José Mourinho está sin trabajo y los amantes del fútbol se lo pueden tomar como una noticia buena y también mala, en dependencia de cómo se mire el vaso. Para algunos -solo para algunos- hay un entrenador experimentado y ganador a quien buscar para solucionar cualquier embrollo, y al mismo tiempo su presencia en la lista de parados puede poner en riesgo el puesto de otro técnico. Pero no hay nada de qué asombrarse porque el más universal funciona así.
No hay un puesto más volátil en el mundo que el de entrenador de fútbol. A veces un técnico aguante un par de partidos, un par de semanas. Hay equipo, como el Sevilla español, por ejemplo, que han tenido seis entrenadores en una temporada y media: Julen Lopetegui, Jorge Sampaoli, José Luis Mendilibar, Diego Alonso y Quique Sánchez Flores. A veces, hasta cuando ganas, no puedes preservar tu puesto y Mendilibar lo sabe.
Pero The Especial One, como dijo Mourinho que le gustaría que lo llamaran, es un adiestrador muy especial. Tiene arrebatos, buenos a veces, y malos en otros. En ocasiones se echa toda la culpa por un resultado malo y parece ser el técnico más protector del mundo con sus jugadores, y en otras, carga contra ellos sin piedad, sin importarle el daño que pueda hacer a algunos de los hombres que tiene la responsabilidad de proteger.
AQUELLAS FRASES SOBRE PEPE, SU SALIDA DE LA ROMA
En ese afán de decir siempre lo que piensa, vale recordar aquellas declaraciones del portugués sobre su compatriota Pepe, cuando uno y otro formaban parte de la plantilla del Real Madrid. De eso hace más de 10 años, pero vale recordar que, ante algún gesto de desagrado del zaguero y alguna declaración en una convocatoria con la selección, sobre que se sentía relegado, Mou le fue para arriba ante la prensa, como para zanjar el problema de una vez.
El problema de Pepe es que un chico de 20 años le ha ganador el puesto, dijo el técnico en referencia a la nueva revelación en la defensa de Francia y del Real Madrid, Rafael Varanne. Para Mou, Varanne estaba por delante de Pepe y de ahí que él le diera la titularidad junto a Sergio Ramos y relegara al portugués al banquillo. El veterano Pepe, que por aquel entonces tendría unos 30 o 31 años, se encargo de demostrarle al técnico que no siempre iba sobrado de razón.
Al menos, demostró que no estaba acabado, porque más de una década después aún es titular en el Porto y convocado con asiduidad con la selección nacional portuguesa. Varanne apenas juega con el Manchester United y si va convocado con Francia, bien, pero si no lo llaman no pasa nada. Eso no quiere decir que Mou se haya equivocado en lo que dijo en su momento, sino que Pepe se sintió motivado por aquello, de tal manera que aún sigue en activo, a pesar de sus 41 años.
A Mou parecía irle muy bien con la Roma. Logró meterla en Europa, disputó la final de la UEFA Europa League ante el Sevilla y la perdió, pero fue un gran paso de avance para un equipo que no había estado bien por mucho tiempo. Los jugadores lo adoraban, pese a sus habituales exabruptos, y la afición también, pero el discurso del técnico, sus exigencias y su comportamiento comenzaron a desagradar a la directiva y lo cesaron.
Para aplacar a la afición, que seguía con el entrenador, a pesar de la eliminación en la Copa de Italia y del repaso que le dieron en San Siro, trajeron a Danielle de Rossi, un histórico del club, y Mou se fue, molesto con los jugadores, resentido con los árbitros, incluso hasta entregó un anillo que le había regalado el vestuario como recompensa por haberlos hecho mucho mejores. Hasta eso entregó el entrenador antes de abandonar para siempre la ciudad eterna.
YA NO ES UN GANADOR, PERO…
Mourinho dejó el Real Madrid luego de tres años en los que llegó a semifinales de Champions, donde siempre cayó eliminado, y con una Liga en su haber. Desde ahí inició un peregrinar tremendo que lo llevó al Chelsea de nuevo, al Manchester United, al Tottenham y finalmente a la Roma, en todos los cuales fue despedido. En ningún caso consiguió los objetivos previstos de antemano, aunque es cierto que, salvo el Chelsea, ninguno de los otros equipos ha ganado nada desde entonces.
El oficio del deportista y el del técnico lo es, requiere estar más familiarizado con la derrota que con la victoria. Lo dijo hace poco más de un año el astro del tenis mundial Rafael Nadal. El 14 veces ganador en Roland Garros dijo que cada semana por lo menos una treintena de jugadore salen a las pistas en un torneo y van todos a por un título, que al final consigue llevarse uno solo. El resto tiene que habituarse a convivir con la derrota.
A Mou le han tocado esos tiempos. Ya no tiene detrás al magnate ruso Roman Abramovich, quien puso en sus manos todos los recursos de los cuales se antojaba para hacer ganadores a los de Stamford Bridge, ni a Florentino Pérez, quien tampoco ponía remilgos cuando su entrenador pedía a un jugador u otro para frenar a un Barcelona casi invencible, a pesar de las cuestionadas ayudas arbitrales, de las que Mou fue abanderado en criticar.
Ahora, incluso, parece difícil que pueda ponerse al frente de un equipo grande. Hay otros técnicos con más glamour, mejor posicionados, con o sin trabajo, que lo adelantarían siempre. Para él, ala parecer, quedará reservado algún banquillo de Arabia Saudita o de un equipo menor. Su fútbol, al parecer, ya no es tomado muy en cuenta por ninguno de los presidentes o dueños de equipos de arriba, aunque el verano puede dar un vuelco y cambiarlo todo.
Desde el Al-Shabab saudí lo quieren. En Portugal le abrirían de nuevo las puertas, en el Inter de Milán es adorado, pero el equipo tiene entrenador y no estará por volver a Mourinho. El Chelsea tal vez despida a Mauricio Pochettino, pero hasta Thomas Tuchel quiere regresar a Londres, a donde ganó la Champios. Los otros grandes tienen técnicos y es muy poco probable que cuenten con Mou. Su futuro, por tanto, está en el aire, aunque en el fútbol nunca se sabe.