España nunca había ganado un título importante en el fútbol para mujeres. Y en las copas mundiales, desde que se instituyeron en 1991, el dominio casi absoluto correspondió a Estados Unidos, que se coronó en cuatro ocasiones, seguida de Alemania, que lo hizo un par de veces, mientras Noruega y Japón levantaron el trofeo en una ocasión cada una. España tuvo que esperar a la edición de Australia y Nueva Zelanda.
En Sydney consiguieron el primer título de su historia y se convirtieron en el segundo país, junto a Alemania, con trofeos máximos entre hombres y mujeres. Sin embargo, alzar la Copa en Australia destapó tantos problemas que, desde entonces hasta ahora, la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y las protagonistas de la gesta, han estado sobre un volcán, en una crisis constante.
Todo, sin embargo, no se restringe a lo ocurrido en la referida ciudad australiana y lo que vino después, porque desde antes hubo quejas de las internacionales, quienes condicionaron su llamado a la selección desde antes, incluso una docena de ellas advirtieron que no querían ser convocadas más por el seleccionador de entonces, jorge Vilda, el mismo que las llevó al título mundial.
EL BESO DE LA DISCORDIA
Cuando las internacionales españolas recibían sus medallas, tras haber ganado el Mundial, el presidente de la RFEF por entonces, Luis Rubiales, le dio un beso en los labios a la jugadora Jennifer Hermoso. Aquel gesto generó una polémica enorme, abrió un sinfín de debates en las redes y los medios, y terminó con la renuncia -suspensión mediante- del dirigente de la RFEF, entre otras cosas.
A Rubiales, luego de días de dimes y diretes, de acusaciones y presiones, lo suspendió la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), y luego él mismo renunció, en un anunció que hizo durante una entrevista a un canal británico, con lo cual dejó libre el camino a un proceso renovador que no le vendría nada mal a la RFEF, y en el cual insisten las féminas, con el condicionante de ser las campeonas mundiales.
La salida de Rubiales provocó el cese casi inmediato de Jorge Vilda como seleccionador. Pareció raro que el entrenador que llevó al grupo al título del mundo, fuera dejado libre solo horas después de que el presidente le ofreciera alargar su contrato por otros cuatro años, con el doble del salario que tenía. La escena donde se produjo ese anunció dio pena ajena.
Luego, con la llegada de Pedro Rocha a la presidencia de la RFEF, el mismo Vilda que aplaudió a Rubiales cuando dijo desde el estrado que no iba a renunciar, pagó con su cabeza. La Federación nombro seleccionadora a Montse Tomé, quien había pertenecido al equipo de trabajo del otrora entrenador, pero las internacionales no se conformaron con eso y pidieron más, querían más cabezas: una limpia total.
Y entonces llegó el llamado para los próximos partidos internacionales, al unísono con una conferencia de prensa de la nueva seleccionadora, que explicó algunas coas, ocultó otras, mintió en algún momento, y todo estalló con la llegada de las chicas a Valencia para iniciar la preparación de cara al partido del próximo viernes ante Suecia, y el del martes de la semana siguiente frente a Suiza por la Liga de Naciones.
LAS JUGADORAS GANAN
Luego de la reunión de las jugadoras con el Consejo Superior de Deportes, en Valencia, muchas cosas quedaron claras, entre ellas que habrá más cambios en la RFEF, que algunos de los responsables de diferentes áreas perderán sus puestos, y que la actual seleccionadora, Montse Tomé pudiera estar a punto de caer. Puede que llegue a los partidos contra Suecia y Suiza, pero no mucho más allá.
Tomé dijo en la rueda de prensa en la que dio a conocer la relación de las jugadoras convocadas, que confiaba en cada una de ellas, que trabajó con Jorge Vilda, pero que no era el antiguo entrenador y que su forma de pensar y actuar no tenían que ser necesariamente las de él, pero ni eso, creo, bastará para que conserve su puesto como seleccionadora, porque las futbolistas han ganado mucho peso en las negociaciones.
El director de fútbol femenino de la RFEF, Rafael del Amo, comentó a los medios que las futbolistas no pedían la cabeza de la entrenadora, con quien pasaron tiempo reunidas la víspera, pero aún queda pendiente otro encuentro entre las jugadoras y alguien de la cúpula dirigente del fútbol español para tratar de lograr un acuerdo definitivo que ponga fin a la crisis.
Tras la maratónica jornada de reuniones del martes, dos jugadoras, Mapi León y Patri Guijarro, abandonaron la concentración, porque los temas acordados no satisficieron sus demandas particulares, y habrá que ver qué decide el órgano rectos del fútbol, tomando como base la Nueva Ley del Deporte, que establece que acudir a los llamados de la selección son obligatorios, so pena de largas sanciones.
De cualquier manera, el fútbol español necesita que se resuelvan, de una vez por todas, todas las divergencias entre las jugadoras y la directiva, entre la Federación y las internacionales, porque es muy difícil trabajar así. Y lo que está claro es que el título mundial conseguido en Australia no hizo más que destapar todos los problemas internos, solo que no se sabe cuándo encontrarán solución.