Diego Pablo Simeone tal vez no esté entre los cinco mejores entrenadores del mundo, pero si puede estar en el top five de los más estables, porque desde hace una docena de años entrena al Atlético de Madrid y todo hace indicar que seguirá su carrera allí, porque sus objetivos, los que les pone el club, los cumple cada años y a veces hasta los sobrecumple. Así que no hay motivos de preocupación.
El Cholo, que hasta hace un año fue el entrenador mejor pagado del mundo con diferencia y que aún está en esa posición, aunque después de renovar ya no con tanta amplitud, arranca cada campaña con unas metas de equipo segundón, que él y sus guerreros, porque sus jugadores son como soldados espartanos tras su jefe, se encargan de cumplir o de dejar encarrilladas siempre.
En La Liga, que es la competición de la regularidad, como bien dicen Guardiola y él se ha encargado de ratificar, el Atlético de Madrid termina año tras año entre los cuatro primeros, esos puestos que dan plaza para la UEFA Champions League y con eso la directiva se conforma. De una forma u otro, el argentino se encarga de meter a lo suyos siempre en Europa.
LA CONFORMIDAD DE LA DIRECTIVA
A Miguel Ángel Gil Marín, un empresario deportivo de 61 años, con una buena fortuna, que le permite dedicarse a la cría de caballos y la veterinaria, que son sus grandes hobbies, lo del fútbol lo lleva más como un negocio, a pesar de que dice que no va nunca al estadio para no ver perder a su Atlético de Madrid, el club del cual es consejero delegado y que, según rumores, ha puesto su parte en venta.
Enrique Cerezo, el presidente, es más pasional, pero también le va bien esa tranquilidad que ofrece Simeone, con quien sabes que vas a quedar entre los cuatro primeros en La Liga y que de vez en vez, como ha ocurrido en dos ocasiones en los últimos 12 años, puedes ganar alguna. No piden más desde la planta noble del Civitas Metropolitano y a esa situación se ha adaptado el argentino.
Siempre entra en Champions el Atleti. Unas veces termina entre los dos primeros en su grupo y pasa a octavos y otras es relegado a la UEFA Europa League, la cual ha aprovechado para ganar, en ocasiones. Esos retos los maneja el técnico y suele salirle bien, porque los equipos juegan a lo que él diga y se dejan la piel en el campo para cumplir con su entrenador.
En Champions, incluso, este año llegó a cuartos de final, donde cayó ante uno de los actuales finalistas, el Borussia Dortmund, que logró remontar en la vuelta, luego de un inicio de eliminatoria en el que el Atlético de Madrid parecía un rodillo, con dos goles en unos minutos y el equipo volcado al ataque, aunque ese no es el fútbol de Simeone, que mandó a los suyos atrás.
Una vez con el bloque bajo instaurado, el Dortmund logró descontar un gol en el Civitas, y dejó la escena lista para sentenciar en el Signal Iduna Park, y Simeone y los suyos se perdieron la oportunidad de jugar una semifinal, que podría habrirles las puertas de un tercer partido por el título en la Era Simeone, con derrotas en Lisboa y Milán ante el Real Madrid, ninguna de ellas en tiempo reglamentario.
EL FANTASMA DEL REAL MADRID Y EL ERROR CON JOAO FÉLIX
Simeone acarició el título europeo en la temporada 2013-2014. Estuvo a segundo de levantar la primera orejona de la historia del Atlético, que lo hubiera elevado al Olimpo de los dioses del club, pero en el minuto 92 de la Final de Lisboa, Sergio Ramos le tiró un jarro de agua fría encima al técnico, a los jugadores en el campo, en el banquillo, a directiva y afición.
El gol de Ramos fue un mazazo en la cabeza para un equipo que no podía más, que se lo había dejado todo para defender aquella ventaja mínima, fruto de un gol de Diego Godín, y encajó hasta tres veces en la prórroga. Hay momentos que nunca se olvida, y los protagonistas de aquel día, de un lado u otro, no lo olvidarán nunca, pero Simeone menos que nadie.
Dos años después, ambos protagonistas se citaron en la final de Milán. Luego de empate en tiempo reglamentario y dos prórrogas, Juanfran mandó al poste derecho de Keylor Navas uno de los penales. Otra vez se le escurrió al técnico argentino la posibilidad de ganar el más importante torneo de clubes del fútbol mundial. De eso han pasado ocho años, pero Simeone sigue ahí y no cambia su versión.
A veces, incluso, la directiva se gasta más de 100 millones en traerle a un crack o a una futura estrella, como hizo hace cuatro años con Joao Félix, pero al final el chico no encajó y no tuvo más remedio que tomar el camino de las cesiones. Primero se fue al Chelsea y este año cambió el rumbo y se mudó a Barcelona, porque el entrenador del Atlético quiere que cada uno sea un gladiador.
Como Joao está para otras cosas, o no entraba en el once inicial, o Simeone lo sacaba a mitad de partido y eso terminó por romper la relación entre el técnico y el jugador que estaba llamado a llevarlo a la cima de Europa. Pero el fútbol es así y esas cosas pasan. No nacieron para estar juntos y por el momento el Atlético de Madrid y Simoene siguen esperando por alguien que los haga campeones de Europa.