Los Rangers de Texas son los nuevos campeones de la Serie Mundial de las Grandes Ligas. Lo consiguieron en cinco juegos ante unos Diamondbacks de Arizona que no pudieron ganar ni un partido en casa frente a un equipo que en la carretera fue invencible y que se impuso en los 11 enfrentamientos que disputaron fuera del Globe Life Field, una de las razones por las cuales ganaron el Trofeo del Comisionado.
El equipo texano aseguró su presencia en la postemporada solo el último día de la campaña regular, como escolta de los campeones de entonces, los Astros de Houston, y desde ese momento iniciaron la carrera por el título, con solo un momento complicado en los 17 partidos que jugó: cuando se puso debajo por dos triunfos a tres ante los Astros, y con los dos choques decisivos en el Minute Maid Park.
El resto es historia: campeones de la Serie Mundial, un premio por el que esperaron 51 desde que comenzaron a jugar con el actual nombre, luego de haber sido por una década los Senadores de Washington. Ahora solo faltan por ganar los Cerveceros de Milwaukee, los Marineros de Seattle, los Rockies de Colorado, los Rays de Tampa Bay y los Padres de San Diego.
BRUCE BROCHY, UN SABIO DEL BANQUILLO
Yo no voy a decir que Bruce Brochy pasa de la sabermetría y de todas esas cosas que han convertido el béisbol moderno en algo muy distinto al que se jugaba solo un par de décadas atrás, pero sí puedo afirmar que el cuatro veces ganador de la Serie Mundial, tres de ellas con los Giagantes de San Francisco, respeta por lo menos aquello de que las alineaciones no se muevan tanto en dependencia del rival en el box.
Mientras algunos dirigentes cambian el line up casi cada día y el fanático no sabe quién bateará primero, cuarto o noveno, Brochy, un veterano director de 68 años, se aferra a lo que le ha dado resultado siempre, y ahora mismo aparece como el más ganador de todos sus colegas en activo. Y tal vez hasta recapacite su determinación de retirarse al final de la presente temporada, como había dicho.
Brochy estaba en retiro desde 2019, cuando dejó los Gigantes de San Francisco luego de 13 años como timonel, un tiempo que coincidió con los mejores resultados de la historia para la novena californiana, que tuvo de rival a los Rangers de Texas en la Serie Mundial de 2010, a la que venció en cinco partidos, sin imaginar que muchos años después estaría en el puesto de mando de sus víctimas de entonces.
A pesar de la edad, Brochy no se cansó nunca, ni se dio por vencido en ningún momento. Afrontó el tramo final de temporada con su principal lanzador, Max Scherzer, lesionado, y ni eso le hizo desistir en sus aspiraciones de llegar a la postemporada, porque sabía que en esa instancia ganaba el que más empeño ponía y él consiguió que cada uno de sus jugadores viviera grandes momentos.
Durante todo el trayecto y ante la baja de Scherzer, que solo lanzó en la Serie de Campeonato ante los Astros de Houston y en la Serie Mundial, siempre sin mucho éxito, logró que Nathan Eovaldi se convirtiera en el as de su rotación. Y el ex de los Yankees y los Medias Rojas lo hizo a la perfección. Tuvo seis salidas y ganó cinco juegos sin derrotas, incluido el partido definitivo ante los Diamondbacks.
SEAGER, GARCÍA, MONTGOMERY...
Eovaldi fue la gran estrella en toda la postemporada del cuerpo de lanzadores, pero no menos importante fue la labor del zurdo Jordan Montgomery, que llegó antes de la fecha límite de cambios para apuntalar el staff y llenar el hueco que había dejado Scherzer con sus molestias. Tanto uno como el otro fueron determinantes en cada ronda, y facilitaron que Texas caminara hasta la Serie Mundial y la ganara.
Al bate hubo varios héroes, entre ellos el torpedero Corey Seaguer, el jugador Más Valioso de la Serie Mundial, una distinción que había conseguido antes, cuando ganó un título con los Dodgers de Los Ángeles. Seager fue muy oportuno siempre y conectó jonrones espectaculares para darle vuelta o emparejar partidos, como en el primer juego ante Arizona, que lo empató en el noveno con cuadrangular de dos carreras.
El primer partido, ese que siempre condiciona todo lo que viene después, lo perdían los texanos por 5-3 en el cierre del noveno, en el Globe Life Field, y Seager mandó la pelota sobre las cercas del jardín derecho para provocar el empate. Solo unos minutos después, en la parte baja del undécimo, el cubano Adolis García sacudió cuadrangular para dejar al campo a los rivales y apuntalar el primer éxito.
García se perdió el último partido, porque se lesionó en el anterior, pero fue un puntal para Texas durante toda la temporada regular, con 39 jonrones y 107 carreras impulsadas, aunque su aporte fue más notorio en postemporada, donde impuso un récord de 22 remolcadas, una más que la marca anterior, en poder de David Freese quien era el dueño desde la campaña de 2011.
El cubano fue importante, sobre todo, cuando a Texas se le complicó todo: en los dos últimos partidos de la Serie de Campeonato de la Liga Americana ante los Astros de Houston. En esos momentos llegó a impulsar nueve carreras en cuatro turnos consecutivos, entre el último del sexto juego y el tercero del séptimo. Su bate enterró por completo a los otrora campeones de la Serie Mundial y llevaron a Los Rangers a mantenerse con vida por su primer trofeo.