Por más que nos duela a los seguidores, la carrera de Rafael Nadal está en su recta final. Los dos últimos años no han sido fáciles para el ganador de 22 torneos de Grand Slam, que aún insiste en tener una despedida en las pistas, como él cree que lo merece, pero que le costará. El físico, empujado por el tiempo, implacable, han apostado contra el español, que más temprano que tarde dirá adiós.
Desde hace un año trabaja el manacorí por ponerse a punto. Su objetivo principal era Roland Garros, el torneo que lo convirtió en uno de los tres tenistas más grandes de todos los tiempos, y en el rey de la arcilla, una superficie en la que nadie jamás, jugó tan bien como él, y en la que es muy posible que tampoco lo consiga nadie en un futuro próximo. Esa era su meta: el Abierto de Francia 2024.
Había una segunda opción: los Juegos Olímpicos de París 2024, que tienen como sede, las mismas canchas que donde se disputa la Copa de los Mosqueteros. Esa es su casa, su plaza predilecta, allí hay una estatua suya, y allí hubiera querido terminar, pero es muy posible que sus sueños no se cumplan, porque está claro que el el exnúmero uno del mundo no se inscribirá en una lid sin opciones de competir.
LESIONES Y MÁS LESIONES
En los últimos meses, la espera por Nadal se hizo interminable. Cuando los fanáticos y los medios pensaron que iba a participar en el Abierto de Australia, se lastimó apenas unos días antes y tuvo que posponer la vuelta. Algunos hubieran querido verlo por Estados Unidos, Brasil, México, uno de esos torneos que antes siempre jugaba, pero el Rey de la Tierra no acababa de encontrarse físicamente.
Hace apenas unos días volvió a las canchas. Ganó un partido y cayó en el segundo, luego de pelear el primer set y perderlo. Aseguró entonces que la derrota en el parcial inicial lo obligaba a perder el partido, dejando entrever que su físico no daba para mucho más. Si aspiraba a ganar, tenía que hacerlo en solo dos mangas, las dos iniciales. Así de maltrecho anda su físico.
Ahora se alista para el Mutua Madrid Open, dice que tiene ganas de volver a jugar en un torneo muy apetecible para él, pero dejó claro que será su última vez. Con esas palabras, queda claro que el final del mejor tenista español de siempre y uno de los tres mejores de todos los tiempos, llega a su fin. Sus admiradores ya pueden ir preparando las despedidas, porque se terminó.
¿Podría cambiar de opinión? A estas alturas de su carrera, convertido en una leyenda viviente -y activa- del tenis, y conociendo su cuerpo como nadie, es muy poco probable que Rafa juegue al engaño. Si dice que no regresará más a Madrid, es solo porque lo tiene decidido. En Madrid no volverá a jugar, en primer lugar porque no le hace falta, y en segundo porque no se enrolaría en lides solo para figurar.
Durante toda su carrera, el español ha sido un caballero dentro de la pista. Pudo haber tenido sus encontronazos con algún jugador, discrepancias con los árbitros, desacuerdos con los que dirigen, pero siempre se ha comportado como un caballero, como alguien digno de imitar por los jóvenes que escogen el camino del tenis para hacer carrera. Así que todo está decidido.
ROLAND GARROS Y LOS JUEGOS OLÍMPICOS
En unas declaraciones a los medios en las últimas horas, dejó claro que tal como se encuentra en este momento, no se le ocurriría participar en el Abierto de Francia. No es lo mismo un torneo de una semana que el agotador calendario de 15 días de un Grand Slam, con hasta siete salidas a la cancha y partidos de hasta cinco sets, mucho más si ya no eres el dominador de antaño.
Un Nadal en condiciones no le prestaría atención a esos partidos de cinco sets y tres o cuatro horas de duración. Las primeras rondas las resolvería con facilidad y luego, para los partidos duros, tendría siempre sus reservas, su clase, su facilidad para dominar sobre la arcilla, algo que lo hizo diferente al resto y casi invencible en los años que estuvo en el circuito sobre esa superficie.
Pero eso es pasado. La realidad de ahora es otra. Nadal está a poco más de un mes de cumplir 38 años, una edad en la que muy pocos deportistas logran rendir a un altísimo nivel. O mejor, con esos años, la casi totalidad ya tomó el camino del retiro o se lo ha pensado en muchas oportunidades. En el tenis, solo Novak Djokovic parece incombustible, como si el tiempo no pasara por él, aunque es un año más joven que Rafa.
Así que habrá que esperar para ver qué sucede con el ibérico y el Abierto de Francia. Ojalá llegue en forma, con opciones de competir, y lo mismo con los Juegos Olímpicos, pero si eso no ocurre, podemos hacernos a la idea de que lo vimos por última vez sobre las pistas. Desde entonces habrá que disfrutarlo en algún partido de exhibición, o verlo en algún partido de fútbol, o en alguna actividad social.
El ídolo de muchos niños, el deportistas admirado, el competidor empedernido, el as de la tierra, el tenista sociable y caballeroso está llegando al final de su carrera. Es lo que sucede siempre, por más que algunos no quieran admitirlo. Todo principio tiene su final, Y ya le toca a Nadal.