El exlanzador de Grandes Ligas Armando Galarraga ya tiene 41 años. A esa edad, algunos pitchers aún están en activo, y no hay que ir muy lejos, porque el último ganador del premio Cy Young al mejor lanzador de la Liga Americana, Justin Verlander, es la gran estrella de los Mets de Nueva York, luego de haber abandonado los Astros de Houston. El esposo de Kate Upton ya cumplió 40 años y sigue siendo una estrella.
Pero el venezolano, que estuvo a punto de entrar en la historia el 2 de junio de 2010, abandonó hace tiempo su carrera como serpentinero y, aunque permanece ligado al béisbol, no tiene nada que ver con la alta competición, donde estuvo a punto de dejar una huella indeleble, borrada de golpe y porrazo por la actuación errática del árbitro Jim Joyce, el juez que actuaba en primera base en aquel encuentro.
A 13 años de aquel partido, traído a colación por el juego perfecto lanzado este miércoles por el dominicano Domingo Germán, de los Yankees de Nueva York, ante los Atléticos de Oakland, vale recordar el comportamiento de Galarraga en el mismo momento en que se malogró su hazaña y en días, meses y años posteriores, a pesar de que el error de Joyce lo borró para siempre de la historia de las Grandes Ligas.
EL SAFE DE JOYCE LO HIZO FAMOSO
Si alguien tiene responsabilidad en el cambio de mentalidad de los que dirigen en Grandes Ligas respecto a las repeticiones de jugada, son, precisamente, Galarraga y Joyce. El primero como gran perjudicado, y el segundo por haber cometido un error que solo alguien con el altruismo y la buena voluntad del venezolano puede entender, incluso hasta perdonar.
Unos años después de aquella decisión fatídica en la inicial, luego de que el lanzador atrapara con tiempo suficiente una pelota que le envió su compatriota Miguel Cabrera para poner out al bateador corredor, Galarraga dijo que no se podía juzgar a Joyce por un momento, un su actuación en dos segundo de un juego, cuando había estado durante más de dos décadas como árbitro en las Grandes Ligas.
Cuando el árbitro decretó safe (quieto) los asistentes a Comerica Park, que ese día eran poco más de 17 mil, poco menos de la mitad de la capacidad total de 41 mil espectadores, se dieron cuenta de que el nombre de Galarraga no estaría jamás en los libros del béisbol por haber conseguido una actuación inolvidable. Pero aquel suceso, aquel momento, ayudó a que se estableciera el replay en el béisbol.
Al principio, la Oficina del Comisionado lo hizo con timidez, aunque ya, desde 2008, permitía el uso del vídeo, pero solo para verificar los cuadrangulares, Si las pelotas daban en la varilla que delimita las zonas de juego y de foul, si tocaban en algo y luego volvían al terreno y los árbitros no lo podían ver, cosas así. Luego se permitió revisar dos jugadas hasta el sexto inning, y hacerlo libremente desde entonces.
Ahora se puede revisar cualquier jugada, y aunque a los amantes del béisbol a la antigua no les gusta mucho, la mayoría considera injusto lo que sucedió con Galarraga, incluso hay quienes creen que la Oficina del Comisionado debió tomar cartas en el asunto. A fin de cuentas, no es algo que ocurra todos los días en Grandes Ligas. Y desde ese día de 2010 hasta la fecha, solo se han producido dos juegos perfectos más.
EN EL DEPORTE CUALQUIERA SE EQUIVOCA
Un futbolista puede errar un penalti y no solo lanzarlo a las manos del portero que le adivino su intención, sino mandar la pelota por fuera del arco. Incluso, el arquero puede intuir el lanzamiento, lanzarse a ese lado, golpear la pelota con sus manos pero, por ejemplo, por no poner las manos fuerte, la pelota terminó en las redes. Con los días eso se olvida, forma parte de los recuerdos de los protagonistas y nada más.
En el béisbol, durante una temporada de 162 juegos en campaña regular y algunos más en la disputa de los títulos de una y otra Liga y la Serie Mundial, pueden ocurrir muchas cosas. ¿Cuántas veces no se equivoca un bateador que se para en home casi 700 veces, o cuántos errores defensivos no comete un torpedero que intenta fildear más de 500 pelotas, con la presión de que el corredor es rápido, que debe forzar en la intermedia o velar al que va hacia home.
Es deporte, dicen algunos y también lo piensa Galarraga. que nació en Cumaná, Venezuela, el 15 de enero de 1982 y que ahora vive en Texas, Estados Unidos, sin olvidarse de la gente de su país, que lo pasa muy mal, como consecuencia de una crisis económica generada por un gobierno que parece querer eternizarse al frente de la nación con más recursos naturales de Latinoamérica.
El lanzador derecho venezolano ganó 26 partidos en Grandes Ligas, perdió 34 y tuvo efectividad de 4.78 en 542 innings. No es mucho, pero cualquier otro simple mortal hubiera querido tener esos números, incluso solo debutar en el mejor béisbol del mundo y que la gente te recuerde por haber sido víctima de la más grande injusticia de la historia del juego.
Él, sin embargo, cree ciegamente en que ese no fue un mal día. No le agradece a Joyce por haberse equivocado en la última jugada, pero tampoco lo condena. No ha pedido reparación a las Grandes Ligas para que revisen en algún momento aquella decisión y solo disfruta de sus recuerdos. Es parte del deporte: unas veces toca ganar, y otras perder. Unas veces aciertas y otras te equivocas, y Galarraga cree que solo le tocó perder.