Los Juegos Olímpicos de París 2024 entran en su recta final. Detrás han quedado 10 días intensos, con resultados deslumbrantes de unos, esperados en otros casos, incluso muy añorados como el triunfo del tenista serbio Novak Djokovic, quien aguardó a su quita edición para alzarse con una medalla de oro, y también polémicos. Ha sido una edición olímpica, hasta ahora, para todos los gustos.
Sé que los Juegos Olímpicos no van a complacer a todos. Sería imposible. Falta, por ejemplo, la delegación de Rusia, una de las grandes animadoras históricas -incluso ganadora en el medallero-, apartado por la guerra en Ucrania, algo que el COI debió evitar, porque los deportistas no tiene que ver con las contiendas bélicas. Incluso, el mundo ha estado en guerra y los deportistas de los países involucrados han participado.
Ejemplos hay muchos. El más elocuente el de Múnich 1972, en plena guerra de Vietnam. Y los deportistas estadounidenses fueron allí, compitieron, ganaron o perdieron, pero acudieron. Al final, solo un puñado de deportistas sin bandera pudieron presentar rusos y bielorrusos, como si fueran parias del deporte, y los Juegos pueden servir para muchas cosas, entre ellas para hacer un llamado contra la guerra.
DJOKOVIC, AL FIN
Había muchas cosas que ver en los Juegos, muchas metas para algunos competidores, que tenían la lid de París 2024 como un objetivo marcado en rojo en su carrera, por lo que allí podría ocurrir. A París llegó el luchador cubano Mijaín López con cuatro títulos olímpicos en la división de 130 kilogramos. Nadie jamás ganó cuatro y él desembarcó en la ciudad luz por el quinto.
Cuando nacen estas líneas, el cubano ya está en camino a su quinta presea dorada, porque, entre otras cosas, se quitó de encima, en su segundo combate, al iraní Amin Mirzazadeh, último campeón mundial y considerado el gran favorito al título por la revista especializada Sport Illustrated, la misma que solo veía al cubano como un medallista de bronce, que tampoco es poca cosa.
El segundo favorito para el referido medio era el egipcio Abdellatif Mohamed, pero en cuartos de final fue eliminado por el chileno nacido en Cuba Yasmani Acosta. Ahora, por el pase a la pelea final, López se medirá al azerí Sabah Saleh Shariati, y Acosta al chino Meng Lingzhe. Si ganan los dos latinoamericanos, el quinto oro olímpico del cubano estará casi en la mano, porque Acosta jamás lo ha vencido.
Djokovic estaba en una situación diferente. Había representado a Serbia en cuatro ocasiones anteriores y solo había regresado a casa con una presea de bronce, demasiado poco premio para el considerado mejor tenista del mundo de todos los tiempos. Y en París, justo en la pista donde le costó más ganar un Grand Slam, lo consiguió. Por eso estalló en llantos tras finalizar el partido ante Carlos Alcaraz.
Contra el español, vale decirlo, el serbio fue a remolque durante todo el primer set. Con el partido igualado a cuatro puntos, Alcaraz tuvo varias oportunidades de quiebre y de inclinar el partido de su lado, pero no pudo y Djokovic lo defendió todo y llegó al tie break, donde fue implacable. El resto es historia: en el segundo set, también con tie break, se llevó el oro olímpico. Que yo recuerde, nunca antes se jugó una final a este nivel.
SIEMPRE HAY CUESTIONAMIENTOS Y ESCÁNDALOS
En los Juegos Olímpicos, como nada en la vida, todo el gloria. A veces aparecen cosas que enturbian, por decirlo de alguna forma, el buen hacer de las competiciones. Incluso, a veces las sorpresas, como las lesiones, u otras cosas que van más allá del mismo escenario de competencias y que tienen que ver más con decisiones, posicionamientos o normal, que a veces generan confusión.
Fue bueno para los Juegos la presencia de la ya veterana gimnasta Simone Biles. Como siempre, ganó preseas de oro, pero dejó escapar otras, como en la viga de equilibrio, donde sufrió una caída y quedó fuera del cuadro de preseas. O como en ejercicios en el piso, donde fue aventajada por la brasileña Andrade, quien le dio a América Latina una de las pocas medallas doradas que ha conquistado hasta ahora.
Sin embargo, el gran escándalo de los Juegos de París ha estado relacionado con el boxeo, y la inclusión de la argelina Imane Khelif, quien no superó las pruebas de género en el pasado Mundial, organizado por la Asociación Internacional de Boxeo (IBA), pero inscrita en la lid olímpica por consentimiento del Comité Olímpico Internacional (COI), encargado del pugilismo.
Al final, luego de que la italiana Angela Carini se retirara de su combate contra Khelif alegando un fuerte dolor tras los golpes de su adversaria, la opinión pública estalló, en algunos casos sin conocimiento previo, porque hubo quienes opinaron sin saber bien cuál es la situación de la argelina, que no es la primera deportista que está en dudas por temas de cromosomas o de testosterona. ¿Se acuerda de la corredora surafricana Caster Semenya?
De esto se ha hablado mucho, y se hablará en el futuro, como también incidirán sobre las aguas del Sena, luego de que alguno de los que compitió en sus aguas se enfermó, a pesar de que el gobierno se gastó muchos millones de euros en garantizar su limpieza para facilitar que varias disciplinas pudieran tener al histórico río como escenarios. A pesar de todo eso, los Juegos siguen.