Aquel viejo refrán de que no hay peor cuña que la del mismo palo, se cumplió a la perfección este fin de semana con Joao Félix y su gol al Atlético de Madrid durante el partido ante el Barcelona en el Estadio Olímpico de Montjuic, que terminó con marcador de 1-0 a favor de los de caca, gracias al tanto del portugués, que lo festejó con la grada, como si no le importara su pasado rojiblanco y como si no fuera a regresar jamás al Civitas Metropolitano.
Joao marcó un gran gol. Pico una pelota con una clase tremenda por encima del arquero esloveno Jan Oblak y pudo delante definitivamente a su equipo, que regresó al tercer puesto en la clasificación, solo por detrás de los líderes Real Madrid y Girona, y mandó al club que aún tiene su ficha un puesto para atrás, justo cuando se decía que lo del argentino Diego Pablo Simeone estaban jugando el mejor fútbol desde la llegada del entrenador.
Para el Atlético de Madrid, lo malo de todo esto es que el portugués aún pertenece a la plantilla propia, que solo juega en el Fútbol Club Barcelona en calidad de cedido, y que es posible -digo posible porque no se conocen las cláusulas del acuerdo- que buena parte de su salario salgan de las arcas del equipo madrileño, que paga para que le ganen. Así, sin más, ha sido de cruel el fútbol con los colchoneros.
DE ESTRELLA RUTILANTE A SALIR CEDIDO
Joao Félix, que tiene 24 años recién cumplidos, desembarcó en el Atlético de Madrid en el verano de 2019, proveniente del Benfica, en cuyas categorías inferiores se formó. Desde la capital española hicieron el desembolsó más grande de su historia por el jugador: más de 100 millones de euros, para convertirlo en cabeza de un proyecto que ya tenía a su estrella, el actual técnico argentino, mejor pagado que los cracks y con todo el protagonismo.
El luso enseñó clase desde el primer día. Tuvo destellos de gran estrella, pero nunca terminó por asimilar la filosofía de su entrenador, más preocupado siempre por defender que por lo que pudiera generar el novel jugador delante. Era habitual ver al portugués peleando balones en la línea de fondo durante todo el partido y luego, falto de fondo, intentar crear delante. Y eso terminó por pasarle como jugador de ataque.
Alguna vez hizo alguna declaración, en otra abandonó molesto el campo y no saludó al técnico que lo esperaba en la banda, o luego dijo que en la selección nacional se encontraba más a gusto, porque allí le daban la importancia que tenía y todo esto terminó por llevarlo al banquillo un día sí y otro también. Anthoine Griezmann, Ángel Correa, Álvaro Morata y Memphis Depay estaba por delante de él, y entonces comenzó a pensar en salir.
El Atlético de Madrid había pagado más de 100 millones de euros al Benfica y no se deja salir a un jugador que costó ese dinero, así como así, sin intentar recuperar al menos una parte de la inversión, pero tampoco se paga esa suma por un crack para tenerlo en el banquillo, marginado por su entrenador, que, por otra parte, acaba de renovar contrato y amenaza con eternizarse en el puesto de míster.
Entonces apareció una solución: el Barcelona. Joao Félix había dicho previamente que le gustaría jugar en el equipo catalán, y a medida que se fue acercando el final del mercado de fichajes, los rumores crecieron y todo terminó en una ampliación de su acuerdo con el Atlético de Madrid hasta el verano de 2027 y la sesión al equipo de Xaxi Hernández, que al final de la temporada podría quedarse con sus servicios, por una suma cuantiosa.
LAS CUENTAS DEL BARCELONA Y JOAO
En los últimos años las cuentas del Barcelona siempre estuvieron al límite, pero al técnico actual y a otro, en caso de que el equipo culé no haga una buena temporada y Xavi sea cesado, siempre le será útil contar como un jugador como el luso, todo un crack con el balón en los pies, aunque en ocasiones intermitente, como se ha demostrado desde que desembarcó en el Olímpico de Motjuic, donde juega el Barcelona mientras levanta un nuevo Camp Nou.
Joao Félix llegó junto con su compatriota Joao Cancelo, también cedido, pero este desde el Manchester City. Se trataba de dos internacionales con la poderosa selección portuguesa, dos jugadores diferenciales para el equipo, y desde el primer momento demostraron que estaban para titulares. Luego de dos o tres partidos, la prensa catalana comenzó a pedir el Balón de Oro para Félix, pero el portugués cayó en unos de sus baches habituales.
Sin embargo, Xavi confió en él. Su línea de ataque, cuando todos están en forma, la integran el portugués, el brasileño Raphinha y el polaco Robert Lewandowski. A la afición, por momento, le gusta Lamine Jamal, pero el entrenador tiene claro que el joven solo saldrá como revulsivo, tal vez lo mismo que le pide a Ferrán Torres. Y Joao aprendió a aprovechas esas oportunidades, aunque nunca mejor que contra el Atlético.
Su gol fue decisivo. Lo festejó, lo gritó, se encaró con la grada visitante y sufrió a los jugadores rivales, que fueron a por él desde el minuto uno, como si hubieran tenido la encomienda de pegarle, golpearlo, sacarlo de paso y de juego, aunque al final fue el gran triunfador, y con su actitud se cerró las puertas del retorno. Justo eso esperaba el Barcelona, que filtró la imposibilidad de pagar la cantidad que quiere el Atlético de Madrid por el crack.
La prensa española amaneció este lunes con un mensaje claro: el Barcelona está interesado en Joao Félix, pero nunca llegará a los 70 u 80 millones de euros que pide el Atlético por él. Comienza el juego, una partida en la que todos quieren ganar y sacar la mejor tajada: el Barcelona espera una rebaja, el Atlético se va a resistir, pero tiene miedo a que Joao caiga en un nuevo letargo, aunque sabe que si sigue así alguien más irá a por él, Al final veremos quién se sale con la suya.