporadas cedido por el Chelsea inglés en el Atlético, y con el que disputó, incluso, una final de Champions, la de Lisboa 2014, ganada por el Real Madrid 4-1 en la prórroga, luego de que el Atlético fuera delante por 1-0 hasta el minuto 93. Courtois decidió regresar a Madrid, pero no al Atlético, sino al Real.
Cuando Courtois desembarco en Madrid y dijo aquello de que "ahora estoy en el lado bueno de la historia", desde el entonces Wanda Metropolitano no se lo perdonaron. Los aficionados rojiblanco ultrajaron su estrella en el paseo de las estrellas del club, algo similar a lo que hicieron con Anthoine Griezmann cuando decidió dejar Madrid e irse al Barcelona, de donde volvió después con la cola entre las patas, porque nunca triunfó en el Camp Nou.
Sin embargo, desde el Real Madrid no había objeciones cuando un jugador quiso cambiar de camiseta. Un día, con el brasileño Casemiro como gran estrella del mediocampo, Marcos Llorente creyó que le iba a ir mejor en el Atlético y hasta allá se fue. Cuando regresó al Bernabeu nadie le gritó ni lo increpó. Hizo su trabajo, entró y salió del campo como un rival más, con total tranquilidad.
SE ROMPIÓ EL PACTO
En los últimos meses las relaciones institucionales entre ambos clubes se deterioraron: No es difícil darse cuenta. Desde el Atlético lanzaron ataque tras ataque al Madrid, aunque la mayoría de las veces de manera solapada, desde los medios, sobre todo los de la capital española especializados en la temática deportiva y con abierta inclinación hacia el mundo rojiblanco, aunque algunos crean lo contrario.
El Madrid golpeó fuerte la cantera atlética en el último verano, y se llevó jugadores de todas las categorías, menos del primer equipo. Eso exacerbó los ánimos de la otra parte, que no tenían claro cómo responder al golpe, y aprovecharon el último clásico, jugado en el Civitas Metrpolitano, para vencer por 3-1, mientras de la otra parte acusaban al árbitro de influir y a la afición rojiblanca de maltratar a una niña que iba vestida con una camiseta del Real.
El año anterior, previo a un derby, aficionados del Atlético colgaron un muñeco negro con la camiseta de Vinicius Junior en un puente de la capital cercano al lugar donde entrenan los blancos. Todo eso, antes de que los defensores y centrocampistas atléticos se comieran a patadas al brasileño, que fue el mejor jugador de La Liga durante el pasado año. Con diferencia, tal vez.
Para este año, los blancos, a través de Real Madrid televisión han iniciado una campaña contra los árbitros, señalando, previo a los partidos, a aquellos que han perjudicado abiertamente al primer equipo. El último vídeo, precio al choque ante Las Palmas en el Bernabeu, no cayó nada bien a la directiva del Atlético, cuyo consejero-delegado, Miguel Ángel Gil Marín, criticó la forma de hacerlo.
Apuestas en el Fútbol con Bet365Adulteran la competición. Crean un clima insoportable para los colegiados. Los argumentos que utilizan para atacar a los árbitros serían para reírse si no fuera algo tan serio y que afecta directamente al desarrollo de la competición
Miguel Ángel Gil Marín
Desde el Real, sin embargo, nadie respondió, y solo en entrenador, Carlo Ancelotti, hizo referencia al tema en una rueda de prensa y porque algún periodista le preguntó. La estrategia es no entrar al trapo por las acusaciones de la directiva atlética y dejarlos que se desgasten con sus consideraciones, mientras siguen enfocados en las competiciones y, tal vez, preparan un nuevo golpe para arrebatarles a algún canterano.