Si alguien tenía dudas de que el tiempo no pasa para Novak Djokovic, tiene que ver el partido de semifinales de Roland Garros entre el servicio y el fenómeno español de nombre Carlos Alcaraz, un tenista que llegó a la arcilla de París con la intención de heredar el trono de su compatriota Rafael Nadal, y al que lastraron problemas físicos desde el tercer set, que dejaron al serbio como gran favorito.
Nole, como siempre, arrancó fuerte. Buscó el primer set y no perdonó los errores de Alcaraz, que llegó a París luego de una buena gira sobre arcilla, con la intención de sumar su segundo título de Grand Slam, luego de haberse impuesto el año anterior en el Abierto de Estados Unidos. La semifinal era como la final para el de Belgrado, que sabía que de salir de Alcaraz tendría muchas más opciones.
Sin embargo, ganar el primer set no significó mucho, porque Alcaraz lo hizo mejor en el segundo, y al final logró un quiebre fabuloso para emparejar el partido, que amenazaba con convertirse en extremadamente largo. Y lo hubiera sido, solo que el tenis sorprende y el físico no suele ayudar al más joven, como le pasó el año anterior al alemán Alexander Zverev, quien se lesionó en la semifinal ante Rafa Nadal.
CALAMBRES Y PROBLEMAS
Nada más dominar el segundo parcial, llegaron los problemas para Alcaraz. Un calambre en una pierna lo hizo perder el servicio. Y ya no fue más el Carlos alegre sobre la cancha, el de las dejadas espectaculares, de los tiros cruzados, el que le sacaba aplausos al público y los ponía de pie con un tenis que pocas veces se puede ver en todo el circuito masculino.
El heredero de Nadal había sido golpeado. No fue el rival. No fue el otrora número uno del mundo y posible nuevo líder de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) el que lo tumbó. Fue el físico, tal vez por una mala pisada, y el murciano ya no fue más el mismo sobre la Phillipe Chartier, se dejó llevar, permaneció allí hasta el final por compromiso, por no entregar las armas y por amor a la afición, pero estaba de más en la pista.
El tercer set fue un paseo para el serbio. A los problemas en el pie, se agregaron calambres en las manos de Alcaraz. En la grada, su entrenador, Juan Carlos Ferrero, sabía que era el final, y que sería solo cuestión de tiempo la victoria del serbio. Porque Djokovic es como esos grandes felinos que cuando huelen la sangre no suelen soltar a su presa. Además, tampoco quería que el partido se le hiciera extremadamente largo.
Incluso, a pesar del paseo en los dos últimos sets, el enfrentamiento llegó a las tres horas y 23 minutos. Si miras ese tiempo y piensas en un hipotético quinto set, con ambos tenistas a tope, puedes imaginar un partido que se pudo haber ido más allá de las cinco horas, con jugadas eléctricas y un tenis espléndido, más digno de una final que de una semifinal de Roland Garros.
Al final, sin embargo, solo uno puede jugar el partido por el título, y ese será Djokovic, que no solo irá por la Copa de los Mosqueteros, como llaman al trofeo que entrega el Abierto de Francia, sino por romper el empate con Rafael Nadal como máximo ganador de torneos de Grand Slam, y colocarse primero, con 23, en la historia de un deporte centenario que nunca dominó nadie con tanta facilidad como ellos dos y tal vez el suizo Roger Federer.
RUUD EL RIVAL EN LA FINAL
La final de la edición de 2022 en Roland Garros pudo tener de rivales al noruego Casper Ruud y el germano Alexander Zverev. El primero llegó al partido por el título y lo perdió ante el multicampeón español Rafael Nadal. El de Manacor alcanzó esa instancia tras imponerse a Zverev, en uno de los partidos más complicados que tuvo en toda su carrera en la arcilla.
Sin embargo, el alemán se dobló un pie y aunque intentó volver a la cancha, solo pudo ir al quirófano. Al final se perdió muchos torneos y solo volvió a estar en perfecta forma para Roland Garros, un año después, donde se encontró en semifinales ante un Rudd que demostró que lo de 2022 no fue casual, y que es un especialista en arcilla, al nivelo de los mejores del mundo.
A sus 24 años de edad, el ídolo noruego juega su segunda final. Su rival es temible, pero el sabe ya lo que significa pelear por la Copa de los Mosqueteros y colocarse a un paso de ganarla, aunque para ser exactos, el año anterior, no tuvo la más mínima oportunidad ante un Nadal que llegó lanzado y que no ofreció oportunidades. El español se encargó de estudiar bien a su rival durante el tiempo que entrenaron juntos en la academia del ibérico en Manacor.
Ruud llega con un año más de experiencia, luego de barrer a Zverev en un partido que duró solo tres sets y que se resolvió en dos horas y siete minutos, sin opciones para el rival, que es uno de los mejores jugadores del circuito de la ATP. Luego del 6-3 inicial para el noruego, se sabía que estaba para más, y consiguió los otros dos parciales por 6-4 y 6-0 para alcanzar la final.
Llega así la ronda decisiva. El serbio seguirá por agregar más gloria a la tal vez más grande de todas las carreras del mundo del tenis, y por convertirse en el primer hombre con 23 títulos de Grand Slam. El El noruego, más tranquilo, más medido, tal vez con un aire poco común de segundón, irá a por su primera corona en un torneo grande y por evitar que Djokovic, al menos por el momento, rompa el empate con Nadal.