Sadio Mané es un gran futbolista y un ser humano muy especial. Es de esas personas que hacen el bien allá a donde van, pero juega al fútbol y dentro de una cancha las pulsaciones van a mil por horas, y a veces es complicado lograr controlar las emociones. Y da lo mismo que sea con los rivales que con los compañeros de equipo, sobre todo si en un partido las cosas no han salido todo lo bien que uno hubiera querido.
Ante el Manchester City, en el Etihad Stadium, por la ida de los cuartos de final de la UEFA Champions League, el senegalés no fue de la partida inicial en el once de Thomas Tuchel, quien apenas se estrenaba en la competición al frente del Bayern Múnich. Cuando saltó a la cancha, ya su equipo perdía, y dentro del césped, según cuentan sus allegados, tuvo algún cruce de palabras con Leroy Sané.
Con el pitazo final, los jugadores del Bayern se fueron a los vestuarios. Perder era una posibilidad, pero no por 3-0. Ese marcador, la necesidad de remontar hasta tres goles en casa, y aquellas supuestas palabras de Sané dentro de la cancha, calentaron al otrora jugador del Liverpool, que golpeó en la boca a su compañero y, como casi siempre ocurre, lo de la agresión se filtró.
MULTA Y PUERTAS ABIERTAS
Tras la agresión, dicen los medios cercanos al club, el Bayern quería multarlo y rescindirle unilateralmente el contrato, pero fue el propio Sané quien lo impidió. El agredido sabe que Mané es importante, que su presencia en la cancha puede ayudar a su equipo en la vuelta contra el City, incluso en los retos que quedan para el resto de la temporada, con una situación no muy clara en la Bundesliga.
No obstante, lo multaron, con una de las cifras más altas jamás vistas por un club de fútbol a un jugador. La directiva del equipo manejó la opción de medio millón de euros de castigo, pero al final lo dejó en 300 mil, que no es poco pero tampoco impedirá que Mané pueda comer, porque tiene un salario anual de unos 20 millones de euros, uno de los más altos de la Bundesliga y de todo el fútbol.
Sin embargo, la agresión a Sané, la lesión que lo apartó del club por muchas semanas, y hasta la insistencias del jugador por capitanear a Senegal en la Copa del Mundo de Qatar 2022, a pesar de estar lastimado, hicieron que la directiva se pensara muy bien todo, y desde ya filtran que tiene las puertas abiertas para irse en cuanto termine la temporada, que coincide con la apertura del mercado de traspasos del verano.
Mané llegó libre al Bayern, tras expirar su acuerdo con el Liverpool, y pudiera quedar libre otra vez, para, según algunos medios, intentar un regreso a la Liga Premier, que es donde prefiere jugar, aunque es muy poco probable que lo haga al Liverpool, donde, según cuentan algunos, no terminó en buenos términos con el egipcio Mohamed Salah, ni con el técnico Jurgen Klopp.
Pudiera ir a parar al Manchester United, al Arsenal, al Chelsea, o al club que quiera de la Premier, donde tiene muy buen cartel, pero el atacante senegalés tendrá que reducir su salario, hacer concesiones, pelear por un puesto, algo que hace mucho tiempo que no hace, y a lo que se vio obligado tras su llegada al Bayern Múnich, donde nunca terminó de agradarle al exentrenador del club, Julian Nagelsmann.
¿CÓMO QUEDA SU IMAGEN?
La imagen de Sadio Mané quedará tocada. Quienes lo tenían en un pedestal sentirán que ya no es lo mismo, porque ha golpeado a un compañero, y porque ha sido multado por su club, además de haber dejado en el camino casi un año, primero porque no encontró sitio en el Bayern o no se lo ganó, y luego por la lesión antes del Mundial, que lo obligó a perderse la lid de Qatar.
Sin embargo, Mané cumple 32 años en abril y le pueden quedar dos o tres temporadas de buen fútbol en sus botas. Y es un jugador que tiene lo que a otros le falta: llegada y gol, y cualquiera puede asumir su ficha, o una parte de ella, y permitirle terminar su carrera al máximo nivel. Y no tiene que ser, necesariamente, un equipo de segunda línea, de hecho puede ser uno de los competidores por Europa.
Eso sí, donde no cambiará la imagen que tienen de él será en su natal Senegal, donde es poco menos que un dios, por lo que hizo dentro de la cancha y por lo que hace fuera. Con la escuadra de su país, el aún jugador del Bayern Múnich ganó la Copa Africana de Naciones, en una final ante Egipto, en la cual marcó el último penal de la tanda, el decisivo para sentenciar.
Mientras, hace por su comunidad más que cualquier otro futbolista o deportistas del mundo, y sus razonamientos son digno de imitar por cualquiera de los grandes ases del deporte, aunque, conociendo su manera de actuar, muchos inflan en las redes su comportamiento y lo que hace por su gente.
Además de hacer escuelas y hospitales donde nació, envía mensualmente una especie de pensión a las familias más necesitadas, trabaja en proyectos para ayudar a la juventud, para vincularla al deporte, en este caso al fútbol, y se preocupa por la vida de las personas. Prefiere gastarse sus millones en su gente, los hombres y mujeres humildes de su país, que lucir costosos autos, relojes de marca o aviones privados.