Si la final del Australian Open se hubiera jugado al mejor de tres set, el tenista ruso Daniil Medvedev hubiera acaparado los titulares de todos los medios, y se hubiera llevado a casa la Copa y el jugoso premio que entregan los organizadores, pero, por desgracia para él, el primer Grand Slam del año, se juega a cinco sets y a él le volvió a faltar la energía, el tenis y la fuerza mental necesaria para seguir adelante, más allá de los dos primeros sets.
Medvedev ganó con notable facilidad los dos primeros parciales ante el italiano Jannik Sinner. Un doble 6-3 en los dos primeros parciales presagiaban el primer título para el ruso. Aquello de que a la tercera va la vencida parecía cumplirse, porque Medvedev había disputado dos finales con anterioridad en las pistas de Melbourne Park, y ambas las había perdido: una vez ante Novak Djokovic, y otra ante Rafael Nadal.
Ante el italiano perdió el cuarto set. Tuvo sus dudas, cedió un saque, tal vez se confió y dejó que el rival cogiera un segundo aire y perdió por un 6-4 que aún lo dejaba con ventaja, pero en el deporte, y más en esos niveles, a veces cuesta recuperar una tendencia de juego, y él no lo hizo. Sinner le había robado la iniciativa y no la perdería más. Un doble 6-4 en los sets tercero y cuarto y ventaja mental y física para el último parcial.
LO QUE SE DEJÓ REMONTAR MEDVEDEV
Para el quinto set Medvedev salió casi por gusto a la pista del Rod Laver Arena. El rival que venía de conseguir la igualada en el partido, las tenía todas de su lado. Aquello de que 'caballo que empata, gana', como se dice en los hipódromos, terminó por tener valor. El italiano fue el dueño casi absoluto del set y sentenció una victoria espectacular. En la cabeza del ruso flotaron en ese set viejos fantasmas, y entre lo seguidores también.
Cuando el ruso vio que el italiano ganaba el cuarto set y le igualaba el partido a dos sets, pensó -digo yo, en aquella final de 2022 ante el español Rafael Nadal, que perdió en cinco sets por 2-6, 6-7(5), 6-4, 6-4, 7-5. Entonces, el rival parecía abatido completamente luego del segundo parcial, y de perder incluso el tie break de la segunda manga, pero la lectura mental del resultado del segundo parcial fue completamente diferente en un lado de la red y otro.
Medvedev pensó entonces que había ganado a duras penas el segundo tiempo y que de milagro se había colocado delante, porque en los dos parciales siguientes perdió los puntos decisivos, en los momentos cruciales. Nadie creía en el escenario que Nadal se recuperaría de dos sets abajo. O sí, entre los presentes había uno que confiaba ciegamente en el español: él mismo, que se tuvo más fe que nunca y ganó.
En la otra ocasión que jugó la final del Australian Open, en 2021, no tuvo chance alguno. Se enfrentó a Djokovic y peleó el primer set hasta el final, pero cuando lo perdió 7-5 ya no pudo más. Y en los dos siguientes parecía haber un solo tenista sobre la pista y ese fue el serbio, que se anotó un doble 6-2, levantó la copa, se la llevó a casa e ingresó más de dos millones de dólares en su cuenta.
Medvedev ha jugado seis finales de Grand Slam. Las otras tres en el Abierto de Estados Unidos y solo ha podido ganar en una ocasión, en 2021, cuando le endosó un triple 6-4 a Novak Djokovic, quien se desquitó ante el moscovita en la edición de 2023, cuando le ganó también en tres sets, con marcadores de 6-3, 7-6(5), 6-3. Todo eso cinco ediciones después de llegar a su primera final y perderla.
SINNER, SU PRIMER GRAN TÍTULO
La primera vez que Medvedev llegó a una final de Grand Slam fue en la edición de 2019. Esa vez ganó el español los dos primeros sets, pero estaba lastrado por problemas físicos y en los parciales tres y cuatro ganó el ruso, que las tenía todas consigo para llevarse el título, pero el ibérico parecía un felino herido en el quinto y venció a un ruso que no terminaba de creérselo. TAl vez desde entonces las finales comenzaron a pesarle al subcampeón del Australian Open.
Sin embargo, vale la pena revisar la actuación del italiano, que llegó a Melbourne como cuarto cabeza de serie y se plantó en semifinales sin haber perdido un solo set. Sin embargo, en la previa de la final se tropezó con el número uno del mundo, primer preclasificado y gran favorito, el serbio Djokovic, y Sinner perdió su primer set, pero ganó los tres restantes y se ganó el derecho de jugar por el título.
La victoria sobre el serbio puede constituir un aliciente tremendo para un jugador. Ganarle a alguien que a veces parece invencible, que no perdía desde 2028 en Melbourne, que había ganado 10 veces el referido torneo, te hace favorito, por más que Medvedev llegaba como tercer cabeza de serie. Y ya sabemos lo que pasó: el ruso dominó con facilidad los dos sets iniciales, y luego todo fue del italiano.
Sinner tiene 22 años, mide 1.88 metros y el de Australia es su primer título de Grand Slam. Hasta ayer, su título más importante era el de la Copa Davis 2023. Sin embargo, de Australia salió con el título, dos millones de dólares y una buena cantidad de puntos para el escalafón de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), en el que ocupa el cuarto puesto, con ocho mil 310 puntos, por detrás de Nole, Alcaraz y Medvedev.
Sinner, con quien hay que contar ya como candidato a ganar en cualquier superficie, demostró que es un jugador de cabeza fría, que sabe llevar a la pista lo aprendido antes, entre esas cosas lo extender al máximo los partidos ante Medvedev, a quien el físico suele pasarle factura en los partidos demasiado largos, como ocurrió en Melbourne, donde su nombre entró en la historia del tenis, en espera de nuevas victorias.