La mala suerte se ha cebado con las estrellas emergentes del Barcelona en los últimos años. Cada vez que apareció en su cantera, o compraron fuera, un jugador con grandes condiciones, los problemas físicos le pasaron la cuenta. Otros que ilusionaron a medios y fanáticos se malograron y terminaron por abandonar el club para buscarse la vida en otros lugares, pero lo cierto es que de los jóvenes que comenzaban a asentarse, ninguno está disponible.
¿Se acuerda de Isaac Cuenca y de Marc Bartra? ¿Dónde está Ricky Puig? De estos decían los medios catalanes que estaban poco menos que para entrar en el top five del mundo en sus respectivas posiciones y al final terminaron todos haciendo las maletas para intentar hacer carrera en otros lugares, la mayoría a equipos menores, o ligas de baja categoría sin poder demostrar todo aquello que de ellos se decía.
n el último lustro aparecieron otros muchachones talentosos. Unos con mucho gol, como Ansu Fati, a quien le entregaron la camiseta con el número 10 nada más Lionel Messi se marchó al PSG hace ya tres años. También Pedri, y Gavi. Pero todos, de una forma u otra, han tenido problemas físicos y no han terminado de explotar como grandes estrellas, por más que hayan sido internacionales o ganarán algún título.
PEDRI NO JUEGA NI LA MITAD DE LOS PARTIDOS
Cuando Ronald Koeman llamó a Pedro González (Pedri) al primer equipo y le entregó las manijas del mediocampo, la prensa catalana, y también buena parte de la española, vislumbró la aparición de una gran estrella, incluso con la opción muy probable de ganar algún día el Balón de Oro. El chico enseñó modales desde los primeros compases sobre el césped. Tenía clase, liderazgo, pedía la pelota y controlaba el juego.
Al momento lo llamó Luis Enrique a la selección. Muchos criticaron al Real Madrid por no haber adquirido su ficha desde Las Palmas, toda vez que fue al equipo blanco a quien primero le propusieron a la naciente estrella. En unas semanas se convirtió en ídolo de España y en la gran baza del barcelonismo para intentar revivir los grandes momentos que había tenido una década atrás, cuando Lionel Messi, Andrés Iniesta, Xavi Hernández o Sergio Busquets.
Pero Pedri tenía un físico endeble. Comenzaron a llegar las lesiones. Los entrenadores del club y la selección comenzaron a pedirle más, apenas descansaba y aparecieron los problemas físicos, que se hicieron recurrentes. Pasaba una semana en el gimnasio, se entrenaba aparte, era convocado y no jugaba, y así semana tras semana, al extremo de que, ahora mismo, si contabilizamos los partidos que se ha perdido desde que llegó en la temporada 2020-2021, la cifra es alarmante.
Hasta en 69 ocasiones no ha estado disponible el canario, quien juega menos del 50 por ciento de los partidos de su equipo y, como decíamos, las causas pueden estar en el trabajo excesivo a que fue sometido en su primer año al máximo nivel. Y la culpa no es solo del Barcelona y el técnico de turno, sino también de la selección nacional. En una y otra disciplina se encargaron de hacerlo trabajar demasiado y ahora lo paga.
En 2021, Pedri salió a la cancha en 52 partidos con el Barcelona. Solo no alineó una vez y sobrepasó los tres mil 500 minutos, y con La Roja jugó ocho partidos. Ahora se arrastra por el campo cuando Xavi lo pone o aguarda entre algodones la próxima oportunidad. La mala planificación, el sobre uso con tanta juventud, terminó por pasarle la cuenta, en medio de incertidumbre sobre su futuro y cuestionamientos en la directiva sobre si venderlo o seguir esperando.
GAVI Y ANSU FATI
A Pedri, cuando lo renovaron, le pusieron una cláusula de rescisión de mil millones de euros. El objetivo era espantar a los poderosos clubes ingleses o a los controlados por jeques árabes. Lo mismo hicieron con Gavi y Ansu Fati. Gavi se lesionó hace poco una rodilla, necesitó pasar por el quirófano y se perderá el resto de la temporada, pero ha sido más estable, a pesar de que su juego es más de choque, de encontronazos constantes con los rivales.
También fue llamado a la selección apenas debutar con el Barcelona. Luis Enrique creyó que haber salido de las categorías inferiores de su antiguo club le daría un plus extra y tal vez no se equivocó, pero al final el físico terminó por pasarle la cuenta. Sin olvidar que sin él en el campo, el equipo de Xavi es completamente diferente, y una de las causas de la inestabilidad en la presente temporada, tras la lesión del mediocampista.
Con Ansu no fue diferente. Cierto que el atacante enseñaba unos modales tremendos y un hambre de gol insaciable. Su presencia en la cancha ayudó a su equipo, porque era difícil que saliera y no marcara, pero el físico también lo aplastó. Las molestias en las rodillas terminaron por apartarlo del once regular, cuando se recuperaba se quedaba en el banquillo, porque Xavi confiaba más en Ferran Torres, en Ousmane Dembelé o en el brasileño Raphinha. Que en él.
Al final terminaron por cederlo al Brighton de la Liga Premier, porque el técnico tenía la certeza de que no iba a aportar nada al equipo culé. El presidente del club, Joan Laporta, accedió a regañadientes, porque pensó siempre que sería una gran estrella y porque pensaba revalorizarlo para luego venderlo e intentar sanear un poco las cuentas del club, bastante maltrechas luego del paso de Lionel Messi por el Camp Nou.
En poco menos de dos años, tres de las grandes estrellas del futuro del club, esas que la prensa daba como seguras ganadoras del Balón de Oro, atraviesan complicados momentos físicos y ahora mismo nadie sabe si volverán a recuperar la forma que ilusionó a medios y seguidores o al final terminarán fuera del club, como pasó con otros en el pasado.