El fútbol español arde. Los escándalos de arbitraje, los problemas en el seno de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), los nuevos elementos que aparecen sobre el llamado caso Barcelona-Negreira, y hasta los casos de racismo, sacuden cada vez más a un país que tiene el reto de aclararlo todo para que la FIFA le mantenga, en diciembre próximo, la condición de sede de la Copa Mundial de 2030, junto a Marruecos y Portugal.
Hasta hace unos meses, solo se hablaba de los árbitros de un poco de parcialidad hacia el Barcelona o el Real Madrid, en dependencia de dónde vinieran las críticas, junto con un esfuerzo casi sobrehumano de los dirigentes del más universal por sacar adelante la situación, hasta que aparecieron las primeras pruebas del caso Barcelona-Negreira, por el pago de más de siete millones de euros al entonces vicepresidente del Comité Técnico Arbitral (CTA).
Sin embargo, el gran detonante de todos los escándalos ocurrió luego de la final de la Copa Mundial femenina, tras el triunfo de la escuadra española, y del beso que le dio el entonces presidente de la RFEF Luis Rubiales a la futbolista Jenifer Hermoso, que terminó con la renuncia del federativo y un efecto dominó que parece no tener para cuando acabar. Al menos por lo visto hasta ahora.
LOS ÁRBITROS, UN PROBLEMA TRAS OTRO
El Comité Técnico Arbitral está subordinado a la RFEF, donde se deciden los directivos y los pasos a dar ante las situaciones que se presentan, cada vez más escandalosas, como penaltis birlados a uno u otro equipo, nombramientos para finales o partidos importantes, todo lo cual crea descontento entre los propios jueces y también en los clubes, que ya tienen por común sentirse robados tras cada partido.
Hasta el momento, nadie ha hecho nada. Al parecer, Luis Medina Cantalejo, muy vinculado en el pasado a José María Enríquez Negreira, el otrora vicepresidente del CTA que recibió dinero del Barcelona para, supuestamente, lograr que se le tratara igual al resto, sigue en su puesto, pero cada vez aparecen más evidencias de presiones sobre el colectivo y alarma por temores que ya no parecen tan infundados.
El pasado fin de semana, durante el partido entre el Atlético de Madrid y el Girona, el árbitro de turno se comió el penal del año, en beneficio del equipo de casa en el Civitas Metropolitano. Savinho se había ido de cada jugador que lo había marcado, entonces apareció Reinildo y le dio una patada en el muslo que la vio todo el mundo con independencia del lugar del campo o del estadio donde estuviera.
Sin embargo, el árbitro de campo, De Burgos Bengoechea no lo vio. Y tampoco lo hizo César Soto Grado desde la Sala Vor. En ese momento, el Girona pudo haber empatado el partido y ponerse en situación de competir por el título, pero los jueces actuantes no lo dejaron, en momentos en que uno y otro luchan por el tercer puesto de la competición, con el Athletic Club de Bilbao en busca también de puestos Champions.
Y estas situaciones no ocurren un día, ni en una fecha específica. Lo normal es ver jugadas dudosas y fallos clamorosos en cada fecha de la Liga, a veces más de uno, con todo lo que se juegan los equipos y con lo que cobran los árbitros y quienes los dirigen, sin decir que jamás dan una explicación por su forma de actuar, o por las decisiones que toman semana tras semana.
LA RFEF, ELECCIONES E IMPUTACIONES
Y si las dudas llueven sobre el CTA, lo que le ha caído a la RFEF en las últimas semanas no ha sido fácil. Luego de que la Guardia Civil requisara las sedes, incautara documentos y comenzaran a correr versiones -y hasta pruebas- de manejos sucios en el seno de la institución, donde aún quedan muchos desde los tiempos de Luis Rubiales, quien volvió de República Dominicana, supuestamente para dar la cara.
Rubiales supo esconder las cosas hasta lo del beso a Jeni Hermoso. pero tras su cuasi forzada renuncia, las cosas le han salido mal y no sale de una para entrar en otra, en tanto las autoridades judiciales tienen apuntados sus cañones a la cúpula actual de la RFEF, encabezada por Pedro Rocha, al cual el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), le acaba de abrir expediente, junto al resto de la llamada Junta Gestora.
Según el TAD, tanto Rocha, quien presiden la RFEF desde la salida de Luis Rubiales, como la Junta Gestora, en la que está incluido Luis Medina Cantalejo, en su condición de jefe del CTA, se excedieron en sus funciones, lo cual es considerado una infracción de carácter muy grave y que puede terminar con la suspensión de Rocha como presidente, en caso de que se celebren las elecciones y tome posición como presidente de la RFEF.
Ahora mismo, Rocha, en espera de los comicios, no ocupa la jefatura de la entidad, porque renunció a ella, como exigen los estatutos, pero si gana las elecciones, podría ser apartado, lo mismo que los miembros de la Comisión Gestora, todo lo cual podría crear un vacío legal y terminar en una intervención política, algo a lo cual la FIFA siempre ha estado opuesta, sea el país que sea.
Entre otras cosas, la Comisión Gestora tomó decisiones que no le correspondían, como nombrar un director de fútbol para el apartado femenino, y renovar a Luis de la Fuente como seleccionador absoluto entre los hombres. Esas, entre otras razones, pueden terminar por poner patas arriba a todo el entramado del fútbol y hay quien dice que aún quedan cosas por salir. Así que al fútbol español le quedan semanas convulsas.