Para una buena parte de la afición al fútbol, sobre todo la española, o la vinculada al Barcelona, Pep Guardiola es un dios. Un jugador con un talento promedio que sabía desde siempre que su futuro estaba en los banquillos y que sacó provecho de las situaciones que se encontró para labrarse una gran carrera como entrenador, hasta ser considerado el más grande del mundo.
Eso creen los que admiran su fútbol, los que lo siguen, los que van con el Barcelona o con el Manchester City, pero hay otra orilla, otra corriente, otra vertiente, para la cual el técnico que ganó la última UEFA Champions League es un tipo con una facilidad tremenda para engañar, para decir una cosa totalmente contraria a la que piensa, para ir por ahí dejando pinceladas con el objetivo de caer bien, cuando en realidad no es lo que siente.
Con el Real Madrid, su rival de mañana miércoles, en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Champions, tiene no tiene una buena relación, por más que en cada rueda de prensa diga que es un gran club, con un gran presidente, con un entrenador bárbaro, con jugadores talentosos, o con un estadio que aprieta y donde es complicado ganar. Para algunos, sus palabras son hipocresía pura. Y eso sienta mal.
CÉSPED EN MAL ESTADO, ANCELOTTI ES UN GRANDE
El Manchester City sacó un buen resultado en el partido de ida en el Santiago Bernabeu. El Madrid fue mejor, tuvo más opciones, pero los suyos se encontraron con tres goles desde fuera del área que le permitió, incluso, ir por delante y obligar a los anfitriones a remontar. El partido fue bárbaro, bestial, tal vez el mejor jugado hasta ahora en la Champions, pero Guardiola es Guardiola.
Al terminar, sin reproches al árbitro, al juego propio, a la clase del rival, se mostró satisfecho por el resultado, porque el 3-3 lo consiguió ante el Real Madrid, del que no se cansa de decir nunca que ha ganado 14 veces en Europa, pero afeó su charla con el mal estado del césped. Y aclaró que no lo dijo por ofender a nadie, por herir a nadie, por molestar a la afición o al Florentino Pérez... pero lo dijo.
El Bernabeu aún no está al ciento por ciento, pero aún así impresiona, y su césped, sacado de las profundidades de la tierra para cada partido, estuvo en mejore condiciones que la inmensa mayoría de los campos que Pep y los suyos se encuentran por ahí, solo que había que decir algo, dejar algo para generar polémica y en eso el ex del Barcelona es un maestro, y domina como nadie la escena.
Pep es de los que cree que una buena parte del duelo se gana fuera, intentando comerle la cabeza al rival, y hace hasta lo imposible. Primero llena de elogios al rival, a los jugadores contrarios, dice que tiene muchos lesionados, que el calendario suyo es más apretado, que es difícil derrotar a Ancelotti, que no por gusto esto o aquello, y así años tras año, eliminatoria tras eliminatoria, porque en los últimos tiempos City y Madrid han sido rivales habituales.
Él se sabe favorito. Siente que tiene un gran equipo, que lo formó a su gusto, imagen y semejanza, aunque tal vez le impusieron a Erling Haaland, del cual, de buen gusto, habría prescindido, pero tiene miedo. Sabe que el Real Madrid es peligroso y que si algún equipo puede truncar su racha de partidos sin perder en casa, ese es el que entrena Carlo Ancelotti. Por esos las flores, las dudas, los halados, aunque también para cuidarse las espaldas, por si cae.
LA RUEDA DE PRENSA DE GUARDIOLA
Cuando en el sorteo previo a los cuartos, se anunció al Madrid como rival del City en cuartos, los representantes del equipo de Manchester hicieron su mueca. No es el once de la capital española el equipo que quiera nadie, cualquiera sea la situación en que se encuentre, porque, insistimos, ha ganado más que nadie en Europa y ahora mismo tiene más Champions que el resto de los involucrados en cuartos.
En la ida, antes y después del partido, Guardiola tuvo su protagonismo, la mayor parte del tiempo hablando en inglés, una lengua en la cual se expresa tan bien como si la hubiera aprendido del propio William Shakespeare, y un escenario en el que le gusta lucirse. Y entonces, llega la previa del encuentro de vuelta, en un escenario donde se cree invencible, porque la vida le ha dado la razón.
Vuelve a insistir en que los blancos jamás se dan por vencido. Advierte que son peligrosos y que es imposible tenerlos subyugados durante 90 minutos, aunque cree que ellos, el City, tienen las mejores opciones, incluso con chances de reeditar el triplete que consiguieron el año anterior, cuando eliminaron al Real Madrid en semifinales, y luego al Inter de Milán por el título europeo.
Habló de jugar mejor que en el Santiago Bernabeu, de darlo todo y admitió que nadie le cree cuando hace algún halago al Real Madrid. Hasta él sabe que, en esos casos, nadie lo toma en serio. Y todo por una sencilla razón: el hombre que más aversión tiene de los blancos, que les ha ganado, pero ha sido superado en muchas otras ocasiones, no tendrá jamás una alabanza al rival, cuando no sea para intentar sacar provecho.
Dice que si elogia es porque lo cree, pero siente que no le crean. Y luego habló de las diferencias entre el equipo del año pasado, con Modric y Benzema como protagonistas, por uno ahora que tiene a Bellingham, por ejemplo. Ancelotti es un viejo zorro y creerá de esto lo que se le ocurra, tratará de eliminar al City y a Pep, y lo abrazará igual, porque Carletto siempre es el mismo. Y tal vez crea lo mismo que usted, que me lee, o yo. ¿Verdad?