Con el arbitraje siempre habrá problemas, haya o no sala VOR, o Var como suelen llamarle. En el fútbol los colores tienen mucho tirón y mientras unos ven una cosa blanca, otros la verán negra. Será muy difícil encontrar un término medio, incluso de los que no están involucrados, y siempre habrá algunos prestos a levantar sus hachas para cortar cabezas, como otros listos para aprovecharse.
En el partido del Real Madrid ante el Almería hubo de todo. Y también muchas cosas que condicionan, no el accionar de los árbitros, que también puede ser, sino el pollo que se ha montado después, porque justo en el minuto 99, el lateral Dani Carvajal anotó un gol y terminó por darle la vuelta a un choque que mantuvo a los blancos a un punto del líder, con un partido menos.
El árbitro de campo, según unos, no estuvo acertado. El del VAR lo intentó ayudar, pero las ayudas, según algunos analistas, jugadores, prensa parcializada siempre, terminó por embrollarlo todo y dejar mal parado a todo el mundo, incluso al Real Madrid, cuya grada festejó la remontada como si de unas semifinales de Champions se hubiera tratado. Y por detrás, el Barcelona empuja, con la intención de que una supuesta mano negra, borre el mal recuerdo de Negreira.
LOS ERRORES
El Real Madrid salió mal al campo. Todavía no se habían acomodado los fanáticos en sus asientos y ya el equipo perdía por 0-1. La derrota ante el Atlético en los octavos de la Copa del Rey les pasó factura. Fueron 120 minutos jugador a un ritmo frenético, antecedidos por otros dos choques de mucha tensión: final y semifinal de la Supercopa de España, en Arabia Saudita, ante el Atlético con prórrogas incluidas.
No esperó el Madrid que el rival fuera a por él. Pero el equipo de Gaizka Garitano lo hizo y tuvo su premio. Mientras, los de Carlo Ancelotti deambulaban por el campo, perdían más pases que nunca, demoraban mucho en recuperar los balones y ya casi al acercarse el descanso, el Almería anotó de nuevo, tras una perdida tonta y un mal despeje de nacho y el partido se le puso 0-2. Demasiado cuesta arriba.
El técnico italiano apeló al banquillo. Mandó a tres jugadores de una tacada al campo. Entraron Joselu, Brahim y Fran García y el equipo cambió, pero en los primeros 10 minutos no llegó el gol. Sin embargo, en una jugada en el área rival, luego de que el árbitro no viera nada punible, el árbitro llamó para que viera una supuesta mano del Almería. Y la vio. No se fijó -o sí- en lo anterior, pero dio penal y Jude Bellingham puso el 1-2.
Se lo creyó el Madrid lo de remontar. El público espoleaba desde las tribunas y los blancos llegaban en oleadas a l arco rival, pero quedaban desguarnecidos atrás. El Almería montó una contra que terminó en gol de Sergio Arribas, pero al revisar la secuencia completa de la jugada, el VAR alertó de un golpe en el rostro de Bellinghan. Gol anulado, que sentó mal a cuerpo de dirección visitante, y si eso fuera poco, el gol de Vinicius.
En una jugada embrollada en el área, el brasileño manda la pelota a las redes para el 2-2. El trencilla anuló la jugada por mano, pero desde el VAR le dijeron que la revisara. Parecía hombro unas veces, brazo en otras. Lo cierto, el gol subió, el Real igualó y llegaron los frenéticos minutos finales, en los cuales, después de muchos intentos, llegó el gol de Dani Carvajal, que desató la locura en el estadio.
LA BALADA DEL ÁRBITRO Y EL BAR
Los tres llamados del árbitro de VAR al de campo para que fuera a ver las jugadas, y que todas cayeran al lado del Real Madrid, destaparon al antimadridismo en España y en medio mundo. Hubo medios, algunos reconocidos y de supuesto prestigio, cuyos analistas consideraron un robo del Madrid, se exaltaron, parecían desaforados, como si Carlo Ancelotti, Florentino Pérez y hasta alguien del equipo hubieran obligado al juez a favorecerle.
Pasa en el fútbol, pasa en España y es la zaga del escándalo generado por el Caso Negreira, el proceso que sigue un juez para intentar dilucidar y castigar a los culpables por el pago de 7.6 millones de dólares, durante 17 años, al vicepresidente del Comité Técnico Arbitral (CTA), José María Enríquez Negreira, además de la personificación del equipo blanco como demandante en el proceso.
El Barcelona tiene buena prensa y se encarga, al momento, de intentar sacar provecho. Su propio entrenador, Xavi Hernández, no tuvo escrúpulos, al decir un par de horas después, tras ganar al Betis, que él se había dado cuenta desde el partido de su equipo en Getafe, en la primera jornada de La Liga, que algo oscuro se estaba cocinando. El mensaje era claro: su equipo anda mal y había que cambiar el foco de atención.
Y en segundo lugar, su club es centro de una investigación en la que puede salir muy mal parado. El juez del caso cree que el Barcelona pagó para ser favorecido y aunque tal vez nunca se pruebe que algún árbitro recibió dinero, la mancha quedará ahí en espera de lo que decidan los tribunales. Y sobre eso también hay que alejar los focos. Lo mejor, intentar echarle tierra encima al Real Madrid, y la prensa se presta, como casi siempre.
Hay muchos motivos para atacar el Real Madrid: es el equipo más grande, el más ganador, el de mejores finanzas, el de mejor gestión de la directiva, tiene a los mejores jugadores, el mejor visto en Europa y en el mundo, el presidente que está enfrentado con todos por defender sus derechos... Es fácil atacar al Madrid. La Liga complicada la tendrán los blancos, porque hay cosas que andan mal en España. Tiempo al tiempo.