El partido de ida de los cuartos de final de la UEFA Champions League entre el Manchester City y el Bayern de Múnich parecía parejo. El accionar de ambos en los octavos hizo creer que la lucha sería cerrada en el Etihad Stadium, pero no fue así. En casa los locales ofrecieron una cátedra de buen fútbol, o al menos de juego efectivo, aprovechando las debilidades del cuadro visitante.
En octavos el once bávaro aplastó al Paris St. Germain. Le ganó en la capital francesa y luego en Múnich, y eso constituía un aval importante de cara a los cuartos, porque el equipo donde juegan Kylian Mbappé, Lionel Messi y Neymar Junior salía con cartel de favorito, no solo para avanzar a cuartos de final, sino hasta para llegar a la final y ganarla.
El City también tuvo unos octavos de gloria ante el RB Leipzig. Luego de empatar como visitante a un gol, el equipo de Pep Guardiola fue un torbellino en casa ante los germanos y no pararon hasta marcar siete goles, cinco de ellos de Erling Haaland, a quien el técnico sacó del campo antes del pitido final, privándolo de la posibilidad de un doble hat trick.
CRIMEN EN EL ETIHAD
En esa situación llegaron ambas escuadras al campo del Manchester City. Los locales sabían que debían imponerse para no ir en situación comprometida a la vuelta al Alianz Arena. Y aunque los equipos de Guardiola siempre trabajan muy bien la posesión, la recuperación en zona ofensiva y el ataque en bloques, tras los primeros 45 minutos solo iba delante por 1-0.
Un gol del español Rodri había adelantado al once inglés, en tanto el visitante se conformaba con tener más posesión y realizar más pases, aunque es bueno decir que tuvo opciones, solo que el arquero brasileño Ederson logró mantener su portería a cero, un elemento importante si pretendes pasar una eliminatoria.
Luego del descanso el Bayer intentó el empate, pero el City volvía a ser mejor, llegaba con más peligro y adelantaba constantemente sus líneas, creando serios problemas en la zaga rival, sobre todo a Dayot Upamecano, quien no lograba asentarse en el campo y frenar las acometidas rivales. En unos de esos despistes, cuando se jugaba el minuto 70, la pelota llegó a la cabeza de Bernardo Silva, quien la mandó de manera inapelable a las redes.
Para el Bayern de Múnich fue un golpe demoledor. Por la cabeza de los jugadores debieron haber pasado muchas cosas en ese momento, porque no es lo mismo levantar un gol en casa que dos. Los de Thomas Tuchel dieron un paso atrás entonces. No querían un gol más, pero el City había olido la sangre y quería ampliar la diferencia.
Cinco minutos después Haaland puso el 3-0 definitivo. Con ese marcador, algunos dan por terminada la eliminatoria, pero los que siguen al Bayern creen que aún hay opciones en casa, con el público empujando desde las tribunas, aunque para eso tendrían que lograr una hazaña, una actuación propia de sus mejores noches de Champions.
El INTER SE PONE A UN PASO
El Benfica llegó a octavos como un rival temible. Su andar en la Liga Portuguesa y su actuación previa en la Champions eran un aval considerable. Su rival de turno, el Inter de Milán, no llegaba con esos precedentes, pero la máxima competición europea es otra cosa y el once lombardo sabe lo que es ganarla y dar pelea.
Los primeros 45 minutos se fueron sin goles en el Estadio da Luz, de Lisboa. La zaga italiana le prestaba mucha atención al goleador local, Gonçalo Ramos, y los locales intentaban alejar a los atacantes interistas del área. Ninguno de los dos se hizo daño, pero a la vuelta de los vestuarios todo fue diferente.
El Inter no creyó en la condición de invicto de los portugueses, que habían ganado seis de los ocho partidos previos en la presente Champions y empatado los otros dos. Las ausencias de dos de sus mejores defensores, Otamendi y Bah, pesó mucho, y también la posibilidad de alcanzar una semifinal 33 años después.
Al final, un gol de Nicoló Barella a los siete minutos de iniciado el segundo tiempo, y otro de Romelu Lukaku 30 minutos después, sirvieron para sentenciar el partido y encaminar la eliminatoria. Si no podemos decir que está sentenciada es porque el once luso ha jugado un fútbol de muy alto nivel durante toda la temporada europea y será en extremo difícil descartarlo ya.
Eso sí, su tarea será en extremo dura. Tendrá que remar aguas arribas en el Giuseppe Meazza ante un equipo ha disputado finales de Champions y que las ha ganado, aunque haya pasado mucho tiempo desde la última vez que levantaron la Orejona, como guinda de aquel triplete al que los llevó José Mourinho antes de irse a entrenar al Real Madrid español.